El Cairo, 23 de Diciembre de 2017
El Cairo se cae a trozos. Es sucia. Contaminada. Ruidosa. Tiene un tráfico horrible. Sentadas estas bases, a partir de aquí todo va a mejor.
Aterricé en la capital egipcia de madrugada y entre unas cosas y otras, me acostaba pasadas las 3 de la mañana. Además tuve que ponerme los tapones de los oídos para poder conciliar el sueño. El primer día en Egipto iba a ser durillo...
A la mañana siguiente me dirigí al Museo Egipcio. No se pueden tener tesoros más valiosos peor conservados. Qué pena!! Es imprescindible su visita, sin duda, pero a ver si acaban ya de una vez el nuevo museo egipcio (llevan varios años de retraso) y empiezan a conservar mejor su principal tesoro, que es su patrimonio arqueológico y su historia. Lamentablemente, si esto pensaba cuando visitaba el Museo, con las visitas a diferentes recintos arqueológicos, los temores casi que empeoraban.
El Museo Egipcio tiene auténticas joyas, como la famosa máscara de Tutankamon y su trono, una docena de momias (algunas de ellas extremadamente bien conservadas de unos 3500 años de antigüedad), esfinges, tumbas reales, palanquines, joyas, cánopes (donde se conservaran las vísceras de los difuntos durante el proceso de momificación), estatuas, pilares, sarcófagos, murales inscritos, etc... pero en un Museo sucio, desordenado, muchas cosas sin etiquetar, pudiendo ser manoseadas por cualquiera (y es algo que ocurre a menudo, creedme), sin las condiciones térmicas y lumínicas ideales, etc. Así que sales con la sensación de que has visto patrimonio de la humanidad que está guardado como si fuera un almacén de estos del Bluespace. Una pena, vaya.
De ahí me fuí caminando a Kahn El Khalili, el gran bazar cairota. Y si bien en el Museo Egipcio vi algunos turistas extranjeros (aunque me parecieron pocos), en el bazar no vi ninguno. Perdón, sí, vi dos chicas que parecían del norte de Europa. De tal modo, uno cuando viaja está acostumbrado a observar, hasta que entras en sitios donde no hay apenas turistas y pasas de observar a ser el observado. Guardé la guía y me dediqué a deambular por los callejones estrechos, atestados de gente, de olores intensos, de miradas curiosas, de sonrisas divertidas... en más de una ocasión tuve que dar media vuelta por estar en callejones sin salida. Igual te venden telas, que carne, que fuman sheesha, que te venden motocicletas, que bollería, que animales vivos, que unos electrodomésticos... todo se concentra aquí. Pasas de El Cairo más moderno y occidental a la parte más tradicional islámica y con ella cambian las vestimentas, las formas de relación, las oraciones en las mezquitas más cercanas que resuenan con potentes altavoces en todo el barrio.
Si hubiera tenido más tiempo hubiera visitado la Ciudadela y El Cairo Copto, pero no había ni tiempo ni fuerzas. Al día siguiente madrugaba: la Gran Pirámide aguardaba.
Y allí me planté a las 7:20 h, aunque no abrían hasta las 8 h. Estos son los gajes de viajar con una Lonely Planet editada en 2010. La primera impresión desde el taxi de la Gran Pirámide, es impactante. Y cuando estás allí delante, a sus pies, miles de años contemplándote, te sientes diminuto e insignificante y lo único que aciertas a balbucear es un “Guau!!”. Ese momento de conversión en can que todos hemos vivido alguna vez en nuestra vida. Llegan algunos autobuses de turistas, mayoritariamente asiáticos (chinos y japoneses), algunos americanos (mexicanos), algún reducido grupo de españoles y poco más. Como he comprobado después, la reducción del turismo les está sangrando la economía.
Si quieres entrar en la Gran Pirámide, 300 EGP tienen la culpa (unos 15€ al cambio). Y sí, sirve para tener la sensación de que estás en el corazón de la Gran Pirámide, ascendiendo por una empinadísima rampa interior, claustrofóbica, pero no hay nada más. Cuando llegas a la cámara funeraria es emocionante... pero es una sala rectangular que si le pones cajas fuertes a los lados parecería la cámara acorazada de un gran banco de Manhattan. Tiene su gracia... especialmente los 10 minutos que estuve allí sólo, en silencio, sin perturbaciones. Hasta que llegaron 3 grupos y nos juntamos allí como 20 personas. Era el momento de salir.
Después la visita exterior a la Pirámide de Kefrén, el Museo de la Barca Solar y el momento zen del día. Justo delante de la Gran Pirámide, con una magnífica vista de las tres pirámides, hay un asentamieno con antiguas tumbas que no visita nadie. Yo, para variar, allí que me fuí. Y la recompensa fue encontrar un sitio donde sentarme como media hora, aislado de todos los turistas y pudiendo contemplar las tres pirámides en absoluta calma. Esos momento mágico de los viajes, ya sabéis.
A la vuelta, ver la victoria culé en el Bernabéu y ver con qué pasión lo viven ellos también...
Dos últimas cosas: los taxis y la seguridad.
Respecto a la taxis, hay que coger siempre los blancos y exigir que pongan el contador, que comienza en 5 EGP (unos 0’25€). Así que trayectos de unos 30 minutos acaban costando sobre 30-35 EGP (menos de 2€). El tema es que de estos casi ninguno habla inglés y a veces cuesta entenderse. Una vez que ya has aclarado el destino y el contador, toca relajarse, dejarse llevar y acordarse de Horus, Anubis, Ra y todo el panteón egipcio porque madre mía... y en este punto pienso que esto ya lo he vivido en Índia, Vietnam, Nepal... lo mismo que para cruzar las calles: o te lanzas sin miedo a cruzar o acabas momificado y expuesto en el Museo Egipcio...
Finalmente, la seguridad. Actualmente todo el mundo en Europa piensa en Egipto como un destino inseguro. Yo, de momento, no he tenido esa sensación. Es cierto que hay policías armados y protegidos con chalecos antibalas y escudos en muchísimos sitios (edificios gubernamentales, estaciones de tren, lugares turísticos, etc), pero no pasa de eso. También hay muchos controles de seguridad, lo que es lógico. La pena es que ves que esta gente lo está pasando mal por esa falta de turismo y es triste.
Si el ver mucha policía por las calles te da seguridad o te crea inseguridad, ya es cosa tuya. En una calle ví varios convoyes de policía y me acerqué a ver si es que había catalanes intentando votar o algo parecido...
Ah, todo el que quiere venderte algo te pregunta de dónde eres... y te lo preguntan unas 3.500 veces al día. Yo, sin complejos, respondo: “from Catalonia”. Y si dicen “España?”, insisto: “Barcelona, Catalonia”.
Esta noche tren nocturno de 12 horas hasta Asuán. Comienza la ruta por el Antiguo Egipto.
Si hubiera tenido más tiempo hubiera visitado la Ciudadela y El Cairo Copto, pero no había ni tiempo ni fuerzas. Al día siguiente madrugaba: la Gran Pirámide aguardaba.
Y allí me planté a las 7:20 h, aunque no abrían hasta las 8 h. Estos son los gajes de viajar con una Lonely Planet editada en 2010. La primera impresión desde el taxi de la Gran Pirámide, es impactante. Y cuando estás allí delante, a sus pies, miles de años contemplándote, te sientes diminuto e insignificante y lo único que aciertas a balbucear es un “Guau!!”. Ese momento de conversión en can que todos hemos vivido alguna vez en nuestra vida. Llegan algunos autobuses de turistas, mayoritariamente asiáticos (chinos y japoneses), algunos americanos (mexicanos), algún reducido grupo de españoles y poco más. Como he comprobado después, la reducción del turismo les está sangrando la economía.
Si quieres entrar en la Gran Pirámide, 300 EGP tienen la culpa (unos 15€ al cambio). Y sí, sirve para tener la sensación de que estás en el corazón de la Gran Pirámide, ascendiendo por una empinadísima rampa interior, claustrofóbica, pero no hay nada más. Cuando llegas a la cámara funeraria es emocionante... pero es una sala rectangular que si le pones cajas fuertes a los lados parecería la cámara acorazada de un gran banco de Manhattan. Tiene su gracia... especialmente los 10 minutos que estuve allí sólo, en silencio, sin perturbaciones. Hasta que llegaron 3 grupos y nos juntamos allí como 20 personas. Era el momento de salir.
Después la visita exterior a la Pirámide de Kefrén, el Museo de la Barca Solar y el momento zen del día. Justo delante de la Gran Pirámide, con una magnífica vista de las tres pirámides, hay un asentamieno con antiguas tumbas que no visita nadie. Yo, para variar, allí que me fuí. Y la recompensa fue encontrar un sitio donde sentarme como media hora, aislado de todos los turistas y pudiendo contemplar las tres pirámides en absoluta calma. Esos momento mágico de los viajes, ya sabéis.
A la vuelta, ver la victoria culé en el Bernabéu y ver con qué pasión lo viven ellos también...
Dos últimas cosas: los taxis y la seguridad.
Respecto a la taxis, hay que coger siempre los blancos y exigir que pongan el contador, que comienza en 5 EGP (unos 0’25€). Así que trayectos de unos 30 minutos acaban costando sobre 30-35 EGP (menos de 2€). El tema es que de estos casi ninguno habla inglés y a veces cuesta entenderse. Una vez que ya has aclarado el destino y el contador, toca relajarse, dejarse llevar y acordarse de Horus, Anubis, Ra y todo el panteón egipcio porque madre mía... y en este punto pienso que esto ya lo he vivido en Índia, Vietnam, Nepal... lo mismo que para cruzar las calles: o te lanzas sin miedo a cruzar o acabas momificado y expuesto en el Museo Egipcio...
Finalmente, la seguridad. Actualmente todo el mundo en Europa piensa en Egipto como un destino inseguro. Yo, de momento, no he tenido esa sensación. Es cierto que hay policías armados y protegidos con chalecos antibalas y escudos en muchísimos sitios (edificios gubernamentales, estaciones de tren, lugares turísticos, etc), pero no pasa de eso. También hay muchos controles de seguridad, lo que es lógico. La pena es que ves que esta gente lo está pasando mal por esa falta de turismo y es triste.
Si el ver mucha policía por las calles te da seguridad o te crea inseguridad, ya es cosa tuya. En una calle ví varios convoyes de policía y me acerqué a ver si es que había catalanes intentando votar o algo parecido...
Ah, todo el que quiere venderte algo te pregunta de dónde eres... y te lo preguntan unas 3.500 veces al día. Yo, sin complejos, respondo: “from Catalonia”. Y si dicen “España?”, insisto: “Barcelona, Catalonia”.
Esta noche tren nocturno de 12 horas hasta Asuán. Comienza la ruta por el Antiguo Egipto.
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