Nusa Lembongan, 25 de Abril de 2.011.
Los días en Bali han transcurrido, básicamente, en Ubud, desde la cual es fácil recorrer la isla en su interior con algunos tours. Yo hice dos y vi multitud de puntos de interés del centro. Además, Ubud ha sido delicioso.
Tras unos días allí, me dirigí hacia Nusa Lembongan, una islita frente a Bali, con playas que parecían ser paradisíacas (no están mal, pero no matan) y con oportunidades extraordinarias para el submarinismo… Y aquí, sí que es exquisita…
Fui a preguntar a varias agencias PADI de submarinismo por los puntos de inmersión, coste, refrescar algunos conceptos, etc. y eran todas muy parecidas. Al final me decanté por una que me pareció bastante seria y el equipo que vi estaba en muy buen estado. Quedamos para hoy a las 7.45 de la mañana, para recordar algunos conceptos que tenía un poco en un punto indeterminado de mi mente, pues desde septiembre pasado que obtuve el Open Water (nivel mínimo de buceo) no había hecho nada. Y como hoy también cogía el Fast Boat a las 15 h. de vuelta a Bali (mañana tengo el vuelo hacia Sulawesi a las 6.50 de la mañana y tengo que estar cerca del aeropuerto), pues debía dejar la habitación lista y mi mochila preparada, con lo que me he despertado sobre las 7 de la mañana. No está mal…
Total que, puntual como un suizo, he llegado al centro de buceo. Había una pareja francesa que se están sacando el Open Water (OW) y un holandés algo más experimentado. Los monitores, una pareja alemana, creo. A mí me tocó con la chica, pues el chico estaba con los OW. Tras preparar el equipo, mirar traje de mi talla, escarpines, aletas, máscara, subir las botellas de oxígeno a la barca, etc., zarpamos… Primer punto de destino: Manta Bay. En el camino, el briefing típico donde te explican un poco lo que vas a hacer, instrucciones, cómo está el mar, qué se puede ver… Y la chica se ha sentado conmigo para repasar, sobre todo, tema de señales visuales, que no las recordaba muy bien (vaciar la máscara de agua en el fondo, recuperar el regulador, etc. Sí que lo recordaba… así que fue muy breve, apenas dos minutos). El tema se complica por el idioma. En Zanzíbar el bautizo fue con un monitor Israelí que dominaba el castellano y estaba Miquel, que nos había explicado muchas cosas antes. En el curso del OW en BCN y Girona, pues problemas de idioma, como que tampoco… Pero aquí, ay amigos!!!... Muchísimas palabras no las conozco en inglés para el submarinismo, equipamiento básico, nombres de peces, palabras como “corriente”, “compensar”… sí, ya sé, debería haberlas mirado antes en mi mini-diccionario, pero mi profesora de inglés, Jenny, decía de broma que mi diccionario era “erótico” porque una vez buscamos una palabra en clase y tenía una connotación un tanto picante, así que igual no hubiera encontrado esos conceptos que buscaba, jajajajaja… Total, que me lío como una persiana: recordar ha sido fácil, pero seguir algunas instrucciones en inglés, ha costado algo más. Si pienso en esta situación hace unos años, hubiera sido imposible: yo sólo, en una situación que requiere dominar el medio y que necesitas de la comunicación con tus compañeros, que cuando es en superficie es en inglés y con términos que no domino… puffff… lo dicho, hace unos años, ni de coña. Ahora lo tomo de otra manera, le echo un poco más de morro y me río cuando me equivoco, pero la gente te ayuda mucho. Fuera complejos y tírate a la piscina… o al mar, como en este caso.
Tras apenas 20 minutos de navegación, llegamos al Manta Bay point. Mientras nos terminamos de equipar en el bote, vemos 2 mantas nadando muy cerca de nosotros. Son preciosas. Negras, con un aleteo rítmico embriagante, suave, continuo. Deben medir como metro y medio.
“Ready?”. “Ready!”. Patos al agua… agarras con una mano el cinturón de plomos y con la otra el regulador y la máscara, dejándote caer hacia atrás desde la barca. El chaleco hinchado, te devuelve rápido a la superficie, donde te reunes con tus compañeros de inmersión. Todo en orden… descendemos… Y ante ti se abre un nuevo mundo. Es como cruzar una puerta a otra dimensión. Los ruidos cambian: escuchas tu respiración, quizás algún motor de alguna barca, la corriente marina… La luz difiere, también. Los rayos de sol caen y atraviesan el agua, difuminados, aportando color a lo que hasta hace unos momentos era un azul intenso desde la barca. Desciendes poco a poco. 1 metro. 2 metros. 4 metros. 8 metros. 10 metros… en el descenso comienzas a ver coral de mil formas y colores: azul, rojo, naranja, verde, fucsia, marrón... peces tropicales de todos los colores que os podáis imaginar y de formas algunas realmente increíbles: a rayas amarillas y negras, con rayas rojas, todo negros, azules… pequeños peces, medianos y algunos grandes. Bancos de peces que te rodean mientras tú… flotas. Sí, flotas. Si controlas un poco la flotabilidad (sería algo así como la estabilidad en tu trayectoria en el fondo del mar, ni subes ni bajas, te mantienes) eres como un pez más (entiéndase la metáfora), rodeado de coral, la luz que cae desde la superficie, peces tropicales que te rodean y tú, ahí, flotando, te dejas embriagar por la sensación maravillosa de estar en plena naturaleza. Las burbujas de tu respiración salen, poco a poco, con diversas formaciones: burbujas grandes y pequeñas… Flotas, como en nuestros sueños, de esos sueños que hemos tenido todos en los que flotamos en el aire. Pues lo mismo, pero en el agua. Vemos Anémonas, el Pez Tigre, el Pez Ángel, el Pez Trompeta, Leefy Scorpion Fish, Black Spotted Puffer, Striped Surgeonfish…
Cada poco nos paramos. La monitora pregunta si todo está bien: “Todo OK”. Controlas tu manómetro para ver el aire que te queda. Buceamos a unos 10 metros. Miramos a nuestro alrededor, hacia la superficie, esperanzados en ver nadar por encima de nuestras cabezas alguna manta, que nos deleite con su elegante nadar. Tras 52 minutos de inmersión, no ha habido suerte. Al parecer a las mantas les gusta nadar entre olas grandes y hoy el mar está calmado. Subimos a la barca y al fondo vemos delfines saltando en mar abierto. Cuando íbamos a dirigirnos hacia allí, los perdemos… La monitora nos explica que en Hawaii llegó a ver mantas de 4-5 metros. ¡Increíble!. ¿Os lo podéis imaginar?. Uffffffffffff….
Nos dirigimos a la segunda inmersión: Cristal Bay.
Sí, su nombre ya lo dice todo: Cristal Bay… Una pequeña bahía con una playa de arena blanca y una hilera de palmeras que la protegen de la espesa vegetación que hay detrás, en la montaña. El sol cae perpendicular a esta hora. El azul turquesa del mar permite una visibilidad extraordinaria, de más de 20 metros. Comemos algo mientras esperamos a la siguiente inmersión, en un lugar idílico. Lástima que me dejé la cámara en el hotel, porque era una foto de postal (ah, y la fujiprix de usar y tirar no hace fotos acuáticas, lo siento!!!... porque hubiera sido la foto del viaje, fijo!!!). A eso de las 11.40 nos dejamos caer hacia atrás para la segunda inmersión. Descendemos, poco a poco, junto a una pared que cae unos 45 grados, repleta de coral y cientos y cientos y más cientos y otros cientos de peces tropicales que se mueven a nuestro alrededor, se alimentan, se persiguen, se esconden… 10 metros. Seguimos descendiendo. 15 metros. 20 metros… 21’3 metros es la máxima profundidad que alcanzamos. Creedme: 21 metros es mucha profundidad para un novato como yo. Miras hacia arriba y la superficie te parece que está lejísimos. Sería como un 8º-9º piso. E impresiona. Pero tú buceas tratando de controlar tu respiración, sin hacer movimientos bruscos, admirando la belleza del paisaje submarino, al que la mayoría de humanos no accederá nunca y que sólo verán por “documentales de la 2”… o ni eso. Igual prefieren ver el tomate y esas cosas antes que dejarse impresionar por esta maravilla natural.
Así buceamos unos 40 minutos en esta 2ª inmersión antes de volver a la superficie y retornar a nuestro medio natural: tierra firme.
En la barca, el sol pica ahora. Las olas que forma la barca te salpican el rostro. La brisa te acaricia. Cierras los ojos y piensas en todo lo bonito que has vivido, en otra gran experiencia que quedará, para siempre, grabada en la retina de tu cerebro. Respiras, te sientes vivo y, una vez más, valoras lo afortunado que eres de poder vivir esta experiencia. Y te acuerdas de algunas personas que te hubiera encantado que estuvieran aquí para que hubieran podido disfrutar, junto a ti, de esta maravilla. Quizás sea el único lunar: disfrutar en solitario y sólo poder compartirlo con vosotros a través de unas líneas escritas en un modesto blog.
A quienes no habéis probado el submarinismo y os gusta el mar, la naturaleza… os lo recomiendo fervientemente. A mí me introdujo el gran Maikel Sparrow Aguilar y es de lo mejor que he probado en los últimos años. Delicioso. Gràcies, Maikel!!. I hope we’ll dive on Vietnam next august!!…
Y hasta aquí la lección de hoy de oceanografía de Jacques Sergio Cousteau.
Q pasa cuñao!realmente genial el post de hoy,solo una cosilla,te has quejado q sa tenido q madrugar para ir a bucear,y te recuerdo q yo madrugo para caravanear en la B-23.
ResponEliminaOtro modo de ver la vida(para todo lo demad tiempo y tu mastercard) jajaja un abrazo!!desde el mundo real;-)