Muang Ngoi, 12 de Julio de 2.011.
Abandoné Thailandia no sin cierta sensación de pena, porque ha sido un país espectacular en todos los sentidos, pero con la lógica incertidumbre de cómo sería el próximo país que visitaría: Laos.
Cruzando el Mekong, entre Thailandia y Laos. |
Tras varias horas en bus desde Chiang Mai, se llega a la frontera para entrar a Laos, cruzando el Mekong y llegando al primer pueblo de este país que he pisado: Huay Xai. Al bajar del bus para cruzar la frontera, conocí a un británico y una canadiense, así que los tres juntos cruzamos el Mekong y realizamos los trámites fronterizos típicos. Esa noche acabé compartiendo la habitación con el británico para ahorrarnos dinero, porque además la habitación era muy grande y con dos camas grandes. Salí a cenar por ese pequeño pueblo fronterizo y al poco acabó uniéndose a mí Medi, un marroquí que vive en Francia desde hace años, habla fluidamente árabe, francés, español e inglés y tiene una formación académica impresionante. Además, había viajado mucho y la conversación fue agradable. Tras la cena, nos despedimos, sin intercambiar mail, ni facebook ni nada… Sucede a menudo que compartes con alguien unas horas pero sabes que la relación no irá más allá, disfrutando de ese momento de conversación, sin esperar nada más. A ver si un día me animo a hablar de afinidades, complicidades, afiliaciones, acercamientos, etc. que se producen mientras uno viaja, con los turistas en general y con los que te encuentras de tu país en particular. Pero eso, quizás, en otra entrada.
Terrazas de arroz, en los alrededores de Luang Nam Tha. |
Al día siguiente salí hacia Luang Nam Tha. La mayoría de turistas que llegan a Laos por esta zona, suelen coger un barco lento que baja por el Mekong hasta Luang Prabang en dos días. Yo no quería bajar aún hacia Luang Prabang, porque además he cambiado un poco la ruta y en vez de entrar por el sur de Laos, he entrado por el norte, por lo que tengo más de tres semanas en el norte del país y puedo ver muchos más lugares. Así que me fui hacia Luang Nam Tha, a pocos kilómetros de la frontera con China.
Al llegar, me informé sobre tours de trekking para 1, 2 ó 3 días, pero los precios eran desorbitados completamente, en relación a lo que había visto en los países anteriores. Por un trekking de 2 días, más de 50 €. Vamos, que ni por asomo. A última hora vi una opción de pasar un día practicando kayaking y allí me apunté. El kayaking era con una familia australiana. No me llevé la cámara porque siendo grande, me daba respeto que se me mojara… como hubiera sucedido, vamos. El día fue precioso, bajando 31 km. por el Nam Tha, afluente del Mekong, surcando por entre montañas repletas de jungla, alguna villa tribal, la niebla cubriendo algunas montañas, ligera lluvia en algunos momentos… Un paisaje salvaje, delicioso, como de cuento. A la hora de comer, fue en una de esas villas, sentados en un pequeño taburete de unos 10 cm. de altura, de madera, comiendo steaky rice (para los profanos en el tema: arroz apelmazado que tienes que coger con la mano, arrancándolo del resto del arroz), con ensalada de papaya, morning glory (que es como algo de judías con espárragos en una salsa muy buena), pollo frito y pescado frito. Vamos, todo comido con las manos y delicioso.
Pasé la tarde y cené con Maxim, una chica holandesa que estaba viajando sola también. Un poquito de práctica de inglés, que no va mal.
Alrededores de Luang Nam Tha. |
El día siguiente fue más bien tranquilo. Tras desayunar y leer un rato, mientras paraba la tormenta impresionante que descargó al mediodía, alquilé una scooter para conducir por primera vez en mi vida una motillo de esas. Nunca me han gustado las motos, pero algunas personas me animaron y seguramente ese era el lugar ideal, con carreteras entre montañas selváticas, terrazas de arroz, pequeñas aldeas, casi nulo tráfico… Así que durante unas horas estuve recorriendo las carreteras cercanas a Luang Nam Tha, deleitándome con su paisaje.
Y esa noche conocí a Jorge y Tatiana, dos amigos de BCN que han estado estudiando un semestre en una universidad de Beijing y ahora están viajando por esta zona un tiempo.
Como ellos también iban hacia Muang Ngoi, mi siguiente destino, a la mañana siguiente nos fuimos hacia la estación de autobuses. Un trayecto de unas 7 horas precioso, por entre escarpadas montañas, algunas terrazas de arroz, la carretera que zigzaguea, aldeas pequeñas del Laos profundo… y tras ese trayecto otra hora en tuc-tuc para llegar a Nong Khiaw. En ese trayecto conocimos a Fabien y Aurelia, franceses, que se conocieron no hace mucho viajando también. Tuvimos que hacer noche en ese pueblecito ribereño, porque no había embarcaciones para subir río arriba hacia Muang Ngoi. Esa tarde hubo un malentendido con un neerlandés y me hizo sentir bastante incómodo, así que cuando cenamos los 6, aceleré mi marcha y me fui a mi habitación antes que los demás, pues el neerlandés me cansaba y no tenía ganas de compartir con él ni un minuto de mi tiempo.
Como ellos también iban hacia Muang Ngoi, mi siguiente destino, a la mañana siguiente nos fuimos hacia la estación de autobuses. Un trayecto de unas 7 horas precioso, por entre escarpadas montañas, algunas terrazas de arroz, la carretera que zigzaguea, aldeas pequeñas del Laos profundo… y tras ese trayecto otra hora en tuc-tuc para llegar a Nong Khiaw. En ese trayecto conocimos a Fabien y Aurelia, franceses, que se conocieron no hace mucho viajando también. Tuvimos que hacer noche en ese pueblecito ribereño, porque no había embarcaciones para subir río arriba hacia Muang Ngoi. Esa tarde hubo un malentendido con un neerlandés y me hizo sentir bastante incómodo, así que cuando cenamos los 6, aceleré mi marcha y me fui a mi habitación antes que los demás, pues el neerlandés me cansaba y no tenía ganas de compartir con él ni un minuto de mi tiempo.
Nong Khiaw. |
Finalmente, al día siguiente, cogimos la embarcación que nos llevó a Muang Ngoi, un pueblecito aislado, junto al río, con montañas que la rodean, las nubes bajas que cubren las cimas de estas montañas, el río chocolate que baja tranquilo, el ritmo pausado de su gente… Aquí no hay ni luz durante 20 horas al día, sólo de 18 a 22 h. De internet, ni soñarlo. Y muchos restaurantes están cerrados. Pocos turistas, porque la mayoría no llegan tan al norte, sino que se dirigen hacia Luang Prabang, Van Vieng o Vientián. Así que es un pueblecito para relajarse, bajar el ritmo y hacer alguna excursión si te apetece.
En la embarcación conocimos a Arielle y Shane, una pareja californiana que van a estar viajando un año entre Asia y Europa…
Muang Ngoi. |
Fabien, Aurelia, Jorge, Tatiana, Françoise (una mujer francesa, también, que viaja sola) y yo, nos fuimos tras comer a ver una cueva en una montaña cercana y el mirador sobre la población, el río… Pensábamos que sería más fácil de lo que fue realmente, porque íbamos todos con chanclas y la subida era realmente peligrosa, resbaladiza, apuntalada con troncos y palos en toda su ascensión… Vamos, una locura subir allí con chanclas. También entramos en la cueva, con 3 linternas que nos dejaron, dos de ellas iluminando menos que una vela, totalmente a oscuras la cueva… murciélagos sobrevolando nuestras cabezas, el sonido del agua filtrándose y cayendo gota a gota en algún lugar…
Y por la noche estuvimos cenando nosotros 6, con Arielle y Shane y además también se unieron Elena e Iñaki, una pareja de BCN que van a estar viajando casi un año, con varias paradas largas… Bueno, también se paró un momento con nosotros un americano de 51 años que lleva 5 años viajando… 5 años… puffff… alucinante.
Estoy tumbado en la hamaca, junto al río, con las montañas observándome, el sol que apenas comienza a asomar tras las nubes, después de una noche de truenos, relámpagos y lluvia intensa durante horas. Hoy lo tomo como día de relax, de no hacer muchas cosas. Hemos desayunado juntos y ellos han decidido irse a caminar un rato, pero yo he preferido quedarme en el porche de la guest house, arreglando fotos, escribiendo esta entrada para el blog, recoger una bolsa de ropa que dejé en la lavandería, leyendo un rato, cosiendo a mi mochila las banderas de Thailandia y Laos que aún no había tenido tiempo, durmiendo un ratito, comiendo algo de fruta… vamos, relax total.
Mañana quiero ir ya hacia Luang Prabang, con un recorrido de varias horas en autobús.
Imagino que desde allí será mi próxima entrada.
¡Hasta entonces, amigos!.
¡Hasta entonces, amigos!.
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