Reykjiavik, 13 de Agosto de 2023
Quizás tras esta entrada gane algunos haters, pero me parece interesante exponer lo que avanzo en el título: expectativas y realidad.
Antes de seguir, debo decir que los últimos días por el círculo Dorado y la capital del país, nos han dejado un punto indiferentes. Y esto, unido a una frase que dijo Gus el otro día, me hizo pensar en esta entrada. La frase fue: "Es un país de Tinder". Y no, no se refería a que sea una App a utilizar a tope aquí, sino a la expectativa que te genera una persona en una foto respecto a cuando la conoces en persona.
De ahí el título y esta entrada. Pensando, me pareció que tenía mucha razón y ahora desarrollo la idea, con vuestro permiso.
Antes de crear controversia ya os afirmo que Islandia nos ha encantado. No hay duda. Sin discusión. Ahora bien, no es menos cierto que teníamos las expectativas por las nubes y, quizás, no sea tan exagerada la realidad. O sí, pero no ahora, en esta época. Me refiero a que estamos acostumbrados a ver fotos de Islandia de noche, con cascadas, auroras boreales majestuosas, sin gente, un paisaje abrumador, hechizante... pero lo que hemos vivido nosotros son paisajes espectaculares con días muy nublados y paisaje un punto apagado en algunos sitios, sin un verde intenso, por ejemplo.
Hace muchos años leí un libro de un filósofo francés contemporáneo, André Comte-Sponville que se titulaba "La felicidad desesperadamente". Creo que en alguna entrada de hace años ya había hablado de él. En él, el autor desarrolla la idea de vivir sin esperar nada, de reducir las expectativas a cero y dejarnos soprender en cada momento. Lo que sucede, casi siempre, es que nuestra mente "egotista" que diría Eckhart Tolle, anticipa una realidad en vez de vivir el presente. Esa anticipación es una hipótesis que desarrolla nuestro cerebro, para bien o para mal. Por ejemplo, si vamos a un Restaurante con estrellas Michelín, presuponemos que será la bomba, nuestras expectativas se disparan y todo lo que no sea una experiencia sublime, nos decepcionará. Comte-Sponville nos dice que si la experiencia está a la altura de las expectativas, el placer que nos provoca es ínfimo, fugaz y rápidamente buscamos nuevos estímulos. Pero si la experiencia es decepcionante, nos provoca tristeza, frustración, decepción...
En cualquiera de los dos casos, la expectativa nos arruina la experiencia. Si conseguimos afrontar una situación sin expectativas, todo será una sorpresa. Y esto es casi imposible, admitámoslo. Una de las críticas que se le hace a esta teoría es en el caso en el que la "esperanza" sea lo único que nos sostenga, ante una enfermedad grave, una situación complicada, etc., ya que sin ella, la realidad sería muy dura de soportar.
Más allá de la teoría, quiero enlazarla con el viaje a Islandia. Y hay otro punto que quizás también puede influir: el umbral de asombro o sorpresa es cada vez más elevado, porque llevamos varias decenas de países a nuestras espaldas habiendo visitado lugares impresionantes. Es decir, Valdi puede que diga que le ha gustado Godafoss, pero es que él ya ha visto Iguaçú. O qué chulas las ballenas en Husávik, pero es que vimos decenas en Monterrey. O qué pasada ver focas a 15 metros en libertad, pero es que hemos hecho safaris por África.
Así que la combinación de estos dos factores nos ha dejado un regusto un tanto agridulce: nos ha gustado mucho, pero no nos ha fascinado.
Yo tenía en mente venir en Septiembre a ver auroras boreales y ahora me he quedado a medias, sin verlas. Y mi expectativa era que este viaje entrara directamente en el Top5 de mis viajes. Pero no... mis expectativas eran tan altas que, sin decepcionarme, no las alcancé. Pasó lo opuesto, por ejemplo, con Irán: expectativas bajas y sorpresa mayúscula en positivo.
Y, repito, no conozco absolutamente a nadie que haya vuelto decepcionado de Islandia. Pero es lo que siento ahora mismo.
Para finalizar, os pondré fotos random de internet de diferentes lugares emblemáticos junto a la foto de ese lugar realizada por mí, porque pienso que ejemplifica perfectamente todo lo que quería exponer. Sí, a veces no es el mismo ángulo exacto, el mismo encuadre, etc., pero ejemplifica bien lo que intento explicar.
Como conclusiones: controla tus expectativas o ajusta mucho la realidad a ellas (eligiendo la temporada exacta, por ejemplo), de lo contrario corres el riesgo de acabar el viaje pensando: "pues no es para tanto".
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