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dijous, 9 de setembre del 2021

Recorriendo la costa dálmata.

 Split, Dalmacia, Croacia, 8 de Septiembre de 2021.


Tras salir huyendo del Sea Organ de Zadar (es broma!!), recorrí la costa hasta Split, con dos paradas por el camino: Sibenik y Trogir. Esta última no estaba incluida en los planes originales, pero Míriam me la recomendó y me detuve en el camino Zadar-Split. Menudo error hubiera sido saltármela!!

Si haceis el camino entre ambas ciudades y no tenéis excesivas prisas, me parecen dos pequeñas ciudades muy interesantes para visitar en 2-3 horas.

Sibenik oculta completamente su magnífico centro histórico de ciudad medieval. Rodeado de edificios grises, sin interés alguno, puede pasar completamente desapercibida. Pero si te detienes y bajas al corazón histórico de la ciudad, descubres edificios medievales de gran valor histórico, pequeñas callejuelas de piedra intactas, una fortaleza con una panorámica preciosa de la ciudad a orillas del Mar Adriático, edificios con tejas rojizas, casas bajas... una auténtica preciosidad, sin duda. Además, aparcar a las afueras (y evitando así pagar por los parkings del centro) es muy fácil y en menos de 15 minutos llegas al centro histórico. Fue todo un acierto incluirla en el recorrido inicial. Como curiosidad, esta pequeña ciudad es donde nació el mítico Drazen Petrovic.

                                                                         Sibenik

Y de aquí a Trogir, añadida a última hora...

Trogir es la siguiente delicia de este trayecto. La ciudad histórica de Trogir está más definida y separada de la nueva porque se encuentra en una islita unida al continente por un pequeño brazo de tierra y un pequeño puente. Y si Sibenik tiene un casco histórico delicioso, Trogir la supera, sin duda. Además, se nota en la cantidad de turistas que hay, cruceros que llegan a la ciudad, etc. Pasear sin mucho rumbo, perderse por las callejuelas, subir a la torre de la Catedral de San Lorenzo y ver la pequeña ciudad a tus pies, con el reflejo del sol en el Adriático es... un regalo del cielo.

Si pasáis por aquí, no deberíais perderos ninguna de estas dos pequeñas joyas.

 
Trogir

Y, finalmente, llegada a Split. Me alojé en una especie de residencia universitaria, a unos 15 minutos caminando del centro de la ciudad. Otro acierto, además de baratito y habitación doble para mí sólo. 
Split se mueve entre un ritmo controlado y el frenesí de lo que empieza a ser una gran ciudad, con una historia digna de ser revisada. Eso sí, un día es muchísimo más que de sobra como para visitarla. De hecho, visité la ciudad por la mañana, me fuí a la playa un ratito a primera hora de la tarde y volví por la noche a hacer fotos nocturnas con el trípode. Básicamente todo se concentra alrededor del Palacio de Diocleciano y sus calles adyacentes. Resulta curioso pasear entre muros romanos con bares, restaurantes, puestos de recuerdos y heladerías en casi cada rincón. El summum es el mismo Palacio que se convierte en una especie de teatro al aire libre con actuaciones musicales mientras la gente se sienta en los escalones del templo a tomar un mojito. Ay, si Diocleciano levantara la vista!!! Para lo que ha quedado su Palacio!!. Bueno, fuera bromas, estos rincones de Split no os dejarán indiferentes, os lo aseguro.

                                                            Split, Palacio de Diocleciano

De aquí ya tiro hacia Dubrovnik, la auténtica guinda del pastel croata, la perla del Adriático.

Y luego pasaría a Montenegro y Bosnia-Herzegovina.

Step by step.

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