Perast, Montenegro, 14 de Septiembre de 2021.
El viaje entre Dubrovnik y la entrada en Montenegro, recorre algunas carreteras panorámicas preciosas y es totalmente recomendable. Tras pasar los trámites fronterizos (ID card, pasaporte Covid y documentación del coche), me adentro en este país bastante desconocido para mí.
El objetivo es llegar a Kotor, parando en Herceg Novi y Perast por el camino. Si he dicho Herceg Novi es que te has confundido. No he dicho que haya visitado esa ciudad. Lo voy a negar siempre. Ad eternum. Es decir, si pasas por aquí, puedes saltártela. Te harás un favor. Y hasta aquí esta ciudad.
Otra cosa bien diferente es Perast. Esta diminuta población a orillas de la bahía de Kotor, con palacetes centenarios, iglesias de siglos de antigüedad, la bahía bañándola de una manera deliciosa, la subida al campanario de 55 metros que te ofrece unas vistas sorprendentes y refrescantes... todo ello es pura delicia. Paso varias horas arriba y abajo, como junto al lago, el sol cae con fuerza y la bahía atrapa.
Perast
Después de comer, sigo el camino hacia Kotor. Las 3 poblaciones están a pocos kilómetros las unas de las otras y se hace por una carretera panorámica que va bordeando las orillas de la inmensa bahía, con las bocas envolviéndote, las montañas observándote, el sol reflejándose en las aguas cristalinas.
Tras algunas vueltas para encontrar y aparcar bien el coche, descanso un rato y salgo a pasear por la ciudad con la cámara y mi trípode. Una ciudad amurallada, con calles empedradas (es la tónica en esta parte de los Balcanes), iglesias y más palacios, con la montaña asomándose guardiana sobre la ciudad a un lado, la bahía susurrante al otro. Y al día siguiente vuelvo a visitarla, ya con la intención de entrar en los edificios históricos que merecen la pena y se hace muy rápido, porque es una ciudad pequeña, la Kotor amurallada. Por la tarde me dirijo a un parque, al otro lado de la carretera, desde donde hay una visión sobrecogedora, que te deja sin aliento del atardecer en aguas de la bahía de Kotor. Magia, pura magia.
Vuelvo a mirar la previsión meterológica para la costa de Makarska, en Croacia. Mi intención inicial era volver allí viernes y sábado para pasarlos de playa idílica en playa idílica. Mi gozo en un pozo: justo esos dos días, lluvias. Hay que joderse, puto Murphy. Eso me otorga dos días "extras" que miro cómo redistribuir. De momento, al día siguiente decido ir hacia Budva, más al sur. Según la LP: "una Dubrovnik en miniatura". Mira que normalmente suelo hacer mucho caso a estos que escriben en la LP, pero el que escribió esto debería ir a desintoxicación en drogas. Mare de Deu senyor!!! La Stari Grad (ciudad antigua) es diminuta y aunque tiene una iglesia con frescos realmente interesantes, el resto son 4 calles empedradas y poco más, todo amurallado. Pero vaya... del resto de Budva, os diría que es Benidorm pero lleno de rusos/as. Haceos un favor y ni se os ocurra pasar tampoco por esta ciudad. Y con los días que me quedan de viaje y que quiero pasar por Bosnia-Herzegovina, no me da para ir al Cañón del Tara o al PN de Durmitor, alguna aldea que también tiene buena pinta.... me quedo con ganas de ver más en profundidad Montenegro, pero el tiempo da lo que da. Resumiendo, empate a 2: imprescindibles Perast y Kotor. Prohibidísimo visitarlas: Herceg Novi y Budva.
Y de Budva, camino a Mostar. Pero con sorpresa final. Tenía pensado pasar por el Monasterio de Ostrog, en un enclave realmente sorprendente, pero esta mañana no me desperté muy fino y no estaba para conducir por montaña y cientos de curvas. Así que opté por el otro camino, bordeando nuevamente la bahía de Kotor. De paso, la sorpresa... Ayer en Instagram, vi que mi amiga Doris decía que llegaba a Perast, por trabajo. Aluciné, obvio, porque yo estaba al lado. Tras contactar vía whatsapp, me confirma que está en Perast y quedamos que pasaría a verla un momento, en mi camino a Mostar. Dicho y hecho. Apenas nos podemos ver 15 minutos, pero un regalo volver a verla. Viajamos por la India juntos allá por el año 2009, aunque hubo ciertas diferencias en aquel viaje, no hay que negarlo... pero como persona, siempre ha sido una mujer espectacular. Haciendo memoria, la última vez que nos vimos fue en Londres, en Enero 2013, cuando yo estaba por allí buscando trabajo. Ella, tras trabajar en una farmacéutica, ahora está en una importante cadena hotelera y hoy nos hemos vuelto a encontrar aquí, donde ella ha venido por trabajo. Qué coincidencias tan sorprendentes tiene la vida, a veces.
El camino a Mostar, de más de tres horas y media, se hace entrando en la República Sprska, que forma parte de Bosnia-Herzegovina, y luego por Herzegovina, subiendo puertos de montaña, descendiendo por otras carreteras, pueblecitos, praderas... un paisaje realmente bonito.
Bosnia-Herzegovina me espera. Os seguiré contando.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada