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dimarts, 8 de gener del 2019

Enlaces a las fotos de Marruecos

Y aquí el enlace a las fotos de Marruecos.
Algunas son, sencillamente, deliciosas.

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Hasta el próximo destino!!

De cómo el plato fuerte se convierte en el insípido...

Marrakech, 5 de Enero de 2019

Habitualmente, me gusta dejar las cosas buenas para el final. De este modo, el sabor que te queda siempre es más agradable y la sensación mucho más placentera. Y lo suelo hacer en multitud de facetas en la vida, pero la más reconocible es en las comidas.

Pues cuando diseñé en mi cabeza más o menos el recorrido que quería hacer por Marruecos, pensé que dejar Marrakech para el final, podía ser una buena idea...

Y después de lo vivido, lo experimentado, lo visitado, lo conocido del país, debo decir que... decisión equivocada. Vamos a sentar las bases de la polémica: Marrakech no me gusta. Ale, ahora que ya lo he dicho, podéis tirarme a los leones si es lo que os apetece. A partir de esa afirmación, todo lo demás es pan comido.

Vamos a ver, me explico: sí, tiene Jamaa el Fna que es un espectáculo en sí mismo. Tiene el precioso Palacio de la Bahía. Y también las tenerías de los curtidores. Incluso alguna joya escondida y poco visitada... pero qué queréis que os diga, una vez has visitado el zoco de Fez y la delicia de pasear, sin más, por el de Meknés, con poco turismo, pocas tiendas en su interior, gente mucho más amable, etc., pasear por la Medina y, especialmente, por el zoco de Marrakech, se convierte en algo realmente tedioso. Sí, tedioso, así en su sentido más contudente. Te agobian constantemente para que les hagas caso, a menudo se te ponen delante, las motos pasan a toda leche rozándote constantemente, mucha más contaminación, etc.



Sí, Jamaa el Fna ya justificaría la visita a esta ciudad, pero vaya... Además, en las tenerías fue donde tuve el único incidente serio con marroquíes. Tras acompañarme un trozo (que lo hice más por deferencia que por necesidad, porque yo ya iba bien encaminado y apenas estaba a 300 metros de la calle principal de las tenerías) un hombre de unos 40 años con su hija pequeña, que saliera otro chico joven de una (de unos 26-27 años), me hiciera una pequeña visita de apenas 10 minutos a dos de ellas... pues cuando salíamos, pensé: "dale una pequeña propina" y ahí que preparé mis 15 dirhams que son 1'5 €. Puedes pensar que es poco, me da igual, vamos. Es lo que pensaba darle tras hacer algo que podía haber hecho yo solo. Pues cuando se lo voy a dar, en la puerta, con el otro hombre y su hija también allí esperando, me dice que no, que 50 dirhams por cada una de las dos tenerías. O sea, me pedía 100 dirhams. Me lo quedo mirando y le digo que ni hablar, que le doy los 15 y si no los quiere, pues nada. Me insiste y empieza a alzar la voz. El otro se levanta y se me acerca también. Empiezan los dos a alzar la voz, que tienen que comer, etc. Y les insisto que si lo que quieren es cobrar eso, que pongan un cartel en la puerta, pero que yo no veo ninguno y que no les voy a dar lo que me piden. Llaman a otro hombre que sale de una de ellas, este hombre de unos 50 años, 1.80 metros... así que allí estaba yo, con mi cámara en mano, rodeado de 3 tipos gritándome y pidiéndome 100 dirhams. Me los miré a los tres y les insistí: "esto es lo que hay. Si queréis estos 15 dirhams, perfecto. Pero yo no veo ningún cartel aquí. O sea, o los 15 o nada"... Se los puse en la mano al chico joven y me alejé tranquilamente, no sin mirar de reojo por si las flies...

Pero os prometo que esta anécdota desagradable no influye en mi percepción de la ciudad. Aunque no es menos cierto que esto mismo lo vi una, dos, tres, cuatro y muchas más veces en Jamaa el Fna con turistas que sintiéndose acosados por cantantes, acróbatas, tipos con monos encadenados, otros con serpientes y cobras, etc. acababan por abrir la cartera y darles varias monedas de 5-10 dirhams por una foto, haberles escuchado un minuto en una plaza pública o haberse acercado a los animales (cuyo trato deja bastante que desear, por cierto).



En fin, eso es Marrakech... Si quieres conocerlo, adelante. Pero yo, de este viaje, me quedo más con la noche en el desierto, el zoco de Essaouira y su atardecer, la visita a Tamdaght y bajar por el lecho seco del río hasta la maravilla de Ait Ben Haddou, el palmeral de Skoura, la medina de Fez, pasear por las ruinas de Volubilis o el encanto de perderse por calles sin turistas en la medina de Meknés... Llámame raro...

Maa salama!

dijous, 3 de gener del 2019

Mogador

Essaouira, 3 de Enero de 2019

No, Mogador nada tiene que ver con Frodo y El señor de los anillos. Aquello era Mordor. Esto es Mogador. Aquello eran tinieblas, oscuridad, maldad. Esto es luz, mar, relax...

Mogador era el nombre antiguo que tenía esta ciudad y que pasó a denominarse "Essaouira" a finales del siglo XVIII y que significa "bien diseñada". 

Y es aquí donde se produce una fusión extraordinaria de culturas y grupos étnicos: árabes chiadma del norte, bereberes haha del sur, gnaouas de África meridional y europeos, afincados o visitantes, que le confieren a la ciudad un encanto extraordinario.

Debo confesar que era uno de los destinos marcados en mi viaje con mayor determinación. E, incluso, ha superado las expectativas.

Essaouira... Tu nombre suena a brisa marina. Tu olor es pura delicia. Tus sonidos, embelesan... Recorrerte es un placer. Pasearte es toda una maravilla.

Bajar hasta tu puerto, contemplar las gaviotas sobrevolando nuestras cabezas. Los marineros con el pescado fresco. Las subastas. Las redes de pesca enganchadas, reparadas diariamente, siempre como marco de fondo de tu ritmo.


El mar, batiente, contra las rocas que te protegen, contra tus muros. Así lleva siendo desde hace 250 años... 

En muchas cosas y en muchos momentos me recuerdas a Stone Town, en Zanzíbar. Con tus puertas de madera laboriosamente talladas. Con los dinteles majestuosamente decorados. Los callejones que albergan sorpresas, detalles, silencios... Hueles a mar salada. A pescado fresco. A especias. Hueles a placer. Hueles a libertad. Tú, que fuíste testigo de épocas pretéritas plagadas de guerras y disputas, te alzas majestuosa mirando al Atlántico, orgullosa de ti misma, de lo que fuíste, de lo que eres y de lo que puedes llegar a ser. 

Suenan músicos callejeros aquí y allá. Paseo por las estrechas calles de tu medina. Recorro tiendas, galerías de arte, teterías, pequeños restaurantes árabes... Hablo con quienes te conocen mejor que yo. Veo niños jugar aquí y allá, con la inocencia que recuerdo en mi niñez y que ya no veo en los niños de estos días. 

Subo a tu muralla oeste a contemplar el atardecer, cómo se va escondiendo el sol en el horizonte, detrás del mar, mientras nos siguen sobrevolando las gaviotas. El mar, bravo, ruge contra las rocas. Te hago fotos, te sorbo a instantes... Te respiro. Me inspiras.



Y quiero asirte, abrazarte, atraparte... Pero sólo me dejas acariciarte. Porque no me perteneces. O eso me dices. Eres de todos los que te viven. Y entiendo que así debe ser, ahora y siempre.

Aprovecho que estoy relajado, después de unos días de ritmo agotador para relajarme y disfrutar de pequeños placeres que nos ofreces. Ceno algo de marisco junto a tu puerto. Me doy el lujo de ir a un Hammam para un baño, exfoliación y masaje relajante en un entorno mágico. He ido al Baño Oriental Mumtaz Mahal y me pareció de justicia poética con mi historia personal (si no sabes quién era Mumtaz Mahal, ya puedes ir a wikipedia corriendo y culturizarte un poco).

Había muchas opciones para ese Hammam y masaje, pero elegí este, sólo por su nombre, evocando aquel maravilloso viaje a India y la perfección absoluta del Taj Mahal. Me pareció de justicia poética a mi propio camino... Y estuvo mucho más que a la altura, sin duda.



Y ahora, sentado en una terraza de la plaza Moulay Hassan, el sol africano regalándonos su presencia, tomando un té bereber, con música de fondo de artistas callejeros, te escribo para despedirme. Con mucha pena te dejo aquí ... Pero sé que si un día decido volver a verte, seguirás esperándome tan altiva y humilde a la vez, tan mágica, envolvente y seductora.

Nuestros caminos se separan... Me voy hacia mi última parada antes de volver a casa: Marrakech.

Hasta siempre, Essaouira.

dimarts, 1 de gener del 2019

Aventuras y desventuras por Marruecos

Ait Ben Haddou, 30 de Diciembre de 2018

Desde Merzouga pude llegar a Skoura en unas 6 horas de camino, parando 45 minutos a comer. Hay que tener en cuenta que el único bus que hay desde Merzouga a Ouarzarzate sale sobre las 8 h. Yo pude subirme en una van con unos cuantos de los que habían dormido en el desierto, que se dirigían a Marrakech.

La primera impresión al parar en Skoura, en la carretera fue: "qué hago aquí?". A simple vista, un pueblo polvoriento en medio de la nada, sin un centro de la ciudad reconocible... Pero qué poco aprendo a no fiarme de las primeras impresiones.

Tenía dos misiones prioritarias al llegar: encontrar un banco y un sitio donde dormir. No fue difícil el banco, lo de dormir, ya ... Sin tener ni un plano de la "ciudad", comencé a caminar como un pollo sin cabeza. Acabé preguntando a un hombre que le encomendó a un niño que pasaba por allí que me acompañara y así encontré un Riad apartado, donde sólo se alojaba Ohlin, un alemán algo mayor que yo que viajaba sólo y con quien conversé por la noche.

Luego salí a pasear y explorar. Acabé en la calle del mercado y allí conocí a Saïd Aichi, que hace de guía por la zona. Quería visitar la Kasbah Amridil, básicamente y Saïd me dijo que a un kilómetro de la Kasbah estaba la fortaleza de Dar Ait Sidi el Maati y que lo podíamos ver en un par de horas. Descartamos los taxis, por caros, y acabamos en una moto al estilo tuc tuc, con un pequeño remolque detrás con un asiento de madera. Ahí estaba Iman, la hija del propietario de la moto con remolque. Una niña preciosa!! Así que nos pusimos de acuerdo y para allí que nos fuímos los cuatro. Y al desplazarnos por caminos terrosos del interior, alejados de la carretera principal se descubre la belleza de Skoura, con su infinidad de Kasbahs en medio de palmerales protegidos por la Unesco. Además, la fortaleza recomendada por Saïd es una maravilla, aunque son un conjunto de fuertes y Kasbahs medio derruidas.



Por si alguien tiene interés, le dejo el telf de Saïd, que ronda por la calle principal o la del mercado: +212696826414.

Al volver, quise probar lo que he denominado donuts-churros que hacían en un puesto de la calle; con forma de donut pero que tienen la masa y el sabor de los churros. Eso con un té bereber... Buenísimo!! Eso sí, no te fijes en exceso en el proceso...

Al día siguiente repetí con los donuts-churros y el té bereber. Justo allí, el minibus que iba hacia Ouarzarzate y al lado de donde paraba en esta, el minibus que iba a Ait Ben Haddou, el siguiente destino.

Esta pequeña ciudad es famosa por su Ksar, repleto de Kasbahs en la ladera de una montaña. Aunque ha sido restaurado parcialmente, sobre todo al ser escenario de algunas superproducciones como "El reino de los cielos", "Gladiator" o "Jesús de Nazaret", si se tiene tiempo, recomiendo su visita. Por la tarde, tras encontrar alojamiento con unas vistas estupendas, paseé por el Ksar y subí hasta su cima. Es bonito, aunque repleto de turistas que vienen desde Marrakech (a 188 km) sólo para pasar dos o tres horas y volverse. Yo decidí pasar dos noches aquí para descansar un poco después de esta primera semana sin descanso.

Por la tarde subí a la cima de una pequeña colina frente al Ksar para ver el atardecer y hacer algunas fotos.



Al día siguiente, cogí un taxi para ir a Tamdaght, un pueblo a unos 6 km al norte de Ait Ben Haddou, con una pequeña fortaleza en un Kasr semiderruido y abandonado, donde no hay absolutamente nadie. También escenario de algunas escenas de las películas antes comentadas, merece muchísimo la pena escaparse desde Ait Ben Haddou porque es una visita alejada del turismo, en un entorno precioso y de unos edificios con un encanto increíble. Si no te gusta la Historia ni sabes apreciar estos edificios antiguos, ahórrate la visita porque dirás que son "4 piedras"...



La vuelta a Ait Ben Haddou fue... diferente. Decidí hacer los 6 km a pie, pero no por la carretera principal, sino por el lecho seco del río, que baja con un caudal limitado. En los puntos de mayor corriente, el ancho podía ser de 8-10 metros, sin mucha profundidad. Así que por ahí caminaba... Pero en algún momento el cauce del río llegaba hasta un talud por donde ya no podía pasar, por lo que debía cruzar el río, bien saltando de piedra en piedra, bien con el agua por los tobillos... Y así 4-5 veces, buscando caminos alternativos por huertas, taludes y demás. En poco más de hora y media, llegaba a Ait Ben Haddou, con los pies empapados y las botas llenas de barro... Gajes del viajero improvisador!!

Y como voy muy bien de tiempo, he decidido modificar algo el itinerario. La idea era llegar a Marrakech y de ahí escaparme a Essaouira... Pero he decidido hacerlo al revés: directo a Essaouira para descansar allí 2-3 días y acabar en Marrakech antes de volver a casa.

Unas anécdotas finales.
Por un error de cálculo, me había quedado casi sin dirhams en Ait Ben Haddou y ahí no hay cajero. Así que pensando, pensando, cómo podía obtener dirhams cambiando mis euros. Había visto un restaurante chino en la calle principal y allí que me fuí diciéndoles que quería cenar, pero que tenía que pagarles en euros y devolverme el cambio en dirhams. Dicho y hecho. Estos chinos no pierden ni una ocasión de hacer negocio. Y así maté dos pájaros de un tiro.

Luego, como al día siguiente madrugaría para ir hacia Tarudant, decidí comprar un paquete de galletas, entré en un pequeño colmado y vi unas así con chocolate. En el plástico ponía claramente "1€", lo que equivale a unos 10 dirhams. Cuando voy a pagar, me dice: "25 dirhams"... Le dije que ni hablar y al final, fueron 10, obvio. Y así vamos...

Hoy, para desayunar, en el mismo sitio que ayer me cobraron 50 dirhams por el desayuno (café y tortilla bereber) hoy me pedían 70. Si esto no es divertido, yo ya no sé...