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dilluns, 18 d’abril del 2011

Cosas que te pueden pasar cuando viajas (sólo).

Ubud (Bali), 19 de Abril de 2.011.
Como os podéis imaginar, durante un viaje así, la colección de anécdotas se incrementa día a día. Las hay de diversos tipos, tamaños e importancia. Y aquí me he propuesto relataros algunas, para uso y disfrute del personal.
Muchos de vosotros, previamente al viaje, me manifestabais la admiración que sentíais por atreverme a esto de viajar sólo, sin nada establecido, sin compañía a la que acudir en un momento de duda, malestar o necesidad. Bien, ahora puedo reiteraros que lo mío es muy fácil, pero que muy fácil, comparado con algunas personas que he visto/conocido.
Por ejemplo, en Singapur vi a un hombre de unos 55-60 años viajando sólo, durmiendo en un hotel de dormitorio compartido. No me imagino a mi padre o a mi madre haciendo algo parecido, verdad papá/mamá?.
En ese mismo hotel de Singapur, conocí a una pareja de Euskadi, que llevan 3 meses viajando y piensan estar hasta septiembre, más o menos (los conocí después de estar un rato escuchándolos, me parecía euskera, pero no lo corroboré hasta que vi la Lonely Planet en castellano y ya les pregunté). Y preguntaréis: ¿qué tiene de meritorio?. Bueno, dejaron el trabajo en diciembre para irse de viaje. “No hay más preguntas, señoría”.
Pero el que más me impactó fue el de un chico de BCN que conocí también ahí en el hotel de Singapur. Lleva 3 meses viajando y esperaba estar un par más. Lo más fuerte del caso es que el tío pilló la mochila sin tener ni idea de inglés. ¿Os imagináis lo que es eso?. Pufff… alucinante!!.
Desde aquí, mi respeto y admiración por todos ellos.
En Singapur me llovió los dos días. Así que la segunda noche salí a hacer unas fotos nocturnas, que había aclarado el cielo. Me encanta la fotografía nocturna y en una ciudad así, las fotos son preciosas. Pues bien, tras pasear tres horitas buenas, decidí que era el momento de volver al hotel y como estaba algo alejado, pues ir en metro. Tan bien que me suelo orientar, no me llevé ni guía, ni mapa ni nada de nada… Mi cámara y yo. Y aunque tenía una remota idea de por dónde estaba el metro, evidentemente, no fui de manera recta y directa, sino que pasé por algunas calles… bueno, una era una calle alargada, estrecha, de unos 200 m. de largo. Ya al entrar en ella, pensé que era “sospechosa”, pero vamos, bien iluminada. A los pocos metros vi que estaba repleta de clubes… y no de ajedrez, precisamente. Nuevamente: “No hay más preguntas, señoría”.
Una de las cosas que me está empezando a tocar lo que no suena es que el gasto se me está disparando por ir sólo. En casi ningún sitio tienen habitaciones individuales, por lo que tengo que dormir en una doble y aunque a veces consigo algún descuento, este no es proporcional, ni muchísimo menos, al hipotético caso de que viajara con alguien. Si una doble cuesta 12 €, igual consigo que me lo dejen en 10, que no serían ni mucho menos los 6 que pagaría viajando con alguien. Y eso lo podemos extrapolar a los taxis o, como aquí en Bali, a contratar un tour, que si vas en grupo, un tour de un día puede salirte por unos 12 € pero si no vas en grupo, para ti sólo puede costarte hasta 30. Eso ha provocado la situación de hoy. Ayer, después de visitar el Monkey Forest y hacerme un masaje balinés como dios manda (9 € una hora de masaje por todo el cuerpo. ¡Espectacular!), me dediqué a ir preguntando por numerosas agencias de Ubud (el pueblecito del centro de Bali donde estoy) por diversos tours, especialmente el Bedugul Sunset Tour. Bien, en ninguna tenían a nadie para el día siguiente para ese tour. Ya cansado, opté por la táctica segunda: preguntar si tenían algún grupo para cualquier tour para el día siguiente. En la segunda agencia… ¡¡bingo!!. Tenían un grupo de 4 personas para el día siguiente para un tour que no pintaba nada mal. Hoy, a las 8.45 estaba ya esperando a que me recogieran. Me subo y van… dos chicas. Pienso que van juntas, claro. El conductor me pregunta que de dónde soy y demás (típicas preguntas para romper el hielo), le digo que de “BCN, Spain” y entonces la chica de mi lado empieza a hablarme castellano-francés… Es francesa, vive en París, pero su madre es de Lleida… La chica que va sentada delante, es alemana y comenzó el viaje el mismo día que yo, pero haciendo Java, Sumatra… también varios meses por el sudeste asiático. A los pocos minutos, recogemos a un chico joven, también va sólo. Es de Holanda. Lleva 3 meses viajando por aquí y está acabando su viaje. Y poco después, a un hombre de unos 50 años de Hong Kong. Así que ahí estaba yo con el conductor indonesio, un hongkonés (desconozco el gentilicio, si alguien es tan amable de decírmelo…), un holandés, una francesa y una alemana…. Y os juro que no es un chiste, jajaja. Por cierto, cosas curiosas: la francesa y la alemana hablaban en francés; la francesa y yo, en castellano; y los cuatro… en inglés. El Dr. Miyagi (así es como hemos apodado al hongkonés, un poco autista el tipo, pues apenas ha abierto la boca, mientras nosotros comíamos él no sé qué ha hecho…) no se relacionó casi con nosotros.
Más cosas…
En Nepal hay muchos rickshaws y uno puede pensar que se ganan la vida de eso. Craso error. Creo que con lo que cobran, los pobres, se ven obligados a buscar fuentes alternativas de ingresos. Así, se convierten en agentes comerciales y según la hora, pues te ofrecen unas cosas u otras. Durante el día, pues además del rickshaw, se ofrecen como guías, llevarte a algún restaurante que conocen, si quieres hacer trekking, etc. A medida que cae la noche, la oferta comienza a ser más… hummm… cómo decirlo… hummm… en fin, que cada uno ponga el adjetivo que crea más oportuno. Pues bien, cada noche que volvía de cenar, que tenía como 15 minutos caminando hasta mi hotel, por calles completamente a oscuras (sí, sí… ni una luz, que una vez me crucé con 5 vacas que venían directas hacia mí y no las vi hasta que las tenía a dos metros. ¡¡El susto que me dieron y el salto que pegué!!), pues se te acercan estos del rickshaw y te empiezan a proponer, así en voz baja, acercándose a tu oído… “smoke?. Hashiss?. Marihuana?. Girls?”. Je… menos mal que soy un tío sano y no consumo ni voy con mujeres de moral distraída, porque si no aquí hubiera acabado mi viaje, fundiéndome todo el dinero, vaya.
Ahí en Katmandú, una mañana fui a pagar un café en un italiano (riquísimo, por eso fui ahí) y le di un billete de importe elevado para pagar, pues no tenía más pequeño. El chico, tras buscar cambio, salir a buscar a comercios de alrededor y demás, viene y me devuelve el billete, diciéndome: “ya me lo pagarás”. Cierto es que ya había ido un par de veces y me conocían, pero vamos… evidentemente, por la tarde, en cuanto tuve cambio y pasé por allí, les pagué el café.
Otra…
En el camino entre Tansen (Palpa) y Lumbini, debía coger 3 autobuses diferentes. Bien, entre el 1º y el 2º, sucedió que llegaba el mío cuando estaba saliendo el que iba a mi siguiente destino. Se gritaron entre autobuses, el chico del autobús donde yo iba subió al techo a por mi mochila, el conductor aproximó el autobús al otro, pasaron mi mochila de un techo al otro… y subí corriendo al segundo autobús, entre risas de los pasajeros de este, claro.
Y explicaría algunas más, pero vamos, de momento vais servidos.
Ahora estoy en Bali, en el centro de la isla. Mañana he quedado con Sylvia (la francesa) y Pavira (la alemana) para comer y mirar de hacer el Bedugul tour pasado mañana, con lo que vería casi todo lo más importante del centro de la isla, dejando la costa para el final. Seguramente en unos días esté en Nusa Lembogan en unas playitas que quitan el hipo y haciendo alguna inmersión en estas aguas cristalinas.
Y ahora llevo días dándole vueltas a un asunto que igual me hace variar un poco el plan del próximo mes en Malasia. No estoy aún seguro, pero la idea comienza a fraguar en mi mente y empieza a tomar cuerpo. No variaría en exceso, simplemente Malasia la dejaría para otra ocasión para estarme varias semanas en un sitio concreto… hummmm… ¡¡ya veremos!!

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