Pula, Istria, Croacia, 4 de Septiembre de 2021.
Cuando yo era niño veía películas futuristas del siglo XXI donde había coches voladores. Menuda estafa!! En el siglo XXI hemos aprendido a lavarnos las manos, aislarnos socialmente y a llevar mascarilla. Por un virus. Un virus!
Si la Humanidad tuviera una única conciencia, este último año y medio hubiera supuesto una auténtica cura de humildad. Pero como somos omnipotentes y omnigilipollas, pues nada, unos cientos de miles de muertos en el mundo y mañana será otro día, que somos 8.000 millones.
Y esto, obviamente, trunca planes. Pero líbreme Dios (ese que no existe y por el que matan algunos talibanes occidentales) de quejarme yo de mis planes truncados. Lo que importa no son esos planes postpuestos, sino todo aquello que fue pero ya no es; todas aquellas personas que estuvieron, pero ya no están; todos aquellos sueños que un día fueron pero se rompieron. Personas que nos dejaron, seres queridos... Y personas que pasan por nuestra vida y te marcan, de un modo u otro.
Para mí, como para la mayoría, tampoco ha sido fácil y se ha complicado estos últimos meses. Así que, sí, pocas veces digo que "necesito" algo. Pero esta vez, en mi interior sí necesitaba salir, escapar, pensar, bucear en mi yo, estar conmigo mismo de una manera consciente, integrar situaciones, pérdidas y sentimientos, dialogar con mi voz interior, sonreír, observar, llorar y seguir. Seguir. Seguir. Siempre, seguir. Pese a todo y contra todo, seguir.
Y todo esto en un blog de viajes. Pero viene a colación porque este año y medio ha marcado de manera definitiva mi destino viajero post-pandemia heavy. No quería coger un avión a riesgo de comerme el billete. Tampoco quería cruzar el país vecino para ir a Portugal. Así que, poco a poco, los Balcanes se fueron dibujando en mi horizonte. Y las opciones eran muchas y variadas en estos países. Finalmente, haré algo similar a Croacia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina, si me da tiempo.
Además, nuevamente, se combinan 3 pasiones: viajar, conducir y la fotografía. Es mi cuarto Roadtrip: por Europa en 2005; West Coast USA en 2018; Normandía y Bretaña en Francia en 2019.
De momento, estoy en el sur de Istria, península al noroeste de Croacia y colindante con Eslovenia.
El viaje, de 1.400 Km desde Olot, fue en dos partes: una hasta Niza-Mónaco en 6 horas y al día siguiente desde Mónaco hasta Poreč. Viaje, en general, tranquilo, con algunas paradas, buen tiempo y sin sobresaltos. Como curiosidad: en ninguna frontera terrestre me detuvieron para comprobar el pasaporte COVID, excepto en la esloveno-croata. Me preguntaron por él, le dije que sí y cuando lo estaba sacando, el poli se había dado la vuelta y me dijo que circulara. Vamos, que podía ser la receta de un Omeprazol...
Atardecer en el puerto de Poreč.He visitado ya Poreč, Rovinj y Pula, tres pueblecitos de Istria, cada uno con su encanto. El delicioso del todo es Rovinj, con unas calles empedradas y fotogénicas que son una maravilla, aunque cuando llueva puede ser un festival de caídas por resbalones y brazos rotos, vaya... Pula tiene la joya de su anfiteatro romano que está espectacularmente bien conservado. Y de Poreč lo destacable es su preciosa puesta de sol, tornando el cielo rojizo.
En los próximos días tengo intención de ir a los Lagos de Plitvice, Zadar, Sibenik, Split, la isla de Hvar y Dubrovnik. Y luego ya pasaría a Montenegro, después a Bosnia-Herzegovina y vuelta a Croacia antes de volver a casa.
Y, no os lo niego, quiero algo de playa de esas de postal, de Mar Adriático engalanado de aguas azul turquesa, cristalinas, rodeadas de vegetación. Algo parecido a la Costa Brava, sí...
Tengo entre ceja y ceja Punta Rata Beach en Brela. Sería un colofón del viaje a la altura.
Ya os contaré. De momento, esto es todo, estimado/a lector/a.
Un abrazo.
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