Samarcanda, 6 de Octubre de 2024.
En estos días, desde mi salida de Jiva y hasta la salida de Samarcanda hacia Kokand (Valle de Ferganá), ha pasado un poco de todo.
El viaje de Jiva a Samarcanda fue largo, saliendo a las 17 h. y llegada casi a las 4 de la mañana. Las primeras horas, leyendo y viendo alguna serie en una litera donde, literalmente, no quepo con mi 1'76 cm...
Además, viajar como yo viajo, a veces tiene inconvenientes, pero también propicia muchas anécdotas y experiencias.
Al llegar a Samarcanda, tras subirme a un taxi, el chico, que no hacía más que decirme "Mister!", "Mister!", estuvo buscando conmigo un sitio para dormir. Llamó a varios, pero todos llenos. Es época alta ahora en Uzbekistán... Al final, encontramos uno al lado de Gur-e-Amir, pero tenía para una noche. Gajes del viajero...
"Bien, para unas horas", pensé.
Hice el check-in a las 4 de la mañana y el check-out a las 11:30 h. Tiempo suficiente para ducharme, dormir unas horas y no dormir en la calle, vamos.
A la mañana siguiente, a 100 metros encontré otro más ajustado a presupuesto y me metí allí en dormitorio compartido. En algunas ocasiones hay que hacer sacrificios...
Samarcanda juega en otra liga. A medio camino entre su pasado esplendoroso y su transformación en ciudad moderna, con lugares realmente impresionantes, que te dejan sin aliento.
Destacan la avenida de mausoleos de Sha-i-Zinda y la mezquita de Bibi-Khanym. Pero se llevan todo el foco dos lugares:
- El Registán.
Mirad, con Valdi hemos hablado muchas veces que cada vez cuesta más que algo nos impresione, después de taaaantos lugares míticos, simbólicos, sagrados y especiales que hemos visitado. Pues, este, lo pongo a la altura de la impresión que tuve entrando a ver el Taj Mahal en Agra, India. Sobran las palabras, de verdad. Compuesto por 3 madrazas, de épocas y estilos algo diferentes, es sobrecogedor. Te supera, por dimensiones, colorido, omnipotencia, exceso... y cuando las visitas por dentro, sigues igual de impresionado. En serio, de lo más bonito que vais a ver en vuestra vida. Y cuando iluminan las 3 madrazas por la noche, es un espectáculo. Hasta el punto que yo he venido aquí en los tres atardeceres que he pasado en Samarcanda, solo por el espectáculo. El primero, estaba dentro visitándolas y en el centro de la plaza. Las dos tardes siguientes, sentado en la escalinata de mármol que hay en el costado sur, con un café y deleitándome de la belleza de este conjunto.
El Registán al anochecer.Al atardecer. A la izq.Madraza Ulugh Begh.
- El mausoleo de Gur-e-Amir, donde yace Tamerlán, el héroe conquistador por excelencia de esta tierra, que amplió su imperio, derrotando a Persas, Otomanos y sultanatos hindúes a finales del siglo XIV. (Antes había pasado por aquí Gengis Kan, que arrasó esta ciudad como tantas otras). El interior es conmovedor y de una belleza realmente aplastante.
Como anécdota, estando en la madraza de Sher Dor, de pronto veo unas zapatillas blancas con una X. Miro al chico y es japonés (distingo cuando habla). Le miro extrañado y veo a su amigo, con unas bambas Munich. Espera, espera... un tercero lleva una mochila Munich!! Qué cojones está pasando aquí??? El cuarto no lleva nada Munich, por eso. Yo llevo casi un año trabajando ahí y ver a japoneses con nuestro producto en Uzbekistán, me deja confuso. Me pongo a hablar con ellos y los cuatro son fanáticos de la marca. El que no llevaba nada me enseña una foto suya jugando a futbol-sala con unas Munich. Y el de la mochila, ahora viene lo flipante, me dice que conoce a Marta Massot, nuestra Export Manager porque estuvieron hablando para distribuir Munich en Japón (o algo así). Pero es que el tío saca el móvil y me enseña una foto con ella en nuestro Brand en el Poblenou de Barcelona!!! Donde voy a trabajar yo cada semana!!! Me he quedado en shock, emocionado con ellos...
Quedaba por decidir qué hacía los últimos días de mi viaje. He descartado los Montes Fann en Tayikistán porque cruzar dos veces frontera terrestre en 4 días, hacer algún trekking y volver corriendo a Tashkent para el vuelo de vuelta, me parecía demasiado.
Así que decido ir hacia el Valle de Ferganá para ver Kokand, Ferganá, Margilon... son centros productores de seda aún hoy en día.
Me subo a un taxi y el señor, como el 99% de la población, no habla nada de inglés. Apenas los más jóvenes empiezan ahora. Pero el señor es locuaz y no para de hablarme. Me parece más ruso que uzbeko, pero no para, no para... lo único que entiendo es cuando me pregunta si viajo solo y cuando ve a una mujer muy guapa por la calle. Nos reímos, aunque no sé qué me está diciendo...
El tren a Kokand es a las 21:47 h., así que estoy en Samarcanda una noche menos de lo previsto. Y esto tendrá otra anécdota...
Volviendo de Shah-i-Zinda, me meto por el barrio judío, muy degradado, la verdad... pero acabo llegando a una calle con una sinagoga. Un hombre en la puerta, sorprendido, me pregunta si quiero verla. "Claro!". Y me enseña en privado el interior de la misma. Me llega a enseñar un Talmud editado en Polonia en el año 1880. Guau!!! En la guía decía que apenas quedaban 250 judíos en la ciudad en 2018. Le pregunto a este señor y me dice que ahora quedan unos 100, que o se van muriendo o se van a vivir fuera: Israel, USA... qué triste dejar morir algo...
Sha-i-ZindaEl último día, me quedan 3-4 sitios por visitar, pero con la calma. Me siento en un restaurante en la única mesa libre que hay, de 4 personas... Cuando estoy con mi primer plato (una sopa lagman deliciosa) se acerca una mujer de unos 60 años y me pregunta. Yo entiendo que por las sillas libres, y le digo que no, como diciéndole que no había nadie y que las podía coger. Pero entonces llama a dos personas más mayores, de más de 80 años, deduzco que son sus padres, y se sientan en las 3 sillas libres de mi mesa. Así que así comí mi último día en Samarcanda, bien acompañado por esta entrañable familia uzbeka.
Lo que pasó en el viaje a Kokand, en el próximo capítulo...
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