Bukhara, 30 de Septiembre de 2024.
Cuando uno viaja a un lugar tan cargado de historia, que ha escuchado en miles de relatos, asociándolo a algo exótico, místico, irremediablemente se crea unas expectativas muy altas. Siempre.
Pasa si vas a Egipto. A Perú. A México. A Italia. A Grecia. A Israel y Palestina. A Irán. A Marruecos... son destinos con ciudades antiguas, incluso milenarias que asociamos con cultura, hechos históricos, personajes claves en la Historia... y así comienzo yo este viaje, rumbo a la Ruta de la Seda y sus ciudades sagradas, por donde pasaron Gengis Khan, Tamerlán, los Persas, Mongoles... territorio en disputa durante siglos, cargado de simbolismo y leyendas...
Comienzo por la capital, Tashkent. Y aquí solo puedes hacer una cosa: perder el tiempo. Yo perdí día y medio, no repitas el mismo error. Y hasta aquí...
Mi intención era ir a Jiva, lo más al oeste del país posible de lo que quiero visitar, para ir volviendo poco a poco hacia el este. Pero no había plazas de tren disponibles hasta dentro de unos días, así que opté por la opción intermedia: a Bukhara, que es la otra entre Jiva y Samarcanda.
El viaje dura casi 7 horas. Sí, no he cogido el tren más rápido del mundo. Además, a ratos, va como pegando latigazos. Si fuera un coche quizás deberían revisar la correa de distribución, pero vaya...
La llegada a Bukhara es cómoda y ya compro el billete de tren para dos días más tarde hacia Jiva (de madrugada).
Me monto en un taxi de un chico tayiko que balbucea algo de inglés.
Y este es un tema interesante: el alfabeto no lo entiendes y el 99% de los uzbekos con los que me he cruzado, no hablan inglés. Pero ni en el hotel. Ni taxistas. Ni en entradas a recintos turísticos... sorprendente!! Esta situación provocó alguna desorientación en Tashkent, pero nada importante.
Consigo alojamiento casi en el centro de Bukhara. También os digo, que comer puede ser barato, pero el alojamiento no lo es, vaya.
Estar tan céntrico, a dos minutos de la plaza principal, Lyabi-Hauz, facilita todo.
Tras descansar un poco y ducharme, salgo a pasear por los alrededores y cenar algo.
Así como en Tashkent casi no vi turistas (huye de Tashkent!!), aquí hay autocares que dejan a grupos importantes de personas más mayores que yo en general. Mucho turista ruso. Bastante francés. Algo español. Muy poco catalán.
El primer día me doy el atracón yendo hasta el punto más alejado desde donde me alojo, para ir acercánde progresivamente. Visito madrazas espectaculares, Kharavasares, minaretes, bazares cubiertos (lo que queda de ellos) ... La fortaleza Ark, residencia de emires y con vistas privilegiadas sobre la ciudad antigua, también.
Callejeo por calles secundarias alejadas del "bullicio" de las zonas más turísticas. Me paran unos chicos que se interesan por saber de dónde soy y quieren fotografiarse conmigo. Me dejo llevar, voy bien de tiempo, me pierdo a consciencia.
Siempre con el Minarete Kalon de referencia. Construiso en el siglo XII, es abrumador, hasta el punto que el mismo Gengis Khan, que había ordenado destruir toda la ciudad cuando llegó aquí, ordenó que este Minarete fuera respetado. Espectacular!! Y con la Mezquita Kalon y la Madraza Mir-i-Arab a sus pies. Todo el conjunto, en esta plaza, de noche, es evocador y mágicamente iluminado. Fascinante...
El minarete Kalon y la madraza.La zona antigua es agradable de visitar, con muchas zonas peatonales, edificios históricos visitables, otros que están en proceso de recuperación, madrazas abandonadas, casas de adobe, niños riendo y jugando en pequeños callejones, miradas de ancianos que detienen el tiempo en sus pupilas, sonrisas de bienvenida, expresiones curiosas... te observan. Te sonríen. Mano al pecho: "shalom"...
Tras volver a dejar la mochila, salgo ya solo con la cámara, sin la guía ... quiero ver esos edificios iluminados y es realmente mágico. Esa iluminación que realza la belleza y el pasado de las columnas, los azulejos, los pórticos, las plazas, los minaretes... Por momentos así, por estos momentos, es que merece la pena viajar. Me chifla Bukhara de noche...
El segundo día es mucho más relajado. Recupero horas de sueño, que llevo 3 noches durmiendo poco y con horarios cambiados. Visito los puntos que me quedaron pendientes del día anterior, pero tengo tiempo de sobra para sentarme en una terraza, degustar un café y comenzar a leer una novela... Más tarde visito el Chor Minar de noche que es una delicia.
Chor MinarA las 2:45 h había quedado con un taxista para llevarme a la estación de trenes, que mi tren a Jiva sale a las 3:52 h. Pero no aparece. Tampoco le espero más de 5 minutos, pero las calles están desiertas. Ni un alma. Un par de coches circulan... voy hacia el punto donde esta tarde había varios taxis esperando que haya alguno que me lleve. Si no, a ver cómo lo soluciono en este silencio nocturno... Veo una luz verde al fondo. Me acerco. Es un taxi. El único taxi. Y yo soy el único pasajero que busca taxi en 50 km a la redonda. Hacemos match enseguida...
El señor, muy amable, no habla absolutamente nada de inglés. Nada. Nada. Nos entendemos por señas, reímos, pero a los 10 minutos los dos asumimos que si él conduce de noche y no habla inglés, ni yo uzbeko, lo mejor que podemos hacer es dejar que el silencio de la noche nos atrape...
Viajo contigo cuando te leo. Gracias por trasladarme mentalmente por unos momentos a Uzbekistán. Maravillosa experiencia. Oswaldo
ResponEliminaCuántas experiencias hemos compartido, amigo... y las que tenemos aún por delante!!
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