Luxor, 28 de Diciembre de 2017
Antes de la hora acordada, Ramadhan ya está en el hotel para llevarme en taxi a la falúa. Este era uno de los puntos que quería hacer en este viaje: surcar el Nilo del modo más tradicional posible.
Ramadhan me explica, con pena, que ahora tiene que hacer de conductor porque no hay turistas, pero que él es capitán de barco. Mientras me lo explica, noto cómo su mirada tiene un punto de tristeza. Tras casi una hora de taxi, trámites y permisos incluidos, llegamos a un punto fuera de la ciudad de Aswan donde me espera la falúa. Al verla ya pienso que va a ser interesante. Además, subo desde la misma orilla, a través de unas dunas. Voy a ir sólo, con el capitán, Nahjah, un nubio que lleva 20 años descendiendo el río. Por espacio pueden ir hasta 6-8 personas en la falúa. "Es todo un lujo", pienso.
Hago dos días en falúa entre Aswan y Kom Ombo y desde ahí a Luxor en coche, parando en Edfu, el tercer día. La alternativa era hacerlo en un crucero de estos mastodónticos de 4-5 plantas, con camarote, menú buffet libre, piscina y decenas de turistas... En sólo dos días, visitas milimetradas y el doble de caro. Pues cada uno que elija y opine...
Nahjah y Bassam (que nos acompaña un tramo del trayecto), deasanudan las cuerdas, izan la vela y empujan la barcaza hacia el centro del Nilo. La falúa baja el río impulsada por el viento en su enorme mástil con vela y los movimientos del timón, por lo que bajamos zigzagueando el río, de una orilla a otra, calmados, lentos, saboreando la inmensidad del río.
Se escucha el oleaje rompiendo contra el casco de la falúa, el viento que hace ondular la bandera egipcia en la popa. Se respira calma. Recogimiento. Paz. Poco a poco desaparecen restos de ciudades (aunque alguna casita se ve), para ir apareciendo cabras, ovejas, vacas, asnos, perros, niños que te saludan, pescadores, vegetación... Estas aguas que ya surcaban los antiguos egipcios continúan insuflando vida a este país.
Como me explica Nahjah más tarde, ahora hay poca agua y se navega muy despacio. Es mejor en verano, cuando el río baja con más fuerza. Esto afectará a mi crucero... Y es que desde la construcción de las presas en el Alto Nilo, los ciclos vitales se han modificado, ya no hay épocas de crecidas, sino que la mano del hombre ha domesticado esta fuerza de la naturaleza, para bien y... Para mal.
El viento acaricia mi rostro. Inspiro profundamente. Respiro aire. Respiro Nilo. Observo bandadas de pájaros sobrevolándonos. No quedan cocodrilos en el bajo Nilo. Los que quedan viven más al sur de la presa de Aswan.
Poco más tarde, paramos a comer. Bassam ha preparado un queso delicioso, albóndigas de falafel y un puré de lentejas, todo acompañado de pan de pita... Y a comer a base de pellizco de pan junto a lo que quieras de los tres platos. Después, un té rojo fuerte, intenso.
El día es azul, claro, caluroso. Es el primer día que paso calor desde que aterricé unos días atrás. Me estiro en cubierta, el sol calienta mi rostro y me quedo adormilado. Cuánto he dormido? 10 minutos? 30? Una hora? No lo sé. Ni me interesa.
Dos días de aislamiento, para difrutar del suave vaivén del río. En algunos momentos es tan suave que uno diría que se ha detenido.
El desierto se intuye en la orilla occidental...
Algún crucero de estos inmensos nos adelanta con su motor rugiendo y removiendo las aguas de manera bestial. No veo gente en cubierta. Quizás estén en el comedor. O durmiendo en los camarotes. O en el bar. "Qué pena, perderse estas sensaciones metido en un barco impersonal que igual está en el Nilo, como en el Caribe como en Halong Bay", pienso.
Sobre las 17 horas cae el sol y la tonalidad del cielo cambia, anaranjándose, coloreándose y azulándose finalmente. Un precioso atardecer sobre la orilla occidental. La temperatura empieza a descender y toca abrigarse porque duermo al raso, sobre la cubierta de la falúa. Me pongo dos calcetines, dos pantalones largos, una camiseta de manga corta, una de manga larga, una sudadera y el cortavientos...
A Bassam lo dejamos un rato antes y subió a bordo el sobrino de Nahjah, que ha preparado una sopa de pollo que sabe a gloria con este frío.
La noche cae y aparece un firmamento estrellado imponente, majestuoso, a la altura del misticismo egipcio. Ese cielo estrellado que en las grandes ciudades estamos privados de disfrutar. Observo un rato este cielo que me recuerda al de la reserva de Sian K'aan en México, hace ya 10 años. Y duermo en cubierta, con dos mantas encima, como aquella noche en Tanjung Puting National Park de Indonesia... Sensaciones parecidas. Sonidos diferentes.
El ritmo del Nilo. El pueblo nubio. El Antiguo Egipto. La inmensidad del firmamento. Otra experiencia impagable...
El segundo día bajamos durante gran parte del día dejándonos arrastrar por la quietud del río. Casi parados. Esto hace que en dos días no pudiéramos llegar a Edfú y dos días para Aswan-Kom Ombo es demasiado tiempo, por lo que pasamos muchas horas anclados en la orilla. Ha sido el punto menos interesante, porque parar sobre las 17 horas y no volver a navegar hasta las 9 horas del día siguiente, son demasiadas horas yendo sólo. No obstante aprovecho para escribir, leer ("Sinuhé, el egipcio", cómo no), leer la guía de lo que me espera, pensar, escuchar los sonidos del Alto Nilo, hablar con Nahjah, ver el firmamento estrellado y dormir...
A la mañana del tercer día, me recoge en la otra orilla el conductor, que me llevará a Kom Ombo, Edfú y a Luxor, donde llegamos sobre las 14:30 h.
En Kom Ombo coincido con varios cruceros atracados y visitando las ruinas en ese momento, lo que empaña un poco la visita.
En Edfu, estoy prácticamente sólo...
La próxima estación, Luxor, la joya y guinda del viaje egipcio.
Ps: normalmente no pongo referencias de nadie, pero siempre se pueden hacer excepciones.
Aquí os dejo el telf de Nahjah por si queréis acordar el crucero en falúa con él: +002001004986390.
Y su email: Mykel.Plan@yahoo.com
De este modo os ahorrarés intermediarios y conseguiréis mejor precio.
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