Estresante. Agitado. Agotador. Frustrante. Impotente. Surrealista. Increíble. Loco. Exasperante.
11:05 h. Katmandú.
Finalizo mi desayuno, pago y bajo a la calle, a buscar un taxi que me lleve al aeropuerto. Encuentro uno muy fácil. Llegamos al aeropuerto sobre las 11:40, tiempo más que suficiente puesto que mi vuelo no sale hasta las 14:40 h. Katmandú-Delhi-Chennai-Singapur. Ese es el recorrido que me espera.
Voy al mostrador para facturar la mochila. La chica busca en mi pasaporte.
Voy al mostrador para facturar la mochila. La chica busca en mi pasaporte.
- ¿Dónde está el visado para India?- me pregunta.
- No, no… voy en tránsito, no voy a India, voy a Singapur- respondo.
- Pero va a coger un vuelo doméstico en India, necesita el visado- añade nuevamente.
Aquí ya empiezo a incomodarme. Llama a su supervisor, que anda por allí y le explica la situación. Volvemos a la conversación anterior, pero esta vez con el supervisor. Él me dice:
- Tiene dos opciones: o comprar un billete Delhi-Singapur para no necesitar el visado, o se va a tramitar ahora el visado a la embajada de India.
- ¡ Pero no me va a dar tiempo !- exclamo.
- Sí, sí, tardas unos 20 minutos en ir y otros tantos en volver y el visado lo tienes en 10 minutos. Tienes hasta las 13 h., que cerramos el check-in.
Miro el reloj: las 11.50 h. Tengo una hora y diez minutos, yendo todo muy bien. No tengo otra opción.
- Si llego un poco tarde, ya sabes por qué es… ¿Meterás la mochila, no?.
- O compra otro billete… Hay otro vuelo a las 15.55 h.
Me lo miro, estupefacto. ¿Este pavo se piensa que yo nado en la abundancia o qué?. Joder, no soy nepalí, pero tampoco Bill Gates…
Antes de seguir, aclaraciones anticipadas que veo venir a según quién... cuando compré el billete no pude ver (cuestiones informáticas) cuáles eran las escalas y no las supe hasta que imprimí el billete, dos días antes. Tampoco pensé, cuando vi el Delhi-Chennai, que necesitara el visado Indio, puesto que pensé que era todo en tránsito hacia Singapur.
Antes de seguir, aclaraciones anticipadas que veo venir a según quién... cuando compré el billete no pude ver (cuestiones informáticas) cuáles eran las escalas y no las supe hasta que imprimí el billete, dos días antes. Tampoco pensé, cuando vi el Delhi-Chennai, que necesitara el visado Indio, puesto que pensé que era todo en tránsito hacia Singapur.
11:50 h. Aeropuerto de Katmandú.
Salgo corriendo de la terminal y me monto en el primer taxi que pasa. Le explico la situación y que tengo que ir muy rápido. La circulación en Katmandú, como ya sabéis, es caótica, los atascos son terribles y yo tengo que ir a la embajada ahora… No lo veo nada claro. Avanzamos lentamente y mi mirada va del reloj a la carretera, de la carretera al reloj. El taxista me mira por el espejo, con curiosidad.
12.20 h. Embajada India.
Llego a la embajada. Bajo corriendo y el guardia me dice que para los visados, en la puerta que hay a 30 metros. Corro hacia allí. Está cerrada. Dentro veo extranjeros. Dos policías me miran desde dentro. Les digo que necesito el visado y me dicen que está cerrado, cerraron a las 12 h. Aquí empieza una conversación que se alarga por espacio de unos tres minutos. Trato de explicarles que es urgente, que mi vuelo sale en poco más de dos horas, que no sabía que necesitaba el visado, etc… Uno me pide el billete de avión tras decirle como unas 20 veces "please". Se lo dejo. Va a una ventanilla del fondo del patio, donde se tramitan. Vuelve y, por suerte, me abren la puerta metálica corredera para entrar. Entro corriendo. Relleno el primer formulario y lo entrego en una ventanilla. Me dice que necesita quedarse con el billete de avión (impreso). “Lo necesito”, le respondo. “Pues una fotocopia”. “¿Dónde hago una fotocopia?”. “Ahí fuera tienes una copistería”. Dejo las mochilas en el patio este donde se tramitan los visados y salgo corriendo. La copistería está a unos 40 metros. Le pido las fotocopias. Genial, no hay luz… Tiene que arrancar el generador eléctrico para hacerme dos putas fotocopias. Y ahora espera un poco a que se caliente la fotocopiadora. ¡¡Joder, me cago en la puta!!. Bien, ya tengo las fotocopias. Vuelvo corriendo. Entro y me dirijo nuevamente a la ventanilla. Le entrego las fotocopias (he salido corriendo de la copistería sin guardar el cambio, sin ordenar las fotocopias…) y me dirige a la siguiente ventanilla. Ahí, un chaval joven, funcionario en el sentido más prejuicioso que podáis imaginaros (aunque hay quien me recuerda constantemente que no todos los funcionarios tienen la misma actitud, lo que es cierto… pero este es pasota a más no poder), me acaba de sellar lo que necesita y me dice que bien, que a las 17 h. puedo pasar a recogerlo. Jajajajaja… ¡¡¡pasmao!!!. ¡¡¡Que lo necesito ahora!!!. Le explico que tengo que obtenerlo ahora, que mi vuelo sale en apenas dos horas, que no sabía que necesitaba el visado y bla, bla, bla… “Ok, tiene que esperar 5 minutos, entonces”. “¿Por?”. “Hay que llevarlo a la embajada (donde llegué yo al principio) a que lo firmen”.
12.40 h. Embajada de India.
Tengo que esperar 5 minutos… Veo a un hombre vestido con camisa amarilla que llega con varios pasaportes en la mano. Ah, el correo del zar, pienso… este es el encargado… pero… un momentoooooooooo… eso quiere decir que… ¡¡¡MIERDA!!!. Lo veo salir, nuevamente, con un portafolio y un pasaporte. ¡¡Mi pasaporte!!. Me cago en la puta, nuevamente. Lo veo caminar, parsimoniosamente, calmadamente, se detiene en la puerta junto a los guardias, charla con ellos.
Para los que habéis estado en estos países, ya sabéis que hay conceptos que los indios no comprenden, no entran en su vocabulario: velocidad, rapidez, prisa, urgencia… En su lugar tienen conceptos contrapuestos más bien: calma, paciencia, tranquilidad, pausa…
Me acerco a la ventanilla nuevamente y le pregunto. “15 minutos más, me responde”. “¿¿¿¿¿¿¿¿¿15 minutos más??????????????”. Ahora sí que tengo claro que ya no llego a las 13 h. Empiezo a deambular por el patio, comiéndome los nudillos (literalmente), caminando nervioso… con lo tranquilo que soy y estoy que me subo por las paredes. Veo los minutos cómo caen y ni rastro del hombre de la camisa amarilla. Mis mochilas, junto a las ventanillas al fondo del patio, las voy acercando a la puerta, pensando en ganar segundos y no tener que arrastrarlas desde tan “lejos” (unos 30 metros de patio).
Entra una chica con el mismo problema: su vuelo sale en 2 horas. “Lo llevas muyyyyyyyyy jodido”, pienso. “Tiene que volver el camisa amarilla con mi pasaporte y luego tendrá que volver a ir con el tuyo… no pillas el vuelo ni de coña”.
Entra un matrimonio de unos 50 años, el mismo problema…
13 h. Embajada de India.
Sigo caminando en círculos por el patio, con la mirada en el suelo y mordiéndome los puños. Asumo que ya no llego a la hora y, racionalizando, pienso que hasta una hora antes, más o menos, podría facturar. Eso me daría aún 40 minutos de margen. No me queda otra: dejo mi ateísmo a un lado y me encomiendo a Shiva, Parvati, Ganesh, Hanuman, Visnú, Alá, Dios, Messi y cualquier dios que me pueda echar una mano…
Leo un cartel: martes 12, embajada cerrada. Muy bien, me libro por un día. Anda que si me pasa mañana, voy listo…
Empiezo a asomarme por la verja metálica buscando a un hombre con camisa amarilla del cual depende mi suerte hoy, ahora mismo.
Ya no puedo más. Salgo a la calle. Mi mirada no se aparta de la gran valla metálica de la embajada, esperando que se abra y aparezca él, mi salvador.
Justo enfrente, veo un tablón de anuncios, con un cristal. Varias hojas colgadas. Son de la embajada británica. Hay tres hojas de tres personas desaparecidas en Nepal. El más antiguo del año 2.003. La última noticia que tiene su familia es de un trekking al campo base de los Annapurnas. 24 años… Joder, menuda hostia me acaban de dar. Un billete de avión… dinero… no es nada, vamos. Esto sí que es jodido, pienso.
Pero mi cerebro vuelve a activar el estado de emergencia. Miro el reloj: 13.10 h. Un cuarto de hora me dijo el apático de dentro, hay que joderse. Llevo ya media hora esperando. De aquí al aeropuerto son unos 20 minutos con suerte. Mi taxista sigue fuera, delante de mí, esperándome, como habíamos pactado. Ha abierto el capó del coche… nada más falta que ahora se te estropee, macho.
Empiezo a asomarme por la verja metálica buscando a un hombre con camisa amarilla del cual depende mi suerte hoy, ahora mismo.
Ya no puedo más. Salgo a la calle. Mi mirada no se aparta de la gran valla metálica de la embajada, esperando que se abra y aparezca él, mi salvador.
Justo enfrente, veo un tablón de anuncios, con un cristal. Varias hojas colgadas. Son de la embajada británica. Hay tres hojas de tres personas desaparecidas en Nepal. El más antiguo del año 2.003. La última noticia que tiene su familia es de un trekking al campo base de los Annapurnas. 24 años… Joder, menuda hostia me acaban de dar. Un billete de avión… dinero… no es nada, vamos. Esto sí que es jodido, pienso.
Pero mi cerebro vuelve a activar el estado de emergencia. Miro el reloj: 13.10 h. Un cuarto de hora me dijo el apático de dentro, hay que joderse. Llevo ya media hora esperando. De aquí al aeropuerto son unos 20 minutos con suerte. Mi taxista sigue fuera, delante de mí, esperándome, como habíamos pactado. Ha abierto el capó del coche… nada más falta que ahora se te estropee, macho.
13:15 h. Aparece el camisa amarilla.
Me acerco a él. Me dice que tengo que ir a la 3ª ventanilla a recogerlo. Allí, una chica me pide el resguardo que me habían dado antes, ya no sé si en la primera o la segunda. Se lo entrego y… ¡¡pasaporte con visado!! Salgo corriendo. Doy las gracias a los policías y me meto casi de un salto en el taxi. “Rápido, por favor”. Bueno, como si le dices a una tortuga que te dibuje el arco iris… vamos, como si oyera cantar.
13:20 h. Taxi camino al aeropuerto.
Mi vista va del reloj a la carretera, de la carretera al reloj. Preparo el dinero para dárselo al taxista y no perder ni un segundo. Genial, ahora un policía justo nos detiene en un cruce cuando nos tocaba pasar… Atasco. Tráfico. Calor. Los minutos caen. Es una carrera contra el reloj y contra la puñetera y absurda burocracia india. Me cago en los dioses indios y en la embajada india, en su visado y en el supervisor. En el funcionario apático y hasta en e-dreams por no avisarme en ningún momento de tener que tramitar el visado para ese vuelo. Me cago en todo y no sé si empezar a pensar en pasar un día más en Katmandú, buscar vuelo para el día siguiente, a ver cuánto me cuesta y… COÑOOOOOOOOOOOOOOOOOOO….
13:40 h. Aeropuerto de Katmandú.
Le pago al taxista y salgo corriendo, cargado con las dos mochilas. La correa de una se me engancha en el carrito de un señor. Me sonríe… Lo siento, no tengo tiempo ni de sonreír. La desengancho y sigo corriendo. Entro… “Passengers only”. Donde antes no había nadie, ahora debe haber una cola de unas 20 personas. Uffff, no puedo, no puedo. Me dirijo a los dos policías y les explico que tengo mucha prisa, que he tenido que tramitar el visado corriendo para India. Me pregunta uno de ellos que a dónde vuelo: “A Delhi”. Me abre la cinta y me deja pasar, ahorrándome parte de la cola. La otra parte, me la salto yo, adelantando sin miramientos al personal. He perdido la educación y las buenas formas. Qué le vamos a hacer… Tras el primer control de rayos X, el policía que te cachea me mira extrañado: sí, claro que me has visto antes, nen… “he tenido que ir a por el visado para India”. Sonríe… no tengo tiempo de sonreír, macho. Salgo corriendo al mostrador para el check-in. Ya no está ni la chica que me atendió ni el supervisor… “Me cago ennnnnnnnnnnnnn…”.
13:40 h. Mostrador de Jet Airways.
Llego resoplando, con la tensión a tope, los nervios a punto de estallar. Le digo al chico que voy a Delhi, que si estoy a tiempo… “Por los pelos… es usted el último”, me dice.
Me apoyo en el mostrador, resoplo, tomo aire. El corazón me palpita a 1.000 por hora. Lo he conseguido, quizás por uno o dos minutos, pero ya está.
Me apoyo en el mostrador, resoplo, tomo aire. El corazón me palpita a 1.000 por hora. Lo he conseguido, quizás por uno o dos minutos, pero ya está.
Al avión despega a las 16:20 h., hora y media de retraso…
De lo que pasó en el aeropuerto de Delhi para recuperar mi mochila, cambiando de terminales, siendo acompañado por un chico para poder recoger la mochila que me dijeron en Katmandú que la recogería ya en Singapur, pero en Delhi me dicen que ni hablar, que la mochila está en la cinta, de cómo he corrido por el aeropuerto de Delhi para conseguir recuperarla, conseguir las tarjetas de embarque y encontrar la puerta para el vuelo Delhi-Chennai en el enorme nuevo aeropuerto de esta ciudad, quizás otro día lo explico.
Me subo al avión con unas décimas de fiebre. Hay que joderse.
Necesito playa para descansar. Se me ocurre Bali… ¿Qué os parece?.
Me subo al avión con unas décimas de fiebre. Hay que joderse.
Necesito playa para descansar. Se me ocurre Bali… ¿Qué os parece?.
Martes, 12 de Abril de 2.011, 8 de la mañana. Llego a Singapur… Menudo contraste con Katmandú. Me voy a dormir un rato, que apenas he podido en el avión. Visto lo visto, es casi un milagro que esté aquí ahora mismo... Toca dormitorio compartido, los precios están por las nubes: 20 $ de Singapur (unos 12 €) en habitación compartida con 11 personas más.
Sergi Sergi, jeje. Después de estar en Nepal,con BUda y los monjes, ¿a qué viene tanto estrés? Como bien dices ellos no conocen esa palabra, ni tampoco la de rapidez, impaciencia, deprisa... Reláaaajate, disfruta, y si pierdes un avión... pues cojes otro, lo único que pierdes es dinero, ojalá todos tus problemas, y los nuestros fueran sólo por dinero (pudiéndolo pagar claro está).
ResponEliminaEsos conceptos son occidentales, europeos, y son vicios que todavía tienes de aquí, apártalos y disfruta el momento, como dirían los latinos "Carpe Diem" o como dirían en Tanzania "Hakuna Matata".
UN abrazo amigo, que siga la aventura!
Charlie