Arequipa, 14 de Septiembre de 2022
Lo confieso: he pecado, señor. Perdóname por no haber podido resistir la tentación, haber caído en ella y, lo que es peor, que animaré a otros a pecar como he hecho yo.
Disculpadme esta introducción tan católica, pero llevo tal empacho de iglesias, conventos, monasterios y catedrales, que estoy a dos recintos cristianos más de que me declaren en coma eclesiástico.
Como sabeis, soy totalmente contrario a los tours organizados que acaban enlatando experiencias para grupos de turistas, con mayor o menor acierto, y acaban por folklorizar, residualizar y hasta banalizar aspectos culturales y etnográficos de poblaciones autóctonas para el "disfrute" de los occidentales. Es lo más parecido a ir a un zoo y me parece patético. Pero sí, yo también he acabado cayendo en esta tentación. Y ello se explica porque en la balanza coste-beneficios de ir por libre para ver todos esos puntos interconectados o ir en un tour enlatado, lamentablemente gana por diferencia este último.
Por ejemplo, visitar el Valle Sagrado Inca en un día (Chinchero, Maras, Ollantaytambo, Urubamba y Pisaq) cuesta unos 18-20€: transporte, guía y comida. Por libre, para ver todos esos puntos hubiera precisado 2 ó 3 días y mucho más caro: transporte público irregular, dormir, etc...
La anécdota es que no fuí con el grupo que había reservado, porque parece que se olvidaron de mí. Por suerte, me pude acoplar con otro grupo que tenía una plaza libre para el mismo recorrido y con el mismo precio. A la vuelta a Cuzco fuí a la agencia donde había reservado y me devolvieron el dinero. El hombre no paraba de pedirme disculpas y ofrecerme descuento para la Montaña de 7 colores. Veremos si me da tiempo.
El Valle Sagrado Inca, si os interesa la historia preincaica e incaica, vestigios arqueológicos y demás, es interesante. Si no os interesa, os lo saltáis porque os aburrirá. Por cierto, las subidas a Ollantaytambo y a Pisaq fueron asfixiantes: con la altura la falta de oxígeno es brutal y te cansas enseguida. Pero vamos, que los disfruté como un enano. Como anécdota, en el Centro de Mujeres Andinas de Chinchero, nos explicaron cómo tejían, colores, etc... Y la chica que lo explicaba se pasó el 80% de su tiempo mirándome fijamente. Mira, me pareces atractiva, pero no entra en mis planes venirme a vivir a Chinchero, lo siento.
Ese fue el primer pecado. El tour, digo, no la chica.
El segundo fue en Puno, donde contraté el Tour por el Titicaca: isla en Uros y Taquile. Por cierto, Puno es de las ciudades más grises, anodinas y faltas de interés que he visitado nunca. Al menos tuve tiempo de ver el Bayern-Barça y llenar un poco el día.
El tour, bien, con el punto ese de folklorizar algo muy serio como la vida de los uros, que viven en islas flotantes que ellos mismos construyen con raíces y juncos de totora. Al menos, estuvimos en una isla diminuta, con una sola familia y alejados de los grupos multitudinarios. Os diré que la isla tenía unos 30x30 metros y es extraño estar enmedio del Lago Titikkaca (pongo dos Ks porque el guía nos remarcó que la pronunciación correcta es como mucho más cacofónica en la primera 'k') en una isla de juncos de totora. Y este pueblo lleva siglos viviendo así, en condiciones muy difíciles, aislados... Eso sí, hipoteca no pagan: se construyen su islita en 1-2 años y tienen ahí para unos 35-40 años. Es para planteárselo.
Luego cruzamos a pie la isla de Taquile. El primer tramo desde el 'puerto' (si se le puede llamar así) fue muy empinado y duro: faltaba el aire, os lo prometo. Y desde el camino, a medida que vas ascendiendo, tienes unas vistas espectaculares del lago y ves las islas que ya pertenecen a Bolivia al fondo.
Llegamos a la plaza principal y un grupo local toca y baila música tradicional suya. En la segunda canción, animaron a los de mi grupo a unirse a ellos, que eran 4 hombres y 3 mujeres. El grado de patetismo y la ausencia del sentido del ridículo, la desubicación máxima, se daba en ese momento, con gente de Argentina, Costa Rica, Colombia, USA, Brasil... Intentando imitar las vueltas y pasos de los locales al mismo tiempo que sostenían sus teléfonos móviles y se grababan para subirlo a Instagram o Facebook y fardar de su viaje. Y yo, que tengo el sentido del ridículo bastante acentuado, me moría de vergüenza ajena. En serio, el ser humano no conoce límites. O esa es mi opinión, vaya.
Esos han sido mis dos pecados capitales. Mañana será el tercero: tour al Cañón del Colca, el tercero más profundo del mundo.
Ya os contaré.
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