Siahnoukville (Camboya), 2 de Septiembre de 2.011.
Quienes me sigan en el blog desde el principio sabrán que, en ciertas ocasiones, me da por desvariar un poco y explicar historias que poco, nada o absolutamente nada tienen que ver con el propósito inicial del blog: mi viaje. Bueno, en esta entrada será un pequeño mixto, con una introducción a lo que es el dinero en Camboya y la historia que puedo imaginar a través de un billete que llegó a mi poder. Además, puede compensar un poquito la dureza de la última entrada. Así que… comencemos.
Lo del dinero en Camboya es digno de estudio. Es algo así como la versión valleinclanesca de “Luces de bohemia” pero a lo camboyano. Esto, traducido al lenguaje coloquial sería: no tiene ni pies ni cabeza.
Desconozco el motivo por el cual conviven los dólares americanos con los rieles camboyanos. Pero conviven de tal manera que todo el mundo tiene de ambos y puedes pagar cualquier cosa en cualquiera de las monedas. Importes pequeños, eso sí, porque el billete de mayor valor que he visto en rieles es de 10.000, que equivale a 2’5 dólares.
En unos sitios, el precio está en dólares. En otros, en rieles. O en ambos. Independientemente de la moneda en la que esté, tú paga con la que quieras. Lo curioso es que el billete de dólar de menor valor que circula aquí es el de 1 dólar. Pero, claro, hay cosas que valen menos de un dólar, ¿verdad?. ¿Cómo lo solucionan?. Pues nada, te dan el cambio en miles o cientos de rieles, que serían como los céntimos del dólar, pero en otra moneda. Por ejemplo, que vas a tomarte un capuccino que puede costarte 1,25 $. Bien, pues tienes varias opciones para pagar y que te devuelvan cambio. A saber:
- Puedes pagar en dólares, lo que sería entregar al menos dos dólares. El cambio, en este caso, te lo darían en rieles, que serían 3.000 rieles (1.000 rieles=0’25 $).
- Podrías pagar sólo en rieles, lo que serían 5.000 rieles.
- Si ya eres un erudito en la materia, puedes combinar y pagar un dólar y 1.000 rieles.
Confieso que me costó un poco, especialmente cuando empiezan a mezclarte cantidades algo más complejas y te dan igual 15.500 rieles con 7 dólares… empieza a hacer cuentas, cambios de moneda, dólares, rieles, euros… En fin, que es divertido. Eso sí, puedes llevar un buen fajo de billetes de rieles y pensar: “soy un ricachón”, porque abulta mucho… pero llevas varios billetes de 100, 500 y 1.000 rieles… lo que sería igual a llevar 6 ó 7 euros en unos 40 billetes.
El otro día me preguntaba Iñaki (iñakibarettini.blogspot.com), cuando cenamos con Yoann y Eva (los franceses) en Phnom Penh, acerca de los cajeros y cuánto dinero daban y en qué moneda. Pues puedes llevarte unos buenos cientos de… dólares. Ni rastro de rieles. La pregunta subsiguiente era: “¿de dónde sacan todos esos dólares?”, “¿inyectará dólares USA aquí por algún motivo”?. Ni idea, pero algo extraño hay.
Pues bien, en uno de esos cambios, llegó a mis manos un billete de 5 dólares. A simple vista, un billete de esos normales. De los dólares de toda la vida. De esos que pasan por las manos anónimas atribuyendo un valor a lo que se compra. Y no debería pasar de ahí, si no fuera porque, no me preguntéis por qué, me paré a observarlo. Sí, ya sé, “¿mirar un billete de 5 dólares??. Este tío está zumbado”. Puede. Normalmente, en un gesto que tenemos totalmente automatizado, tal y como llega un billete a nuestras manos, lo metemos en la cartera, monedero, bolsillo o allá donde cada uno ose guardar el dinero (por favor, algunos billetes huelen muy mal… ahorraros el guardarlos en según qué partes de vuestro cuerpo, ok?), sin pararnos siquiera a mirarlo. Si acaso una comprobación rápida, un chequeo a su valor, pero nada más. Vamos, que si llegara a nuestras manos un billete en el que estuviera escrito en el centro, a letras fosforescentes: “es usted un capullo”, ni nos enfadaríamos, más que nada porque no lo leeríamos. Billete de X valor. Ok. A la cartera.
Así que no me preguntéis por qué, pero lo vi. Vi en aquel billete de 5 $ una frase escrita a bolígrafo azul. Me llamó la atención, pues no es lo usual. Y comencé a imaginar.
La frase decía: “I love you”. Para los muy cerrados con el inglés: “te quiero”. No os riais, que mis padres seguramente no saben su significado y no todo el mundo es tan listo como vosotros… También hay como un nombre escrito debajo, pero soy incapaz de distinguir de qué nombre se trata. ¿Weisz?. Bueno, ni idea…
“I love you”.
…………………………
“Vaya, este billete seguro que tiene una historia”, pensé. Y mi cerebro, que es proclive a imaginar, especular, crear asociaciones, buscar explicaciones,… comenzó a trabajar.
El billete en cuestión. |
¿Quién lo escribió?. ¿Una mujer?. ¿Un hombre?. ¿Joven o mayor?. ¿Solter@ o casad@?. ¿Conocía al/la destinatari@ o sólo de vista?. ¿No se atrevía a decírselo saliendo de sus labios unas palabras tan bonitas?. ¿No podía?.
Y el destinatario o destinataria… ¿vio el mensaje o guardó el billete instintivamente sin pararse a examinarlo?. Y si lo descubrió, ¿qué hizo?. ¿Qué pensó?.
A partir de todas esas preguntas y muchísimas más que seguro que se os ocurren, se puede ir creando una historia de amor o desamor. Quizás fue un último intento de retener a su lado a su marido. Quizás fue un adolescente que compró en una tienda, enamorado de la dependienta. Sea como fuere, este billete tiene historia. Las posibilidades son infinitas y, probablemente, nunca sepamos el desenlace de la misma.
Pero yo, que estos días en Siahnoukville tengo tiempo libre, me sobra, vamos, me he puesto a pensar en cosas relacionadas con este tema, aunque acaben siendo tangenciales. Y una de ellas es lo poco que decimos “te quiero”, lo poco que abrazamos a quienes queremos, lo poco que nos tocamos (hummmmmmm… vaaaaaaaaaaaaaa… que estoy hablando en serio, joder, ya te estás yendo por la vertiente más erótico-festiva). Sí, es algo que sin darnos cuenta, perdemos en nuestros años de adultos jóvenes. Vamos perdiendo la capacidad de ilusionarnos. De soñar. De querer sin condiciones. Si un adulto se enamora y pierde los papeles por una persona, a su alrededor se le critica con frases del estilo “parece un adolescente”, pero así, en el término más peyorativo de la acepción “adolescente”. Parece que estemos obligados a comportarnos según se espera de nosotros, según la sociedad nos ha educado, los demás, nuestros iguales,… tenemos que ser como todo el mundo y cuando te sales un poco del camino marcado, te señalan, te miran extraño. Vivimos inmersos en la voragine de nuestras vidas, nuestros trabajos, nuestras preocupaciones, nuestro estrés... sin mirar, apenas, a quienes tenemos alrededor. "A ver si hacemos un café" o "A ver si nos vemos"... Creo que cuando alguien te dice "A ver si..." implícitamente está lanzándote el mensaje de "no me voy a esforzar en verte, tengo demasiadas cosas que hacer... a ver si el destino nos ayuda y nos cruzamos un día por la calle". Ejem... podríamos ir eliminando "amigos del facebook", no?.
No pocas veces me han dicho (la última anoche mismo), “cómo que viajas ahora con 34 años, sólo, ¿qué ha pasado en tu vida?”. Vaya, ¿tiene que pasar algo extraordinario?. Ah, claro… viajar 6 meses por libre, mochila al hombro, se asocia a veinteañeros. Ya, ya… disculpa, no me acordaba. Es que… verás… un día, Caperucita iba por el bosque, se encontró a Blancanieves y… en fin, que tienes que dar explicaciones de todo, por todo y a todos.
Si eso pasa con un viaje, imaginaos la de filtros sociales que debemos pasar en según qué tipo de declaraciones amorosas. Y siempre habrá quien se crea con el derecho a opinar sobre nuestra vida, nuestras relaciones, sin mirarse el ombligo y darse cuenta de la cara de depresivo/a que lleva a cuestas. “Mira, con esa cara no te permito ni que opines sobre mi vida”, pienso a menudo. Mi frase favorita es: "mi vida es mía y de nadie más". Puede sonar egoísta, pero es una verdad como un templo. Debo vivir mi vida tal y como yo quiera vivirla, según lo que yo desee porque es mía, si no lo hiciera así viviría la vida que los demás quisieran, empezando por mis padres, claro: "bueno, ¿y tú cuándo te vas a echar novia?", "queremos nietos"... uffffffff, qué pesaditos pueden llegar a ponerse sin darse cuenta de que son sus deseos y, quizás también los míos en cierto modo, pero mientras no se den las condiciones y personas, no me preocupa, porque soy FELIZ con mi vida y eso no puede decirlo mucha gente.
Pero volvamos al billete y su mensaje… “I love you”. ¿Qué bonito, verdad?. El simple hecho de escribir un sentimiento tan puro en un billete, es digno de elogio, de admiración. Y ahora me viene a la mente la charla de motivación de Emilio Duró: optimismo e ilusión (http://www.youtube.com/watch?v=zK4sB_rWhF8 ), que me recomendó Miquel (gràcies, nen!!!. Com no, una recomanació excelent!!. Per cert, has vist ja la 1ª part de la 2ª part del Padrino?. Jajajajaja). Pues he visto esa charla hoy, precisamente. Os la recomiendo encarecidamente, porque habla de ilusión, de optimismo, de pasión, de sueños, de crear tu propia vida, de sonreír, de afectos, de amor, de responsabilidad… Ese camino es el que yo escogí hace tiempo, aunque aún tengo mucho que aprender, pero en ello estoy.
Así, entre el billete con el mensaje de amor y esta charla, hoy estoy de subidón. Subidón. Subidón porque pronto podré decirle a quienes quiero, cuánto les he echado de menos. Subidón porque miro hacia atrás y veo que he cumplido otro sueño. Subidón porque soy dueño de mi vida. Subidón porque me siento bien, feliz con quienes me rodean. Subidón porque, pese a los reveses de la vida, aquí sigo, en pie y disfrutando. Subidón porque yo escojo qué, cuándo y cómo. Subidón porque tengo un futuro maravilloso por delante. Decidí modelar mi vida en esta oportunidad que me brindó el destino, con valor, con ilusión, con coraje, con pasión, independientemente de que mucha gente no lo viera bien, se mostrara contraria o frunciera el ceño. Elegí mi camino y hoy en ese billete que recibí, pensaré que alguien lo escribió para mí: “I love you”…
¿Y qué bonito es escucharlo de los labios de quien amas, verdad?.
Un abrazo.
Buenos días tardes noches Sergio.
ResponEliminaYa se que vuelves pronto, esperaré cola para conocerte de nuevo porque sin duda volverá alguien distinto del que se fue.
¿Se te ha ocurrido que podría decírselo al propio billete?
Ya sabes que nunca estuvo en mis planes ser romántico.
Un abrazo
Tú siempre has sido tan pragmático, Felipe... jajaja... Un abrazo.
ResponEliminaMe alegro de verte con esta energia, es contagiosa, gracias!
ResponEliminaVarias cosas q te comento, aunque fijo q me dejo alguna. Gracias por hacerme publi en tu blog, es todo un lujo chico! Totalmente de acuerdo en q lo de dolares y rieles es surrealista. Ya he visto como conseguir rieles si quieres. Te vas a un local market y alli los tienen en puestecitos, en taquitos, como si fuera fruta...
Muy bueno lo del a ver si nos vemos yo hace tiempo q ya borre del fcbk a aquellos del "te llamo y hacemos un cafe..." aunque aun me queda afinar mas la criba
Genial lo del billete, te diria muchas cosas pero mejor tomando algo de vuelta en bcn. Ahora solo se me ocurre algo mas mundano: ese billete no te valdria en myanmar jaja y es q llevamos un dia q no veas con los billetitos de marras...
Un abrazo!