Barcelona, Catalunya, 13 de Diciembre de 2019
Este año no tenía muy claro si viajaría en Navidad o no.
Diversos motivos personales me hicieron dudar hasta casi el último momento.
Barajé varias opciones: Croacia en coche, Etiopía,
Repúblicas Bálticas, Euskadi y el País Vasco Francés, Turquía y la elegida
finalmente, Tierra Santa: Israel y los territorios Palestinos.
Tras hablar con personas que han estado por allí, informarme
un poco y pensar en los últimos viajes, sería como acabar de visitar una de las
regiones más convulsas y entretenidas (lamentablemente) del planeta a nivel religioso,
político y económico. Así, hace dos años visité Egipto y Jordania, quedando pendiente
Israel. Pensando, pensando, puede ser el momento, sí.
Esta vez volveré a viajar con Valdi, con quien tanto he
viajado desde hace 12 años. La duda para él será si dar el salto para visitar Petra
o no. Y yo, pues ya me adaptaré.
Pese a mi ateísmo recalcitrante, sin duda alguna, pisar
Tierra Santa debe ser especial por el contexto histórico, luchas, imperios,
religiones, lugares sagrados para las 3 principales religiones: cristianismo,
islamismo y judaísmo. Esa Tierra por la que lucharon imperios, con Jerusalén
como la ciudad más sitiada, invadida y conquistada del mundo y en la historia;
pasear por zonas donde, supuestamente, vivió Jesús de Nazareth… Cuando pienso
en Jesús siempre recuerdo la serie de novelas “Caballo de Troya” de
J.J.Benítez. Unas novelas que hablan de un supuesto viaje en el tiempo de
pilotos americanos que conviven con Jesús en aquellos convulsos años, cuando
los romanos campaban por allí, la crucifixión, su muerte y resurrección, sus
años de juventud, sus apariciones, los concilios, los apóstoles, Poncio
Pilatos, Pedro, los zelotas, Judas…
La idea será llegar a Tel Aviv, subir por la costa hacia Cesárea,
Acre, Haifa, luego hacia Nazareth, intentar entrar en territorio Palestino para
ir hacia Jericó, el Mar Muerto, Masada, Belén y Jerusalén… Tenemos dos semanas,
tiempo suficiente para paladear territorio santo. Hasta aquí llegaron las
cruzadas cristianas, reyes y emperadores, Jesús y Mahoma, el rey David y
Salomón, miles de peregrinos de todo el mundo. Paladear la Vía Dolorosa, el
Santo Sepulcro, la Cúpula de la Roca, el Muro de las lamentaciones, la moderna
y cosmopolita Tel Aviv, amanecer en Masada, flotar en el Mar Muerto, ciudades
romanas, territorios palestinos, el infame muro de separación, soldados armados…
Por cierto, en mis últimos viajes ya he viajado con la mochila
más pequeña de 40 litros y no con la super mochila de 65 litros con las
banderas de todos los países visitados, que es como un pasaporte muy visual. Y
realmente el cambio ha sido por un tema de comodidad: optimización de espacio,
de peso y racionalización… pero luego ha habido un añadido que, si bien es algo
más diluido, lo cierto es que puede ahorrarte problemas, porque ya últimamente
pensaba en cosas del estilo: “si llevo cosida la bandera estadounidense, en
Irán…”, “si llevo cosida la bandera jordana, en Israel…”, “si llevo la bandera
española en..”, ah, no, que esta la quité por cuestión de principios…
Y a medida que se va acercando el día para volver a subir al
avión, me atrae un poco más.
Este año habrá sido un año interesante: comenzarlo en Marruecos, seguir por
Francia (Normandía y Bretaña), descubrir Irán y acabar en Israel. Esencias viajeras…
que no falten nunca!
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