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diumenge, 31 de desembre del 2017

Surcando el Nilo en falúa

Luxor, 28 de Diciembre de 2017


Antes de la hora acordada, Ramadhan ya está en el hotel para llevarme en taxi a la falúa. Este era uno de los puntos que quería hacer en este viaje: surcar el Nilo del modo más tradicional posible.
Ramadhan me explica, con pena, que ahora tiene que hacer de conductor porque no hay turistas, pero que él es capitán de barco. Mientras me lo explica, noto cómo su mirada tiene un punto de tristeza. Tras casi una hora de taxi, trámites y permisos incluidos, llegamos a un punto fuera de la ciudad de Aswan donde me espera la falúa. Al verla ya pienso que va a ser interesante. Además, subo desde la misma orilla, a través de unas dunas. Voy a ir sólo, con el capitán, Nahjah, un nubio que lleva 20 años descendiendo el río. Por espacio pueden ir hasta 6-8 personas en la falúa. "Es todo un lujo", pienso.

Hago dos días en falúa entre Aswan y Kom Ombo y desde ahí a Luxor en coche, parando en Edfu, el tercer día. La alternativa era hacerlo en un crucero de estos mastodónticos de 4-5 plantas, con camarote, menú buffet libre, piscina y decenas de turistas... En sólo dos días, visitas milimetradas y el doble de caro. Pues cada uno que elija y opine...

Nahjah y Bassam (que nos acompaña un tramo del trayecto), deasanudan las cuerdas, izan la vela y empujan la barcaza hacia el centro del Nilo. La falúa baja el río impulsada por el viento en su enorme mástil con vela y los movimientos del timón, por lo que bajamos zigzagueando el río, de una orilla a otra, calmados, lentos, saboreando la inmensidad del río. 

Se escucha el oleaje rompiendo contra el casco de la falúa, el viento que hace ondular la bandera egipcia en la popa. Se respira calma. Recogimiento. Paz. Poco a poco desaparecen restos de ciudades (aunque alguna casita se ve), para ir apareciendo cabras, ovejas, vacas, asnos, perros, niños que te saludan, pescadores, vegetación... Estas aguas que ya surcaban los antiguos egipcios continúan insuflando vida a este país.


Como me explica Nahjah más tarde, ahora hay poca agua y se navega muy despacio. Es mejor en verano, cuando el río baja con más fuerza. Esto afectará a mi crucero... Y es que desde la construcción de las presas en el Alto Nilo, los ciclos vitales se han modificado, ya no hay épocas de crecidas, sino que la mano del hombre ha domesticado esta fuerza de la naturaleza, para bien y... Para mal.

El viento acaricia mi rostro. Inspiro profundamente. Respiro aire. Respiro Nilo. Observo bandadas de pájaros sobrevolándonos. No quedan cocodrilos en el bajo Nilo. Los que quedan viven más al sur de la presa de Aswan.

Poco más tarde, paramos a comer. Bassam ha preparado un queso delicioso, albóndigas de falafel y un puré de lentejas, todo acompañado de pan de pita... Y a comer a base de pellizco de pan junto a lo que quieras de los tres platos. Después, un té rojo fuerte, intenso.

El día es azul, claro, caluroso. Es el primer día que paso calor desde que aterricé unos días atrás. Me estiro en cubierta, el sol calienta mi rostro y me quedo adormilado. Cuánto he dormido? 10 minutos? 30? Una hora? No lo sé. Ni me interesa.
Dos días de aislamiento, para difrutar del suave vaivén del río. En algunos momentos es tan suave que uno diría que se ha detenido.
El desierto se intuye en la orilla occidental...


Algún crucero de estos inmensos nos adelanta con su motor rugiendo y removiendo las aguas de manera bestial. No veo gente en cubierta. Quizás estén en el comedor. O durmiendo en los camarotes. O en el bar. "Qué pena, perderse estas sensaciones metido en un barco impersonal que igual está en el Nilo, como en el Caribe como en Halong Bay", pienso.

Sobre las 17 horas cae el sol y la tonalidad del cielo cambia, anaranjándose, coloreándose y azulándose finalmente. Un precioso atardecer sobre la orilla occidental. La temperatura empieza a descender y toca abrigarse porque duermo al raso, sobre la cubierta de la falúa. Me pongo dos calcetines, dos pantalones largos, una camiseta de manga corta, una de manga larga, una sudadera y el cortavientos...

A Bassam lo dejamos un rato antes y subió a bordo el sobrino de Nahjah, que ha preparado una sopa de pollo que sabe a gloria con este frío.
La noche cae y aparece un firmamento estrellado imponente, majestuoso, a la altura del misticismo egipcio. Ese cielo estrellado que en las grandes ciudades estamos privados de disfrutar. Observo un rato este cielo que me recuerda al de la reserva de Sian K'aan en México, hace ya 10 años. Y duermo en cubierta, con dos mantas encima, como aquella noche en Tanjung Puting National Park de Indonesia... Sensaciones parecidas. Sonidos diferentes.
El ritmo del Nilo. El pueblo nubio. El Antiguo Egipto. La inmensidad del firmamento. Otra experiencia impagable...

El segundo día bajamos durante gran parte del día dejándonos arrastrar por la quietud del río. Casi parados. Esto hace que en dos días no pudiéramos llegar a Edfú y dos días para Aswan-Kom Ombo es demasiado tiempo, por lo que pasamos muchas horas anclados en la orilla. Ha sido el punto menos interesante, porque parar sobre las 17 horas y no volver a navegar hasta las 9 horas del día siguiente, son demasiadas horas yendo sólo. No obstante aprovecho para escribir, leer ("Sinuhé, el egipcio", cómo no), leer la guía de lo que me espera, pensar, escuchar los sonidos del Alto Nilo, hablar con Nahjah, ver el firmamento estrellado y dormir...

A la mañana del tercer día, me recoge en la otra orilla el conductor, que me llevará a Kom Ombo, Edfú y a Luxor, donde llegamos sobre las 14:30 h.
En Kom Ombo coincido con varios cruceros atracados y visitando las ruinas en ese momento, lo que empaña un poco la visita.
En Edfu, estoy prácticamente sólo...


La próxima estación, Luxor, la joya y guinda del viaje egipcio.


Ps: normalmente no pongo referencias de nadie, pero siempre se pueden hacer excepciones.
Aquí os dejo el telf de Nahjah por si queréis acordar el crucero en falúa con él: +002001004986390.
De este modo os ahorrarés intermediarios y conseguiréis mejor precio.

divendres, 29 de desembre del 2017

Atardecer en Aswan y esplendor en Abu Simbel

Aswan, 25 de Diciembre de 2017

El viaje en sleeping train El Cairo-Aswan duró 12 horas, aproximadamente. Al final, compré billete en cabina doble compartida. Mi compañero de viaje fue un filipino, que viajaba con la familia y que había pagado para ir sólo en la cabina doble.
El tipo habló con el revisor y no sé cómo quedaron. El caso es que estuvimos hablando un rato y se extrañó de que habiendo viajado 6 meses por Asia no fuera a Filipinas. "No se puede hacer todo, amigo".

Te sirven cena, te despiertan antes de llegar a Aswan (el tren sale de Gizah station sobre las 19:45, llegando a Luxor sobre las 5 de la mañana y a Aswan sobre las 8. El billete es de 80 US$ en cabina doble y 110US$ en individual) y te sirven también el desayuno.

Al llegar a Aswan, a buscar hotel. El primero que quería, ocupado, lleno. Así que tocaba buscar otro. Tras caminar como media hora buscando alternativas, llego a uno que sale en la LP, aunque los precios está completamente desactualizados. Este pasa por los pelos mis mínimos (que son muy bajos, creedme) y acabo pagando 150EGP, que al cambio son unos 7'5€ por noche, desayuno incluido.
Tras descansar un rato, ducharme y esas cosas, me voy a ver el Philae Temple. Está a unos 10 minutos desde Aswan, así que viaje baratito.
Una vez en el muelle, los primeros barqueros me piden 250EGP por cruzar a la isla donde está Philae Temple. Ni de coña, vamos. Al final, pago 140, que son como 5€ menos de lo que me pedían los otros.

En Philae Temple empiezas a saborear aquello de templos egipcios, inscripciones grabadas en las paredes, mosaicos, pilones, columnas, salas hipóstilas, altares, escenas dibujadas... Empiezas a sentir Egipto de verdad.

Lamentablemente, mis presagios en el Museo Egipcio se confirman aquí: la gente no respeta nada. Es muy triste ver turistas, incluso egipcios, tocando las paredes, apoyándose en las mismas, fotos con flash junto a mosaicos de colores, subiéndose a ventanales, restregando mochilas contra las paredes... En más de un momento me encontré diciéndole a gente que no tocaran, que lo iban a estropear. Lo más triste de todo es que los vigilantes a menudo se saltan también las normas básicas de conservación y si les das algo de dinero, te dejan tocar, hacer fotos donde se supone que está prohibido, hacen la vista gorda ante salvajadas... En serio, muy triste. He tenido estos días más de una conversación con guías y gente local sobre la importancia de que protejan todo esto, que es su Historia pero también, paradójicamente, su futuro. Así que, desde este humilde blog, os pido que si venís a visitar Egipto deis ejemplo y respetéis su patrimonio, que es el  de toda la Humanidad. 

Por la tarde, paseo por La Corniche de Aswan, con la isla Elefantina delante y las tumbas de los Nobles al otro lado. Insistentemente te intentan meter un paseo faluca, ir a Isla Elefantina, etc. Son algo pesados, aunque también hay que entender su desesperación porque el turismo ha caído en picado. No obstante, como tengo planeado descender un tramo del Nilo en faluca, declino cualquier oferta. Tampoco visito Elefantina, porque voy justo de tiempo para ver Philae Temple, el zoco de la ciudad, Abu Simbel, pasear por la Corniche.

Entro en un restaurante flotante junto al Nilo. Cae la tarde, la Isla Elefantina ante mí. Las falucas surcan el Nilo. Bandas de pájaros sobrevuelan el río. Pido cordero asado al estilo nubio. Lo saboreo y anochece junto al Nilo. Degustas el tiempo, la luz africana, los olores nubios, la esencia del país...
Después paseo por el zoco y, nuevamente, soy objeto de miradas curiosas, de sonrisas y de infinidad de "welcome to Egypt". Si no lo había dicho ya, los egipcios son encantadores, más allá de que quieran venderte cosas, te sonríen en todos sitios. Ayer lo pensaba y creo que después de Thailandia, es el país donde más sonrisas recibo.

A la mañana siguiente, madrugón: a las 3:15 ya me pican a la puerta, Abu Simbel espera. A las 4 ya estoy abajo y conozco a Eric, un letón profesor de IT en Estocolmo. Un tipo particular. Pasamos con la minivan a buscar a 6 chinos y 3 horas de camino hasta Abu Simbel. 
Por el camino, los controles policiales se suceden. Confieso que me he dormido un rato, pero diría que hemos pasado al menos cuatro durante el trayecto.

Llegamos sobre las 8 de la mañana y nos dan dos horas para visitar ambos templos.  Recomiendo encarecidemte, visitar primero el templo de Hathor y después el de Ramsés II, el más grande y famoso. De lo contrario, el de Hathor, que está muy bien, os parecerá insignificante.
Y digo esto porque el templo de Ramsés II es espectacular. Los colosos, de más de 20 m de altura, ya anuncian el esplendor interno. Simplemente brutal. Los relieves, las pinturas, las columnas, las inscripciones están muy bien conservados. El juego de luces y sombras crea una atmósfera mágica (rota por todos los turistas que creía que no había en Egipto y que entraron al templo al mismo tiempo que yo). Todo es sublime. Sin duda alguna, 100% recomendable, aunque al estar tan al sur, muy cerca de la frontera con Sudán, haya mucha gente que no llegue hasta aquí.
Por cierto, para los más aventureros, me comentaron que han abierto una carretera que desde Abu Simbel te lleva a Jartum en 6 horas.

Las 3 horas de vuelta se pasaron rápido. Morfeo, que era griego por eso, me visitó nuevamente.

A la vuelta a Aswan, cerré el crucero en faluca por el Nilo para los próximos días que me llevarán por el río sagrado hasta Luxor, parando en Kom Ombo y Edfú.

Será en la próxima entrada egipcia...

dilluns, 25 de desembre del 2017

El Cairo y la Gran Pirámide.

El Cairo, 23 de Diciembre de 2017


El Cairo se cae a trozos. Es sucia. Contaminada. Ruidosa. Tiene un tráfico horrible. Sentadas estas bases, a partir de aquí todo va a mejor.

Aterricé en la capital egipcia de madrugada y entre unas cosas y otras, me acostaba pasadas las 3 de la mañana. Además tuve que ponerme los tapones de los oídos para poder conciliar el sueño. El primer día en Egipto iba a ser durillo...

A la mañana siguiente me dirigí al Museo Egipcio. No se pueden tener tesoros más valiosos peor conservados. Qué pena!! Es imprescindible su visita, sin duda, pero a ver si acaban ya de una vez el nuevo museo egipcio (llevan varios años de retraso) y empiezan a conservar mejor su principal tesoro, que es su patrimonio arqueológico y su historia. Lamentablemente, si esto pensaba cuando visitaba el Museo, con las visitas a diferentes recintos arqueológicos, los temores casi que empeoraban.

El Museo Egipcio tiene auténticas joyas, como la famosa máscara de Tutankamon y su trono, una docena de momias (algunas de ellas extremadamente bien conservadas de unos 3500 años de antigüedad), esfinges, tumbas reales, palanquines, joyas, cánopes (donde se conservaran las vísceras de los difuntos durante el proceso de momificación), estatuas, pilares, sarcófagos, murales inscritos, etc... pero en un Museo sucio, desordenado, muchas cosas sin etiquetar, pudiendo ser manoseadas por cualquiera (y es algo que ocurre a menudo, creedme), sin las condiciones térmicas y lumínicas ideales, etc. Así que sales con la sensación de que has visto patrimonio de la humanidad que está guardado como si fuera un almacén de estos del Bluespace. Una pena, vaya.

De ahí me fuí caminando a Kahn El Khalili, el gran bazar cairota. Y si bien en el Museo Egipcio vi algunos turistas extranjeros (aunque me parecieron pocos), en el bazar no vi ninguno. Perdón, sí, vi dos chicas que parecían del norte de Europa. De tal modo, uno cuando viaja está acostumbrado a observar, hasta que entras en sitios donde no hay apenas turistas y pasas de observar a ser el observado. Guardé la guía y me dediqué a deambular por los callejones estrechos, atestados de gente, de olores intensos, de miradas curiosas, de sonrisas divertidas... en más de una ocasión tuve que dar media vuelta por estar en callejones sin salida. Igual te venden telas, que carne, que fuman sheesha, que te venden motocicletas, que bollería, que animales vivos, que unos electrodomésticos... todo se concentra aquí. Pasas de El Cairo más moderno y occidental a la parte más tradicional islámica y con ella cambian las vestimentas, las formas de relación, las oraciones en las mezquitas más cercanas que resuenan con potentes altavoces en todo el barrio.

Si hubiera tenido más tiempo hubiera visitado la Ciudadela y El Cairo Copto, pero no había ni tiempo ni fuerzas. Al día siguiente madrugaba: la Gran Pirámide aguardaba.

Y allí me planté a las 7:20 h, aunque no abrían hasta las 8 h. Estos son los gajes de viajar con una Lonely Planet editada en 2010. La primera impresión desde el taxi de la Gran Pirámide, es impactante. Y cuando estás allí delante, a sus pies, miles de años contemplándote, te sientes diminuto e insignificante y lo único que aciertas a balbucear es un “Guau!!”. Ese momento de conversión en can que todos hemos vivido alguna vez en nuestra vida. Llegan algunos autobuses de turistas, mayoritariamente asiáticos (chinos y japoneses), algunos americanos (mexicanos), algún reducido grupo de españoles y poco más. Como he comprobado  después, la reducción del turismo les está sangrando la economía.

Si quieres entrar en la Gran Pirámide, 300 EGP tienen la culpa (unos 15€ al cambio). Y sí, sirve para tener la sensación de que estás en el corazón de la Gran Pirámide, ascendiendo por una empinadísima rampa interior, claustrofóbica, pero no hay nada más. Cuando llegas a la cámara funeraria es emocionante... pero es una sala rectangular que si le pones cajas fuertes a los lados parecería la cámara acorazada de un gran banco de Manhattan. Tiene su gracia... especialmente  los 10 minutos que estuve allí sólo, en silencio, sin perturbaciones. Hasta que llegaron 3 grupos  y nos juntamos allí como 20 personas. Era el momento de salir.
Después la visita exterior a la Pirámide de Kefrén, el Museo de la Barca Solar y el momento zen del día. Justo delante de la Gran Pirámide, con una magnífica vista de las tres pirámides, hay un asentamieno con antiguas tumbas que no visita nadie. Yo, para variar, allí que me fuí. Y la recompensa fue encontrar un sitio donde sentarme como media hora, aislado de todos los turistas y pudiendo contemplar las tres pirámides en absoluta calma. Esos momento mágico de los viajes, ya sabéis.

A la vuelta, ver la victoria culé en el Bernabéu y ver con qué pasión lo viven ellos también...

Dos últimas cosas: los taxis y la seguridad.

Respecto a la taxis, hay que coger siempre los blancos y exigir que pongan el contador, que comienza en 5 EGP (unos 0’25€). Así que trayectos de unos 30 minutos acaban costando sobre 30-35 EGP (menos de 2€). El tema es que de estos casi ninguno habla inglés y a veces  cuesta entenderse. Una vez que ya has aclarado el destino y el contador, toca relajarse, dejarse llevar y acordarse de Horus, Anubis, Ra y todo el panteón  egipcio porque madre mía... y en este punto pienso que esto ya lo he vivido en Índia, Vietnam, Nepal... lo mismo que para cruzar las calles: o te lanzas  sin miedo a cruzar o acabas momificado  y expuesto en el Museo Egipcio...

Finalmente, la seguridad. Actualmente todo el mundo en Europa piensa en Egipto como un destino inseguro. Yo, de momento, no he tenido esa sensación. Es cierto que hay policías armados  y protegidos con chalecos antibalas y escudos en muchísimos sitios (edificios gubernamentales, estaciones de tren, lugares turísticos, etc), pero no pasa de eso. También hay muchos controles de seguridad, lo que es lógico. La pena es que ves que esta gente lo está pasando mal por esa falta de turismo y es triste.
Si el ver mucha policía por las calles te da seguridad o te crea inseguridad, ya es cosa tuya. En una calle ví varios convoyes  de policía y me acerqué a ver si es que había catalanes intentando votar o algo parecido...

Ah, todo el que quiere venderte algo te pregunta de dónde eres... y te lo preguntan  unas 3.500 veces al día. Yo, sin complejos, respondo: “from Catalonia”. Y si dicen “España?”, insisto: “Barcelona, Catalonia”.

Esta noche tren nocturno de 12 horas hasta Asuán. Comienza la ruta por el Antiguo Egipto.






dimecres, 20 de desembre del 2017

Navidad en Egipto y Jordania

Barcelona, 20 de Diciembre de 2017

Después de varios años sin poder viajar, este año 2017 lo voy a cerrar a lo grande. Tras el viaje a Japón que cerraba el círculo, hubo una escapada de 4 días a Estocolmo (muy recomendable, aunque para bolsillos pudientes, que es bastante caro todo y un frío en octubre que ni os cuento!!) y cierro el año con otro de aquellos antiguos sueños: Egipto!. Además, como por días hay más que suficientes, aquello de mirar y remirar, se abrió la posibilidad de alargar para ver Petra en Jordania. Pues tal cual: aterrizo en El Cairo el 21 a última hora de la noche y vuelvo el 7 de Enero desde Amman.

Tengo el viaje más o menos en la cabeza, pero abierto por completo a variaciones.

Mi intención sería un par de días por El Cairo, tren nocturno a Asuán, escapada a Abu Simbel, crucero por el Nilo (Edfú, Esna, Kom Ombo) hasta Luxor (Karnak, Luxor, valle de los Reyes, valle de las Reinas, Hatshepshut…) y a partir de ahí, ver hacia dónde voy. La idea inicial sería ir hacia Hurghada, cruzar a Sharm el Sheik, Monte Sinaí, cruzar por el Mar Rojo hacia Jordania y ver Petra y Wadi Rum, antes de llegar a Amman. Pero es algo que decidiré una vez esté allí, según vea la situación en la Península del Sinaí. La otra opción sería volver a El Cairo y viajar desde ahí en avión a Amman.
Jordi también me ha recomendado Madaba y el Mar Muerto, pero hay que ver cómo voy de tiempo.

Sí, es cierto que son unas fechas entrañables, pero este año me apetecía culminarlo con una guinda como esta: 16 días enteros por libre en la cuna del antiguo Egipto con extensión al reino de los nabateos. A todo esto, he puesto mi mochila al día: un lavado intenso, descoser todas las banderas, reorganizarlas… y ha quedado realmente chula! Aquí os dejo una foto… Y en breve, banderitas de Egipto y Jordania! Por cierto, me faltan las banderas de Portugal y Sudán del Sur, que no las he encontrado aún. Y en la parte trasera tengo las de Tanzania y Zanzíbar.



Una vez más, mochila al hombro, los bártulos, la guía y… la libertad.

Nos vemos a la vuelta, después de reyes.


dimarts, 19 de desembre del 2017

Cerrando Japón y enlace a las fotos.


Barcelona, 19 de Diciembre de 2017
(crónica de los últimos días por Japón)


Mi última entrada fue escrita tras pasar unos días por los Alpes Japoneses y ver Kanazawa, Shirakawa-go y Takayama.
Después me dirigí a Kyoto, Matsuyama, vuelta a Kyoto, Hiroshima y Miyajima… Del por qué no cerré adecuadamente las entradas japonesas, dos motivos: el primero, que no encontré ordenadores donde subir las entradas que tenía en mente… y la segunda, y principal, el empeoramiento de salud de mi abuela durante aquellos días y que falleció apenas 12 días después de mi vuelta.

Por partes y tratando de abreviar un poco.

KYOTO:
Imprescindible en cualquier visita al país nipón. De hecho, estuve dos veces, aunque la segunda fue por la imposibilidad de encontrar alojamiento en Hiroshima/Miyajima en las fechas alrededor de las cuales conmemoraban la caída de la bomba atómica, así que decidí volver a Kyoto para ver zonas que aún me faltaban y, desde allí, en excursión de un día, visita ida y vuelta a Hiroshima/Miyajima y otra a Nara.
Para ver bien Kyoto necesitas, al menos, 5 días. Es inmensa y aunque a simple vista parece una ciudad occidental más, la verdad es que está repleta de rincones, de templos, monasterios, barrios increíbles donde si no fuera por los turistas y los coches pensarías que se ha detenido el tiempo…

Puedes pasear por las zonas de Gion y Pontocho, esperando cruzarte con una geisha, aunque es algo más probable que lo hagas con una maiko. Estuve en un espectáculo en Pontocho de dos maikos y, aunque entraña cierto misterio, cautiva a la mirada y a los sentidos, no deja de ser un poco turistada. Me gustó mucho más pasear por la noche por Gion, alejado de turistas, haciendo fotos nocturnas en calles solitarias que durante el día estaban rebosantes… pero no hubo suerte para captar la magia de esa geisha saliendo/entrando de algún local, restaurante, vivienda.

El primer día que visité Kyoto fue algo desangelado, pues la azotaba la cola de un tifón con vientos muy fuertes, rachas de lluvia, frío, etc, por lo que no pude disfrutarlo bien. Me pasé la tarde en una cafetería local, leyendo y admirando la vida desde la cristalera.

El día realmente duro fue el segundo, que caminé más de 10 horas con un calor y una humedad insoportables. Hablo de memoria, pero creo recordar que la temperatura era sobre unos 37ªC con una humedad relativa del 94%, lo que implicaba que a las 9 de la mañana, a la sombra, ya sudaba como si no hubiera mañana. Las máquinas estas que se encuentran en cada rincón de Japón, por las calles, te salvan la vida, porque necesitas ingerir líquidos cada poco. Aquel día debí beber unos 5 litros de agua, bebidas isotónicas, zumos, coca-colas… y finalicé en el Kinkaku-Ji, el pabellón de oro. Años atrás había leído la novela homónima de Yukio Mishima y debo reconocer que este era uno de los hits de mi viaje. No decepciona en absoluto. Y lo dejé para el final del día a propósito. Es precioso, recortado en el lago, como suspendido, con el oro reluciente, el cielo de nubes negras que presagiaban tormenta en breve dotaban de un mayor encanto la estampa imaginada años atrás. Y, como presagiaba el cielo, comenzó a diluviar justo cuando salía del recinto y esperaba el bus para volver a la guest-house.
Otros lugares bonitos para ver, sin duda, el Fushimi Inari (cientos de toriis rojas ascendiendo por la montaña), Arashiyama (el bosque de bambú), el Ryoan-Ji (templo con un jardín zen seco), Toji Temple, el Kyomizu Dera (precioso si entras por la parte de atrás, por un camino casi solitario recorriendo un cementerio)… lo que me decepcionó mucho fue el Jinkaku-Ji (el templo de plata). Es cierto que los jardines que lo rodean son muy bonitos, pero me decepcionó, sinceramente.

Kinkaku-Ji

Kyoto

También merece mucho la pena pasear por la orilla del río Kamo, frente a los restaurantes que se asoman de Pontocho. Pura delicia… las parejas, los grupos de amigos, cenas de negocio, todo se mezcla allí, en un entorno de tranquilidad, junto al río en una estampa magnífica. Y las fotos nocturnas, increíbles!

Por cierto, la segunda vez que estuve, me alojé en el Comicap Kyoto, muy cerca de Pontocho. Hotel cápsula hiper limpio, a buen precio, tranquilo, bien comunicado, céntrico… 100% recomendable si viajas sólo/a o en pequeños grupos.

MATSUYAMA:
Llegar a Matsuyama ya sale un poco del recorrido habitual que forman el eje Tokio-Kyoto con diversas extensiones, excursiones y variaciones. Pero a Matsuyama ya no llegan tantos turistas. Y eso, qué quereis que os diga, es un punto interesante. Creo que en mis dos días y medio allí, apenas me crucé con 10-12 en toda la ciudad y eso, en pleno agosto, está muy bien. ¿Y qué hay en Matsuyama?.
Pues comparada con Tokio o Kyoto, Matsuyama no tiene nada. O sí… Es conocida, básicamente, por su castillo y por el Dogo Onsen, que aparece en la novela de “Botchan” de Natsume Soseki y que yo leí un par de meses antes de ir a Japón.

Por partes… El Dogo Onsen es una maravilla, arquitectónicamente una joya, bello, de estructura de madera y hierro. De hecho, es uno de los onsen más antiguos de todo Japón. Eso sí, disfrutar es algo más complejo, puesto que las colas para entrar son constantes y a todas horas. Lo bueno es que la mayoría son japos y hay pocos turistas, pero vaya, que está a petar. Si no recuerdo mal, hay hasta tres tipos de visita con baño incluido y es un poco como Port Aventura, con líneas de colores marcadas en el suelo que te indican el camino y te ayudan. Además, hay miembros del staff casi en cada esquina y cuando ven a alguien medio perdido, le ayudan e indican en todo momento. Estilo made in Japan, ya sabéis.

La ciudad está conectada por tranvías, algunos antiguos, lo que es una manera agradable de recorrerla. Y muy cerca del Dogo Onsen están el reloj de Botchan (que cada hora, si no recuerdo mal, se transforma en una obra de marionetas que ambientan la novela de Soseki, con música, colores, plataformas… y ante el cual se concentran cada hora decenas de japos) y el tren de Botchan (copia de una locomotora de vapor que funcionaba antiguamente).

En el centro de la ciudad, el castillo (Katsuyama) que me pareció realmente fascinante. Me gustó mucho más que el de Kanazawa. Vas subiendo la colina (aunque puedes acceder también por funicular), que domina la ciudad, ganando perspectiva hasta llegar a dominar toda la vista desde la torre más alta del castillo, que es el punto más alto de la ciudad, con una visión del Mar de Japón realmente preciosa. De hecho, pensaba ir en barco desde Matsuyama a Hiroshima, pero al estar completo, lo tuve que descartar y volver a Kyoto.

                                       
                                                             Dogo Onsen, Matsuyama

También cerca de la ciudad puedes ir al Templo Ishite. Queda a unos 20 minutos caminando desde el Dogo Onsen y es uno de los 88 templos de la ruta de peregrinación de la escuela Shingon de Shikoku. Ni qué decir, ni un turista extranjero. Curioso, por ejemplo, un túnel que cruza la montaña repleta de estatuas Jizo (figuras con forma de niño, de piedra, coronadas con gorros rojos). Parece algo tétrico, pero cruzar la montaña subterráneamente le da un toque de magia…
Como curiosidad, una cena en un callejón junto a una de las calles comerciales de la ciudad (peatonal y cubierta), donde entré en un restaurante sin fotos ni nada en alfabeto latino. Así que me encontré en el restaurante sin poder comunicarme más que con gestos, señalando platos de otros comensales, con un “sushi”… y dejándome sorprender. Os puedo asegurar que fue la mejor cena de mi viaje, con un sashimi espectacular.

Si vas justo de tiempo, seguramente puedas saltarte Matsuyama… pero si te sobran días, no la descartes así a priori.

EXCURSIONES DESDE KYOTO:
NARA:
La excursión a Nara fue realmente extraña. Para empezar, un trayecto que dura unos 45 minutos, fue de casi 2 horas y media. La puntualidad japonesa, rota por un día. Ese día, casualmente. Y en vez de un tren, hasta 4 trenes, con cambio de estación (sí, sí, cambio de estación: o sea, bajar en una estación, caminar 10 minutos e ir a otra estación de otra línea) incluida en medio del trayecto. Algún problema había sucedido (un accidente, creo) y fue una pequeña odisea. Así que de la gente que iba en el tren inicial, cada vez íbamos quedando menos, porque algunos caminábamos más rápido, otros más lentos, unos preferían esperar a un tren más directo, otros avanzar lo que pudiéramos… y llegó un momento que quedamos una chica estadounidense y yo. Llegamos a Nara, hizo 4 fotos a los ciervos y dijo que ya tenía suficiente, que se volvía… Hay situaciones que escapan a mi comprensión, disculpadme.
Total, que la visita fue de unas 3 horas, recorriendo el recinto, los caminos por la zona norte, el buda gigante, los ciervos, los templos en el camino… Es una excursión típica y merece la pena, sin duda.
Para rematar, me comí un okonimyaki, que sería lo conocido como la pizza japonesa, aunque es de base vegetal y huevos. Un poco empalagosa, para mi gusto.

                                   
                                                                         Nara

MIYAJIMA E HIROSHIMA:
Seguramente este día fue el más complicado de todo el viaje, porque mi abuela estaba muy mal aquellos días, no sabría si la volvería a ver e Hiroshima… puede ser un punto impactante.
Desde Kyoto es totalmente factible realizar la excursión ida y vuelta el mismo día. En muchos sitios aconsejan dormir en Miyajima porque luego se puede subir a la montaña que domina la isla. Pero vamos, que la puedes ver durante una mañana. Y en Miyajima entendí por qué Matsuyama estaba vacía: porque estaban todos los turistas aquí. Qué bestia… en masa!!. Llega el barco y todos en plan manada… un poco agobiante.
Intenté desmarcarme un poco haciendo el camino un poco atípico y en sentido contrario a como la visitan todos los turistas. Algo mejoré, pero vamos.

                                       
                                                                           Miyajima

Está bien y la torii en el mar es una de las estampas típicas de los viajes a Japón.
De vuelta, visita a Hiroshima. Como ya sabéis, aquí hay que visitar el Parque de la Paz, el Museo y poco más… Destaca, cómo no, la Cúpula de la Bomba Atómica, antigua sede de Promoción Industrial de la Prefectura de Hiroshima, y el único edificio que se mantuvo en pie tras el lanzamiento de la bomba atómica desde el Enola Gay, el 6 de Agosto de 1945. La bomba se lanzó en paracaídas y explotó a unos 580 metros del suelo. Instantáneamente murieron entre 60 y 80 mil personas y el calor era tan intenso que algunas simplemente desaparecieron. El conteo final es de aproximadamente 135.000 personas y muchas murieron por la radiación a largo término, que causó enfermedades irreversibles.
Impacta, sin duda, entrar en el Museo y ver los horrores de aquel día, vidas truncadas, nombres de fallecidos, objetos que un día fueron, etc. Pero vamos, que ir exclusivamente a Hiroshima tampoco tendría mucho sentido.

                                        
                                                                               Hiroshima

Y así pasaron los últimos días de mi viaje a Japón. 100% recomendable, seguro, sorprendente, divertido, exótico, cultural, gastronómico… brutal!!!
Creo que será un destino al cual volveré en el futuro.

Sayonara!

dissabte, 5 d’agost del 2017

Encuentros, reencuentros y otras sorpresas por Japon

                                                                                                    Takayama, 5 de Agosto de 2017

Por mucho que viajes, el mundo es muy pequenyo. O eso dicen. Aunque yo necesitaria 7 vidas para poder recorrerlo a lo ancho y largo como a mi me gustaria. Visitar cada rincon, cada pais, cada ciudad, cada ecosistema, todos los continentes y saciarme de esa sed de conocer lo que es mas lejano a nosotros. Poder conocer otras realidades, otras formas de vivir, de organizarse, comunicarse, comportarse, mirarse, amarse... Voy a ver si empiezo a practicar budismo y a creer en la reencarnacion o sera imposible, vamos.

Con esta entrada ya me pongo al dia, en el ecuador de mi viaje, practicamente. Y aunque sea un viaje cortito de 18 dias, sigue apareciendo el efecto aquel del que hablaba al inicio del blog: cuando viajas, el tiempo se expande y ahora mismo, los dias de Tokio, me parecen lejanisimos. Me han pasado tantas cosas desde entonces!!!.

Despues de Tokio, como ya explique, subi a Kanazawa que es una ciudad al noroeste, cerca de los Alpes Japoneses. Habia contemplado la posibilidad de ir a Kamikochi, subir al teleferico y hacer un trekking de un par de dias, pero los dias estan contados y no lo he visto factible. Asi que en Kanazawa estuve dos noches y sus dos dias. Es una ciudad agradable, de ritmo pausado, gente amable (en algun sitio de Japon no lo son, acaso?), que se deja paladear sin prisas ni agobios... Pensaba visitarla en un par de dias y aunque mas o menos lo hice, algo cambie. Luego lo explico.

Aqui visite el Kenroku-en Garden (considerado uno de los tres mejores de todo Japon) y su castillo, con preciosas vistas sobre la ciudad. Estando alli me escribio Ferran, companyero de trabajo, que esta viajando con Helena (su pareja) por aqui, aunque en sentido inverso al mio y ya en BCN hablamos que nos cruzariamos mas o menos por estos dias y por estas ciudades. Como a Kanazawa no tenian pensado subir y al dia siguiente irian a Shirakawa-go (una aldea a la que yo queria ir pero desde Takayama), mire posibilidades para ir y volver desde Kanazawa y pasar el dia alli con ellos. Dicho y hecho: mire autobuses y al dia siguiente me iba de visita a Shirakawa-go... pero antes, otra de esas experiencias bonitas que te suceden viajando.

                                                                  Kenroku en Garden

                                                               Castillo de Kanazawa

Tras ir a la estacion de buses a preguntar por lo de Shirakawa-go, volvi a la ciudad para visitar el distrito de Higashi-gai, el barrio de las geishas de Kanazawa. Ya anochecia, los turistas habian desaparecido, se respiraba paz. De hecho, justo al entrar al barrio, una mujer mayor, japonesa, me saluda y me dice que el barrio esta ahora mas bonito, que no hay tantos turistas, ni ruido... y que lo disfrute. Y vaya si lo hago!!. Una maravilla!!. Me pongo a callejear entre casas de dos plantas, de madera, al estilo tradicional, con celosias, entradas decoradas, farolillos encendidos en las puertas... silencio... me sumerjo, me lo tomo con calma. Y aprovecho para hacer fotos nocturnas, que creo que ya lo he dicho alguna vez, pero me fascinan. Eso si, me traje el tripode sin una pieza que encaja con la camara (lo habia contado antes, me parece... brggg... ya ni se lo que explico y lo que no) asi que me las tuve que ingeniar para apoyar la camara en cualquier superficie plana y sacar fotos preciosas de este barrio de noche. Ademas, me meti en un restaurante pequenyito del barrio donde comi las que creo que han sido las mejores gyozas de mi vida... ufffff... al salir, sigo paseando y haciendo fotos. En una de esas, con una foto que me habia salido espectacular, veo un hombre y una mujer, japoneses, ya mayores (luego el me dijo que tenia 78 anyos) que me preguntan por las fotos, se las ensenyo y les encantan. Nos ponemos a charlar y este hombre me explica que habia vivido en NY 5 anyos (entre el 73 y el 78), tambien en Tokio, etc... me preguntan por mi viaje y a los 10 minutos nos despedimos. Yo me quedo por alli haciendo fotos y al momento, sale este hombre del restaurante al que habian entrado el y su mujer y me pregunta si puede ser mi anfitrion y yo su invitado, que los acompanye en la cena. Anyos atras, hubiera declinado la propuesta con cualquier excusa. Absurdo, lo se. Ahora, no, ahora me dejo llevar, fluyo y dejo que pasen las cosas, sin mas.

Acepto, por supuesto, aunque me excuso por no cenar, ya que lo acabo de hacer. Entramos en un restaurante que era una maravilla, con un jardin zen iluminado, una atmosfera relajada y un hombre tocando la guitarra asi en plan intimo. Estoy dos horas alli con ellos, bebiendo sake, me dicen que son de Kioto y que vuelven manyana. Y me insisten que como voy a ir para alli los proximos dias, les llame, que me volveran a hacer de anfitriones. Tras algo mas de dos horas, me despido porque tengo que cruzar media ciudad, algo mas de media hora caminando, que creo que ya no hay ni autobuses, con la promesa de que nos reencontraremos en Kioto.

Y al dia siguiente voy a Shirakawa-go. Llego sobre las 10 (eso si, con una pequenya aventura para no perder el bus desde Kanazawa, que me confie con el tiempo, no venian buses de la ciudad y lo cogi en el ultimo minuto, con lo puntuales que son los nipones!!!) y en teoria Ferran y Helena llegan sobre las 10.40. Decido esperarles, aunque Ferran ya me habia dicho que si no llegaban en ese significaria que lo habrian perdido y llegarian en el siguiente. Efectivamente, no llegaron en ese y decidi subir al observatorio de la ciudad, en la montanya, con unas vistas del valle espectaculares. Es esta una aldea con casas declaradas como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Merece la pena venir un dia y visitar la Gassho-zukuri Minka-en, que son edificios transportados y reconstruidos segun la vida tradicional. Como el entorno tambien es idilico, la visita es 100% recomendable.
Una hora mas tarde, me encuentro con Ferran y Helena en la estacion de autobuses. Fotos de rigor para enviarsela a nuestro jefe (que es el mismo para los dos, de hecho el y yo en BCN estamos en el mismo despacho) y hacemos la visita de la aldea, poco a poco, recreandonos en fotos, hablando de viajes, etc.
Poco mas tarde de las 16.15 nos despedimos, pues yo vuelvo a Kanazawa y ellos a Takayama (donde yo vine ayer por la manyana, que es al dia siguiente de estar con ellos en Shirakawa-go).
De regreso a Kanazawa, visito el Distrito de Nagamachi, conocido por sus casas de adobe y al que le llaman el barrio de los samurais. En realidad, son tres calles (una, dos y tres, en serio, no hay una cuarta), aunque tienen su encanto. Otra vez fotos nocturnas, alguna muy chula.

                                                                   Shirakawa-go

Y ayer por la manyana me vine a Takayama, que me ha encantado. Tiene un centro historico precioso, con casas de madera tradicionales, decenas de templos, un recorrido por Higashiyama de templo en templo con preciosas vistas, tranquilidad, calma, jardines zen... sudo lo que no esta escrito, por eso, porque la humedad es brutal. Esta manyana ya he visitado lo que me faltaba por ver y en un ratito me subo al Shinkanshen con parada en Nagoya para continuar hacia Kioto, donde llegare esta noche (en total, con cambio de trenes y todo, 3,5 horas).

                                                                    Takayama

Con la visita a Shirakawa-go desde Kanazawa y no desde Takayama, he ganado un dia sobre lo previsto, por lo que quizas pueda tomarme con mas calma lo que tengo en mente: Kioto, Nara, Castillo de Himeji, Hiroshima, Miyajima y Matsuyama. Lo del Monte Koya-San seguramente no lo podre hacer, aunque aun no esta descartado.

Por cierto, ya para acabar. Ayer, cuando volvia del recorrido por la montanya ahi por Higashiyama (iba a la estacion de tren para reservar el tren de hoy a Kioto), me cruzo con dos chicas y un chico. Una de ellas, me mira... al ver que es tan descarada, me doy cuenta, me la miro y me dice: "yo a ti te conozco". De inicio, muestro sorpresa y pienso que se ha equivocado, aunque en segundo plano en mi cerebro pensaba "es verdad, te conoce... de donde, de donde, de donde??". Y me dice: "tu estuviste en el PN Aiguestortes haciendo trekking, verdad?". Aja, toda la razon!!. Cuando estuve en el puente de Mayo en Aiguestortes, hablando con una chica me comento que venia a Japon mas o menos por las mismas fechas que yo y bromeamos sobre la posibilidad de coincidir aqui... y ya lo veis, que aunque los recorridos que hacemos la mayoria por aqui son muy parecidos, encontrarte con alguien justo en un momento en un lugar concreto es la repera.

Coincidencias, casualidades... encuentros y reencuentros.

Hasta la proxima! 

divendres, 4 d’agost del 2017

Experiencias niponas.

                                                                                                Takayama, 4 de Agosto de 2017

Todos tranquilos, ya me he encontrado en el metro de Tokio!!
Como dijo Miguel, era cuestion de pillarle el tranquillo.

Antes de nada, estos dias han sido hipermovidos, madrugando muchisimo (entre las 4 y las 5,30 de la manyana), sin ordenadores desde donde escribir, etc... asi que tengo muchas cosas acumuladas. Vayamos por partes.

En Tokio pude visitar Akihabara (el barrio del manga y el anime), callejee por Kagurazaka (barrio delicioso del noroeste), subi a la Tokio Tower con vistas espectaculares de 360grados sobre la ciudad (subi de noche, que aun es mas alucinante), volvi otra noche a Shinjuku y Kabukicho (el primero merece mucho la pena y el segundo, justo al lado, es curioso de ver, ya que ves un Tokio diferente, clubes de alterne, pachinkos, restaurantes internacionales, hombres de negocios, etc... todo ahi bien mezcladito). Tambien estuve en la Lonja de Pescado de Tsukiji. Y esto merece comentarios a parte.

Se supone que empieza a las 5 de la manyana, pues bien, me despierto a las 4.10, llego al metro y... cerrado. Llegue 20 minutos antes de que lo abrieran... Asi que tras el trayecto, llegue sobre las 5.40. Al intentar acceder, uno de seguridad me dice que esta cerrado, "only business"... en serio?. A ver, japo, que me he despertado a las 4 de la manyana!!!. Pues nada, imposible. Veo al fondo una cola de gente esperando y voy para alli, a ver que se cocia. Como comprendereis, a las 5.40 de la manyana pocas cosas mas de interes podia hacer. Y me coloco detras de una pareja que, al comenzar a hablar, espanyoles... Curro y Sandra, de Extremadura. Total, que en esa cola teniamos como 4 horas de espera para probar el sashimi recien pescado... pero 4 horas!!!. Asi que los tres decidimos que no, que mejor nos vamos a callejear por los puestos del mercado colindante y alli nos vamos explicando. Ellos ya estan acabando el viaje de un mes, me cuentan todos los sitios donde han estado y... joder, estos si que pueden decir que conocen Japon!!!. De punta a punta. Pasamos un par de horas juntos, comemos ostras a euro y medio por cabeza y ostra, comemos sepia, algun que otro maki... si, si, desayuno potente a las 6.30. Yo, que normalmente no desayuno nada solido y con dos o tres cafes ya llego al mediodia y ya veis. Por cierto, lo del cafe es lo que peor llevo, que para encontrar un sitio que lo hagan medio decente y no te peguen un sablazo de 5 o 6 euros, cuesta un poco.
En fin, que me ensenyan algunas expresiones utiles en japones y nos despedimos en el metro, que yo iba hacia Akihabara, Ueno y Asakusa, que era lo ultimo que me quedaba por visitar de Tokio.

                                                                     Akihabara 

En estos días, además, he disfrutado algunas experiencias propias niponas. Por ejemplo, un campeonato de judo de ninyos. Si, si, pero en un pabellon, con 16 rings en tatamis (no se cual es la palabra tecnica) por lo que habia 16 combates al mismo tiempo. Centenares de ninyos desde los 6/7 anyos hasta yo diria que los 12/13, en un pabellon que calculo debia tener una capacidad para 3 o 4.000 personas. Fue muy curioso y me hizo recordar cuando yo hacia judo, con 7/8 añitos.

También probé y estrené el Japan Rail Pass (el shinkanshen), para ir de Tokio a Nikko, santuario del periodo Edo, Patrimonio de la Humanidad y donde se encuentra el mausoleo de Tokugawa Ieyasu, senyor de la guerra, que gobernó todo Japon y establecio el sogunato que goberno estas tierras durante 250 anyos, hasta la Restauración Meiji que puso fin a la era feudal (LP dixit). Tal y como me comentó Valdi, es de lo más bonito que voy a ver en Japón, fijo. Como curiosidades recomiendo ir muy temprano, porque a las 10 ya está aquello como la estación de Ueno de Tokio (bueno, quizás no tanto, pero casi). También ví en el tren a varios japos con paraguas en un día que parecía soleado. Y en ese momento me dí cuenta de que me volvería a mojar. Dicho y hecho, vamos... Una vez visitado el recinto principal, hay dos pequeñas zonas que están bien si uno quiere hacer algo diferente y caminar un poco. La primera, me puse a caminar y en la LP se salía del mapa... quería ir a ver la Villa Imperial de Tomozawa, una villa con casas de madera donde Hirohito (emperador shogun) se refugio en la segunda guerra mundial. Total, que al bajar una calle, segun el mapa, habia un camino a la derecha y para ahi que me fui. Iba solo. Pero solo, solo, solo... no habia ni hormigas por alli, vamos. Iba subiendo y pensando "esto no parece que sea por aqui", pero vaya, seguia subiendo. Total, que a los 10 minutos llego a una villa que parece ser esta de Tomozawa (y si no lo era, a mi me lo parecio, vamos). Y cuando llego a la puerta, cerrada con una vallita de madera, que bueno, dando un paso al lado, podias entrar. Tras pensar unos 5 segundos, mirar a mi alrededor y constatar que ni las hormigas seguian por alli, di un paso al lado, otro al frente, y adentro... Realmente se ve en 5 minutos y la sensacion de estar en un lugar aislado, alejado del bullicio, en medio del bosque, casitas de madera alli,... fue reconfortante, sin duda.

                                                                        Nikko

Y he dejado para el final de esta entrada la visita al Jakotsu yu Onsen, en Asakusa, Tokio. Una de las tardes de esos dias que habia madrugado mucho, me dio por mirar la guia a ver que habia por los alrededores y... tachan!!! Un onsen a 5 calles!!. Eso si, onsen de barrio, japones, alejado de guiris. Pues me planto alli a media tarde y ya en la entrada pienso que no va a ser tan facil. Al ir a pasar, la mujer me senyala hacia la puerta, que hay una maquina. Me imagino que es para sacar la entrada (450 yenes, unos 3,5 euros), pero esta todo en japones!!!. Uffff... y habia como 50 opciones, numeros, teclas o lo que fuera aquello. Asi que mientras me debatia entre el picar a cualquier cosa y ver que pasaba, si igual me sacaba la maquina unos soba recien hechos, un green tea o un ticket para entrar al onsen, pues en esas entro un hombre. Y una de las cosas que uno tiene que hacer en Japon es, cuando tengas dudas de como hacer algo, espera unos segundos o minutos, que seguro que viene alguien y hace lo que tu estabas intentando averiguar como hacer (y esto sirve para el bus, el metro, los onsen, donde dejar bandejas de cafeterias, etc.). Pues veo donde pica este hombre y hago lo mismo... ale, ya tengo mi entrada. Se la entrego a la mujer y me senyala. Abro la puerta y entro en un vestuario con taquillas que dan ya a los onsen (los onsen son banyos publicos/privados de aguas termales que estan por todo Japon y los que estan al aire libre se llaman rotemburos, que son los mas espectaculares con vistas diversas a las montanyas, ciudades, mares, etc.). Pues en el vestuario ya me impacta estar rodeado de hombres desnudos, asi, sin pudor. Y yo que me digo: "pues ale, a desnudarse". Y cuando estoy desnudo, me doy cuenta de que no tengo toalla. Miro a mi alrededor y... no hay toallas, claro. Asi que asi, en bolas, me acerco a un chico de mi edad (sigo siendo un chico, verdad?) y le hago señas sobre las toallas. Me hace la senyal de que espere, sale a la recepcion y entra con dos toallas. Me dice que son 90 yenes y que los tengo que pagar despues... Pero yo me vuelvo a vestir y salgo a pagarlas. Ahora si, me vuelvo a desnudar y... entro en las piscinas con aguas termales. Una de las reglas basicas es ducharse antes de entrar, por lo que hay varios surtidores, con espejos y una especie de cubos de plastico donde sentarse. Si habeis estado en un hamman turco, pues algo parecido de inicio. Una vez bañado y limpito, ya puedes entrar en las piscinas, con agua a 42 grados. Y como hay 3 diferentes, me fijo en que orden lo hacen ellos y es el que sigo yo. Las dos primeras suben de temperatura, estas unos minutos y tienes que salir, que si no corres el riesgo de tener una bajada de tension (y aqui recuerdo una experiencia en un jacuzzi que estaba tan caliente que me dio una bajada de tension importante... y ella me tuvo que sacar y llevarme a la cama. Un poco patetico, si). Pues eso, que las dos primeras estan calientes y la ultima tiene el agua a 12 grados, super fria, con lo que el contraste es incluso agradable.
Una vez sales, el cuerpo parece que incluso se ha destensado y estas unos minutos como flotando...

Por supuesto, quiero visitar algunos mas y tengo marcado en rojo el Dogo Onsen de Matsuyama, al final del viaje, uno de los mas tradicionales y espectaculares de todo Japon...

A ver si esta noche puedo escribir la siguiente entrada de Kanazawa, Shirakawa go, de encuentros y reencuentros con una experiencia muy bonita... en la siguiente sera.

dissabte, 29 de juliol del 2017

El laberinto tokiota.

                     
Tokio, 29 de Julio de 2017

Arrastro un jet lag considerable, producto de haber dormido unas 14 horas de las últimas 60 horas, calculo a grosso modo.
Salíi de casa temprano, en previsión de colas en El Prat. Eran las 5:25 cuando crucé la puerta y pensé: "te vas a Japón". El bus se retrasaba así que opté por el Plan B, que era llegar a la L9 del metro e ir con ella hasta el aeropuerto. Mi mochila es un sello de identidad que me enorgullece, con sus casi 30 banderas cosiditas y me doy cuenta de que mucha gente se la mira. No en vano, en el metro, habia 3 chicos hindues sentados delante mio. Miraban algun video gracioso en el movil de uno hasta que observaron mi mochila, revisaron banderas y vieron la de India. Entonces uno me pregunto si es que habia estado y al afirmarle que si, me pregunto que en que ciudades. Se las voy enumerando y acabo en Amritsar, hogar de los sikh y a los tres se les ilumina la cara: su casa!!!. Hablamos unos minutos hasta que se apean y me dan la mano... 
"Esto empieza bien", pienso.

En el aeropuerto, llego mas de una hora antes de que abran los mostradores de facturacion y me he colocado en una estupenda quinta plaza para facturar mi mochila. Sorprendentemente, una pareja mayor se cuela por delante sin hacer la cola ante la indignacion de algunas personas. Finalmente, intercediendo una mujer de seguridad, los ubican igualmente los primeros en el cuarto mostrador.
Cuando abren la facturacion, de cuatro mostradores abren tres y el que tarda un rato en abrir es donde estaban los jetas estos. La mujer me mira, habla con el marido y veo la intencion que tiene. Tengo una pareja joven delante mio y otra pareja detras y hablamos los 5... "Si se piensan que se van a colar aqui lo llevan claro". Dicho y hecho... Le tengo que plantar mi mochila delante del carrito a la mujer porque ya estaba dispuesta. Obviamente, no le gusta y tenemos un pequenyo intercambio de pareceres... Y ahi lo dejo.

No recordaba las sensaciones de viajar en avion, recorrer aeropuertos, puertas de embarque, fronteras, etc... pero esa sera otro dia, que aun quiero explicar aqui muchas cosas.

El viaje transcurre sin sobresaltos, mas o menos todo segun lo previsto. Llego a Tokio a las 8:45 de la manyana (7 horas mas que en Catalunya) y paso los tramites oportunos, saco dinero en efectivo y compro el billete de tren para ir hasta Asakusa, donde tengo mi hostel (lo unico reservado con antelacion). 

Una vez llego a la estacion de Asakusa, empieza mi pequenyo calvario. Ciertamente, estaba convencido de que no seria dificil ubicarse, orientarse y moverse por Tokio... craso error!!!. Para empezar, las calles no estan todas nombradas en nuestro sistema de escritura, por lo que en muchos momentos es una tortura. De esta guisa, empiezo a caminar por la zona, un poco intuyendo por donde debe estar el Hostel, pero certeza ninguna. Pregunto una vez a un chico (que habla menos ingles que yo swahili) y me hace volver... y luego vuelvo de nuevo. Una misma calle la he hecho tres veces. No una, no dos... tres veces. Arriba y abajo, con mis dos mochilas. Era para saborear el barrio, vaya...

Cuando llego a la conclusion de que esta por donde pensaba de inicio, cruzo una avenida principal y empiezo a notar que esta caliente-caliente... si bien encuentro una calle que se denomina igual, hay un numero diferente de los tres de la direccion, lo que implica que no es esa calle, pero esta muy cerca. Necesito preguntar dos veces mas hasta que doy con el Hostel... Llego pasadas las 12 y aunque me dicen que no puedo hacer el check-in hasta las 15 h., la chica se apiada de mi y me deja entrar al momento. Una ducha, por dios!!!. Ah, curioso que en las instrucciones del Hostel te explican como se hace una cama. No se que tipo de gente se hospeda aqui que no saben hacerse la cama... Si aqui venimos los pobres, todos nos la hacemos, no?. Si esto fuera el Hilton o el Mandarin pues igual los huespedes de alli no se hacen la cama desde hace anyos, pero los que venimos a un hostel... en fin, sigo.

Me ducho, me adecento un poco y pienso que tengo que aprovechar la tarde, aunque este muerto (apenas he dormido 4 horas en el avion y de aquella manera), pero prefiero no dormir hasta la noche y quitarme el jet lag cuanto antes, ademas de no poder permitirme el lujo de estar una tarde durmiendo...

Salgo a la calle dispuesto a visitar un par de zonas de Tokio. Y comienza una pesadilla... Compro el billete de 24 h. y empiezo a entrar y salir del metro. Entro por una puerta, subo a un tren, me he equivocado, bajo, salgo por otra puerta, vuelvo a entrar por la primera, subo a un tren, me equivoco de linea... putos mapas de la Lonely Planet!!!. Os juro que he estado como cuarenta minutos dando vueltas en bucle, como un pollo sin cabeza iba por el metro de Tokio. Si alguna vez me pierdo en mi vida, buscadme en alguna de las lineas del metro de Tokio, fijo que aun estoy dando vueltas... Aunque sobre el papel tienen colores, en algunos sitios les dan el nombre pero sin colores, ademas estan las lineas de tren y os prometo por Snoopy que he visto a japoneses perderse en el metro tambien. En serio!!. Gente que sube al vagon y se baja antes de que arranque... o gente que mira un plano va hacia su derecha y a los pocos metros se detiene, piensa, se da la vuelta... brutal!!!


Por cierto, vamos a empezar a romper mitos de Japon: comer es muy caro. Falso!!. Puedes comer un par de platos por unos 15 euros y si con unos buenos ramen tienes suficiente, por 4-5 euros los puedes tener. Llevo un dia aqui y veo que lo de los japoneses por la comida es pura pasion: restaurantes y paradas de todo tipo, en todos sitios, a todas horas. Yo al final he comido en un restaurante de estos de comida rapida con cinta transportadora: makis, nigiris y sashimi... me he puesto las botas por esos 15 euros, aprox.

He visitado Shibuya y lo de esta gente es brutal. Quizas influye mas que hoy es sabado, pero estar en el famoso cruce y ver centenares de personas cruzando la calle en horizontal, vertical y diagonal cada vez que se pone en verde el semaforo peatonal alucina. Tambien he entrado en un par de pachinkos, con los japos ahi dandole a los botones de colores de manera frenetica y casi endemoniada. Unos fuman, otros beben, no hablan, hay mucho ruido, colores, musica... una autentica frikada!

Mas tarde, tras dar unas cuantas vueltas sin saber/poder/querer ubicarme, me he dirigido hacia Harajuku y su parque, atravesando una fiesta latina, por cierto; frijoles, empanadas, ceviche... flipa... En Harajuku queria visitar tambien el Meiji-Jingu, pero resulta que el parque esta como dividido en dos y yo no lo encontraba en el que he visitado... y cuando me he dado cuenta de esta sutil division que en la Lonely Planet obvian (es un poco desastre esta guia de Japon, en serio, y mira que soy fan de la LP, pero esta es infumable ahora que estoy aqui) eran casi las 17 h y... ha comenzado a llover. Bueno, no ha comenzado a llover, ha comenzado a diluviar!!. El puto Murphy tenia que aparecer, como no. Yo, tan feliz en mi economia de espacio, deje mi poncho en casa pensando que como narices iba a llover en Japon en Agosto. Pues toma, la primera en la frente, por listo!!


He entrado a tomar un cafe en condiciones a un italiano (un verdadero cafe, no los sucedaneos que llevo ingiriendo desde que sali de BCN) esperando que amainara. Al rato, seguia igual y he pensado que cogeria el metro e iria hacia Shinjuku, a ver si habia suerte alli. A veces creo en los reyes magos, porque eran dos paradas... obvio, diluviaba igual. Pero he conseguido un mapa del metro de Tokio que ha empezado a salvarme la vida, de manera casi literal. Asi que resguardado, me he sentado en un porche y revisado bien lo que quiero hacer manyana, que se me acumula con lo de hoy y tengo que ir por faena, mirando estaciones, trasbordos, etc. Pinta mejor, vamos.
Luego ha amainado un poco y he salido a pasear lo que he podido. Shinjuku es, simplemente, bestial... lo que he podido ver parece salido de una peli futurista, con carteles de neon, pantallas hipergigantes, luces, musica, gente arriba y abajo, tiendas de todo tipo, hoteles... alucinante!!. Cuando paseaba he visto un grupo de mujeres con trajes tipicos, tocando una especie de pandereta unas, una especie de tambores otras, bailando de manera acompasada, soltando algun grito y cantando algunas estrofas en japones. Y ahi me he parado, mientras llovia, y sin paraguas a verlas. Y ha sido el primer momento maravilloso del viaje; estar ahi, escuchando su tararear hipnotico, sus movimientos delicados, su intensidad, la pasion con la que realizaban ese espectaculo pese a la lluvia... y yo parado, a un metro, las gotas resbalando por mi rostro, mi camiseta empapada, la camara a un lado... como una escena de pelicula, hipnotica. Me ha embargado la emocion, ese momento de conexion total con el momento, con el fluir, con dejar que la musica traspasara los poros de mi piel... incluso, lo reconozco, alguna lagrima de emocion ha asomado en mis retinas. Ha sido un momento precioso.

Para mas inri, frente a esta exhibicion he visto una tienda de Gucci y he entrado... a ver nuestros maniquies!!. He preguntado a un dependiente, pero no hablaba ingles asi que ha llamado a la encargada y le he explicado que yo trabajo en la empresa que se los fabrica en Espanya (no iba a explicarle todo el tema ahora de Catalunya, que fuera llovia mucho, recordad) y no se lo creia. Me ha dejado hacer algunas fotos de los maniquies que fabricamos en Olot. Ahi es nada...

Ha arreciado fuerte la lluvia y he decidido que era momento de volver, dejando Shinjuku para manyana o pasado (porque volvere seguro!!). Esta vez el problema lo he tenido en el laberinto subterraneo de galerias, comercios, conexiones de trenes, de metros, parkings, mas galerias comerciales, restaurantes... la madre que los pario, tienen un laberinto sobre tierra y otro bajo tierra!!. En serio, muy bruto. Demasiado para ser cierto. Y me he perdido en ese laberinto como una hora, caminando arriba y abajo. Me indicaba una estacion de metro, pero resulta que salia a la calle. Y otra vez a preguntar a los tokiotas en plan indio: nombre de la estacion y por senyas, que no dan para mas.
Si hoy me hubieran acompanyado todos los tokiotas a quienes he preguntado en algun momento, seria como el flautista de Hamelin, os lo juro... 30? 40?. Puffff...
He entrado en otra tienda de comida rapida para preguntar por la estacion de metro y por senyas, me ha indicado. Cuando iba a salir, me hace un gesto con la mano, que me espere. Se mete dentro y con que vuelve en la mano? Efectivamente, con un paraguas para mi... me lo ha regalado. Supongo que le he provocado pena extrema, la pinta que llevaba ya. 


Y de vuelta a Asakusa, al salir del metro, fuegos artificiales. Olor a polvora. Neblina, luces de neon, karaokes que se observan desde la calle... Personas disfrazadas directamente. Lo mas cerca que he estado de vivir en Blade Runner, en serio.

No ha estado nada mal el rito iniciatico de perderse por los laberintos tokiotas. Manyana, mas...

dimarts, 25 de juliol del 2017

Cerrando el círculo.

                                                                                                           Barcelona, 25 de Julio de 2017

Llevo semanas en un diálogo interno recurrente: "ahora que vuelvo a viajar, ¿reabro el blog?. Y, si lo hago, ¿cuento tal cual el próximo viaje, sin más?". 

La respuesta a la primera pregunta me ha rondado semanas. La respuesta a la segunda, evidentemente, no, porque la sabía. No podía reabrir el blog, explicar mi inminente viaje y ya está, como si nada, obviando el hecho de haber permanecido cinco años en un silencio forzoso. Por tanto, la respuesta a la segunda, la tenía incluso antes de responder a la primera.

Pero, entonces, reabro el blog, parece... Sí, eso parece, cierto. Muchas personas me han preguntado estos últimos meses por ello y no supe qué responderles, aunque lo intuía. Este blog nació de la mano de una aventura personal que ya tenía en mente años atrás así que decidí plasmar mi viaje por el sudeste asiático hace ya 6 años. Y los que lo seguisteis sabéis que, a menudo, era cualquier cosa menos un blog de viajes. Para mí era más un diario de a bordo, un pensar y escribir en voz alta, un conservar recuerdos en unas líneas, un querer compartir la experiencia desde el punto de vista más personal y no tan concreto de datos, nombres, ciudades, precios, etc. Y la experiencia quedó como quedó. Luego hubieron algunas entradas de la breve historia sursudanesa y, desde entonces, el silencio...

Un silencio largo.
Un silencio, tedioso.
Un silencio, difícil.
Un silencio, punzante.
Un silencio, callado. 
O ruidoso. 
O ausente. 
O estremecedor.
O triste.

En cualquier caso, 5 años de silencio. 5 años sin viajar. 5 años de travesías complejas. 5 años de aprendizajes diversos. 5 años de centrarme en otro mundo, mi mundo, mi pequeño mundo. 5 años de asumir, pensar, reubicar, reparar, renacer...

Han pasado muchas cosas a nivel personal que obligaron a este frenazo en seco. Pero ya han quedado atrás y, cosas del destino (o algo forzadas, vamos), reabro el blog cerrando el círculo: si en febrero de 2011 lo abrí con la idea de ir a Japón, lo que luego se truncó por aquel terremoto y tsunami, 6 años después de aquel momento, lo reabro con el billete a Tokio, como aquel entonces. Hay pequeños matices diferenciadores, ya que allí iba a la primavera y los cerezos en flor, iniciando un viaje de varios meses por Asia y coincidiendo en Vietnam con aquellos amigos de entonces. Ahora, voy sólo, para 18 días, únicamente Japón y bajo un sol de justicia.


Tengo en mente el recorrido a grosso modo, pero la realidad es que está bastante abierto: Tokio, Niko, alpes japoneses, Kioto, Osaka, Hiroshima, Miyajima, Himeji, Monte Koya-San, Nara... por ahí me moveré, pero sobre la marcha iré decidiendo hacia dónde y hasta cuándo...

Y me apetece mucho. Mucho. Muchísimo. De hecho, casi aún no me creo que vuelva a viajar. Tengo ya mi mochila preparada con una economía de espacio que hasta me sorprendo. Debo confesar que me sentiré extraño cuando cierre la puerta de casa con la mochila a cuestas. Y algo que quiero hacer desde el momento que me cuelgue la mochila para abrir la puerta y salir de viaje: tomar conciencia de cada momento, cada sensación, cada sentimiento,... eso que se ha puesto tan de moda como el mindfulness, quiero experimentarlo, pensar y sentir simplemente en ese instante. Nada más. Tomar aire y pensar: "te vas a Japón".


Como os decía al principio, no tenía muy claro si reabrir el blog o no. Esta tarde, volviendo a casa en el bus, leía un pasaje de "El limón" de Kajii Motojiro y en un momento determinado apareció la expresión "ryojyo", que en japonés sería como los sentimientos y sensaciones que uno experimenta cuando está de viaje. Y en ese momento se produjo el click que me dijo: "tienes que explicarlo nuevamente".

Paralelamente, cuando se empieza a pensar en el mundo y en los viajes pendientes, empiezan a surgir ideas. Para diciembre-enero he barajado varias opciones: Argentina (vuelos carísimos), Uganda (lo de los espaldas plateada se ha puesto imposible), costa este de USA (frío no, lo siguiente) y la que ha ganado enteros: Egipto con buceo en el Mar Rojo y salto final a Jordania para visitar Petra.
Esperaré a septiembre a ver cómo está la situación política, pero después de 5 años, volver con Japón más Egipto y Petra sería volver por la puerta grande, que ya que hacemos las cosas, las hacemos bien, ¿no os parece?.

Por lo pronto, reabro el blog y cierro el círculo: con Japón comenzaba este blog y con Japón lo reabro... Kangei, amigos...