Existen situaciones, problemas, relaciones, dilemas en la vida, a los que en según qué situaciones y circunstancias, es mejor no dedicarle tiempo. Ni energías. Ni pensamientos. Nada. Y no porque no te importen, sino porque esa manera de afrontarlos puede ser la más acertada. No forzar una resolución, dejar que ésta llegue a nosotros de una manera natural, que se resuelva por sí misma, sin aspavientos, esfuerzos, desgaste. Dejar que el camino fluya y te lleve a la decisión acertada. O la que deseas.
Este planteamiento es el que utilicé para resolver mi propio dilema: ¿Cuándo vuelvo a casa?. Desde que inicié el viaje, allá a mediados de marzo, era una pregunta que rondaba de una manera u otra, pues no tenía billete de vuelta. Me preguntaban quienes me iba cruzando en el camino: “¿cuánto tiempo vas a estar viajando?”. “No lo sé”, les respondía. Y cuando me preguntan algo acerca de mi vida, me da mucha rabia decir “no lo sé”, especialmente porque se pueden contar con los dedos de una mano las veces que respondo así, sobre mí, sobre mi vida. Y no confundamos el “no lo sé” con el “ya veremos”, son cosas diferentes. La primera implica un desconocimiento absoluto pese a la voluntad de querer saber, mientras la segunda implica una voluntad de dejar que las cosas fluyan, sin forzar, dejar espacio a las sorpresas de la vida. Por eso cuando respondía “no lo sé” implicaba que, de algún modo, sí quería saberlo.
Durante los primeros meses, no me preocupaba, digamos que hasta finales de Junio era una cuestión secundaria, más que nada porque tenía trazado en mente mi recorrido, estar en Vietnam en Agosto para estar con mis amigos, luego Camboya… y a partir de ahí, “la nada”, como si de la historia interminable se tratara. No me asusta “la nada”, pero era preciso que tomara una decisión acerca de si quería explorar ese territorio llamado “veteadondetedelagana” o quería volver a mi pequeño universo llamado “aquitodoloconoces”. La cuestión era, como si fuera un árbol de decisión:
- ¿Me apetece alargar mi viaje?. Sí o no.
o Si respondes “sí”, la siguiente pregunta es: ¿puedes?.
§ Sí: ok, pues mira destinos, fechas, vuelos, dónde quieres ir, qué te apetecería ver…
§ No: pasa al punto “no” de la primera pregunta.
o Si respondes “no”: entonces… ¿cuándo quieres volver?. Mira fechas, vuelos, precios…
Esta es una secuencia lógica y racional para entender el dilema, pero no fue la que utilicé yo, porque no me empeñé en obtener la respuesta, sino que dejé que ella llegara a mí. Es decir, adopté un papel pasivo para solucionar el problema, no ir a buscar la respuesta, sino dejar que apareciera. Así fueron pasando las últimas semanas de Junio y las primeras de Julio. Y, poco a poco, fue tomando cuerpo la respuesta: me apetecía volver en septiembre. No es que no me apeteciera seguir viajando, por supuesto que me apetecía, pero el grado de intensidad en la que deseaba seguir el viaje, aún siendo fuerte, era inferior al grado de intensidad del querer volver.
Y eso fue ganando peso, poco a poco, en mi mente, en mi corazón. Llevaba cuatro meses de viaje cuando me di cuenta de cuál era la respuesta: volver en septiembre. Así, a finales de Julio, compré mi billete para volver a finales de la tercera semana de septiembre.
Había estado mirando vuelos para ir a Japón (Bangkok-Tokio por 250 € ida), o pasar por Egipto (pero las cosas no están muy tranquilas en esa zona del mundo), incluso dar el salto a Suramérica para visitar Argentina y Perú, dos destinos que tengo pendientes, pero los billetes no bajaban de 1.000 €. Así, entre unas cosas y otras, decidí que sería el momento de volver.
Miquel me decía que quizás eso lo he decidido así porque inconscientemente yo había planteado un viaje de seis meses. Puede ser. Es muy posible. Pero no es menos cierto que era yo quien decidía y podía haber alargado. Pero no. Me vuelvo en menos de un mes.
Vaya, menos de un mes… Para quienes tienen dos semanas o incluso tres de vacaciones, les puede parecer una obscenidad mi siguiente reflexión. Por favor, contextualízalo con más de 5 meses de viaje que llevo a mis espaldas (¡¡más de 5 meses!!). Pues la sensación es que esto toca a su fin, que languidece lentamente, que se duerme en mis brazos, que se acurruca dejándose ir, me mira con una medio sonrisa, orgullosa, satisfecha. Mi experiencia personal vive sus últimas semanas. Yo trato de acariciarla, observarla, mimarla, cuidarla. La miro y la admiro. La siento, la percibo. Sus latidos comienzan, poco a poco, a disminuir su ritmo. Sabe que tiene los días contados, pero se va en paz consigo misma. Y conmigo. Ha cumplido, con creces, su cometido. Ha superado las expectativas y se dispone a ser criogenizada para, quién sabe, ser reanimada en un futuro y vivir otra experiencia similar.
De momento, la aparcaré en menos de un mes. La guardaré a buen recaudo, junto a las imágenes que acuden, esporádicamente, a mi mente. Porque ahora pienso en aquel día, aquel 16 de marzo, cuando tomé el primer avión hacia Kathmandú. Personas que se cruzaron en mi camino, con quien tanto compartí. Lugares mágicos. Fotos de postal. Delicias gastronómicas. Autobuses infernales. Habitaciones de todo tipo. Inmersiones. Playas. Trenes. Ciudades congestionadas. Sonrisas. Regateos. Trekkings. Animales. Mi blog. Mi sonrisa. Mis temores. Mis momentos más delicados. Los ánimos de quienes me quieren. Compartir todo esto con vosotros pero, principalmente, un recuerdo para mí. Siempre podré explicar a mis nietos (bueno, antes tengo que tener hijos y para tener hijos tengo que tener pareja… estoooooo… creo que no se lo explicaré a mis nietos) aquella aventura que emprendí en el 2.011. Y lo haré con una sonrisa, con un punto de brillo en mis ojos, con orgullo.
La historia toca a su fin, con cuatro semanas por delante para visitar el resto de Camboya en solitario. Hace un par de días se marcharon de vuelta a casa Saha, Miquel y Valdi. Los despedí con un nudo en la garganta, tras tres semanas intensas, llenas de momentos inolvidables, risas, bromas, trabajo en equipo, mirar en la misma dirección, respeto, entendimiento, buen rollo. Es magnífico viajar con tus amigos y que no haya ni una fricción en 24 días, como ya nos pasó en Tanzania y Zanzíbar. O en India con Saha y Valdi. O con Valdi en New York y Estambul, México y Guatemala. Es difícil encontrar a personas con las que puedas compartir tanto, tantos días, las 24 horas del día y todo fluya. El año que viene se ha decidido la costa oeste de USA, como proyecto. Por mi parte, acepto la derrota (yo estoy empeñado en ir a Japón) porque USA puede ser espectacular también, pero un año es muy largo y en este momento de nuestras vidas nuestro camino puede cambiar de un día para otro. De momento, dejadme que os diga que estoy muy orgulloso de haber compartido estas semanas con vosotros (aunque me llevarais con la lengua fuera del ritmo de viaje), porque es difícil que uno encuentre a personas con las que encajar de manera tan sincronizada para un viaje tan largo sin problemas de ningún tipo. Ya sabemos que una mala compañía puede arruinar el mejor de los viajes. Así que desde este modesto blog, mostraros mi más profundo respeto, agradecimiento y admiración.
Y lo de viajar en solitario es relativo. Hoy creo que llega Yoann a Siem Reap. Y Eva está en Phonm Penh. Iñaki y Elena llegarán a Camboya en los próximos días, creo. Y las personas que aún tengo que conocer, compartir, enriquecerme están ahí, en el camino, en mi camino.
Lo que sí decidí fue alargar una semana que no estaba prevista. La idea es, tras visitar Camboya las dos-tres próximas semanas, volver a Thailandia para pasar seguramente la última semana en alguna isla de estas de postal. Descansar allí unos días. Escribir las últimas entradas para rematar el blog. Leer. Volver moreno (que no se diga que pareciera haber estado en Noruega de viaje)… pero, sobre todo, pensar. Asumir. Interiorizar. Dejar que los pensamientos, los sentimientos, los meses, se aposenten, se estabilicen. Procesarlos. Recordarlos.
Y prepararme para mi vuelta. Cuando despegué de Barcelona sabía que un día volvería. Todo en esta vida tiene un principio y un final. Todo. Bueno, exceptuando las pirámides de Egipto y la Gran Muralla China. Todo lo demás, empieza y acaba. Y mi viaje no iba a ser una excepción. Mientras llega ese momento, dejadme que siga disfrutando, dibujando mi tiempo con un compás a mi absoluto deseo, sin prisas, sin pausas. Y si me queda algo de tiempo, tras todas esas cosas en esa islita thailandesa, igual hasta hago el Advanced de submarinismo. Pero tengo mucho trabajo por delante: Barcelona me espera.
Te veo muy pronto.
PD: tengo trabajo atrasado… en los próximos días publicaré enlaces a las fotos de Laos, Vietnam y las primeras de Camboya, así como los mapas… y hablar del Sur de Vietnam. Y de Angkor Wat…
Hola hermano...
ResponEliminaComo ha pasado el tiempo... Cuando te fuiste no éramos capaces de imaginar tu vuelta y ahora cada vez esta mas cerca... Te leo y solo tengo ganas de q vuelvas y nos expliques por todo lo q has pasado, q nos hables de toda las personas que se cruzaron por tucamino... Ver tus fotos y q nos expliques donde y como las hiciste... En definitiva estamos deseando volver a verte... Hubiéramos aceptado que alargaras tu viaje sin duda alguna porque seria tu decisión pero ahora q has decidido volver contamos los diAs para volver a tenerte entre nosotros...
Cuando veas a tu sobrina... Ha crecido mucho, habla por los codos desde q te fuiste pero no nos hemos olvidado de hablarle de ti... Su Tito se llama Sergio... Donde esta? De viaje contesta ella como si supiera lo q es eso ... Y de q color es el coche del Tito? Rojo... Ahora solo falta q pueda verte y veas lo q ha cambiado en este tiempo...
Ahora q vuelves a estar solo cuidate mucho...y disfruta cada día como has hecho hasta ahora...
Besos de tu hermana, cuñado y sobrina q te quieren ...
Hola!!. Ya mismo estoy de vuelta, hermana... A ver la mona si sale corriendo a darme un abrazo o se esconde... porque me la llevaréis al aeropuerto a recogerme aunque sea tarde, verdad??.
ResponEliminaUn beso para todos, que ya tengo ganas de volver a veros.