Isfahan, 9 de Septiembre de 2019
En el centro de Irán se encuentra esta ciudad, destino turístico por excelencia a la que se le pueden dedicar dos días completos, visitando sus mezquitas, su bazar, la impresionante Plaza de Naqsh-e Jahan (Patrimonio Mundial de la Unesco) y los puentes del período safávida que cruzan el río Zayandeh a su paso por Isfahan.
Pasear por el Bazar-e Bozorg es agradable, tranquilo y casi hipnótico, con sus pasillos abovedados coronados por cúpulas que proporcionan una agradable sensación térmica. En ningún caso es comparable a grandes bazares que uno pueda conocer, como pudiera ser el de Marrackech o el de Estambul. Aquí no te agobian, te saludan, te ofrecen té y agua gratis, puedes ver a los artesanos trabajar las telas, el hierro o el vidrio... Al final, cruzando desde la Plaza Naqsh-e Jahan, llegas a Masjed-e Jameh que es un centro de culto con varios siglos de evolución, desde selyúcidas a safávidas, plasmados en los delicados murales, sus minaretes, sus iwan... convirtiéndola en la mezquita más grande de Irán.
Entrada al Bazar-e Bozorg
Vuelvo hacia la magnífica plaza, corazón de Isfahan y visitos los 3 edificios emblemáticos: Masjed-e Sheikh Loftollah, Masjed-e Shah y Kakh-e Ali Qapu. Además me han comentado que estos días hay una ceremonia religiosa y todo estará cerrado. Este detalle, imprevisto, alterará un poco mis planes en el segundo día aquí.
Al atardecer, vuelvo a la plaza para recrearme con fotografía al atardecer y ya de noche, con la plaza tenuemente iluminada y los edificios, majestuosos, flanqueándola. Punto de reunión de familias, amigos, parejas, es muy agradable observar, pasear, ...
Se acercan de vez en cuando algún joven, con ganas de practicar su inglés (que de los adultos, casi nadie habla), saber de dónde vienes, a qué te dedicas... Pero todo de una manera muy educada y tranquila.
Plaza Naqsh-e Jahan al atardecer
El segundo día es ya ceremonial, corresponde la Ashura, conmemorando el martirio y la muerte del imán Hussein. El 99% de comercios, restaurantes y monumentos están cerrados, lo que me complica un poco los planes. Me voy a Masjed-e Shah y entro en plena ceremonia. En una especie de carpa que ya ví preparada ayer, hombres a un lado, mujeres a otro. Todos de riguroso negro. Un hombre cantando y retumbando por los altavoces. Comienzan a golpearse rítmicamente el pecho. Una mano. La otra. Golpes cruzados, mano derecha sobre el pecho izquierdo. Mano izquierda sobre el pecho derecho. Todo ello acompañado de un gesto que ocupa el espacio justo temporalmente para seguir el ritmo. Y ahí estoy yo, observando cómo cientos de hombres, sentados en las alfombras, pies descalzos, mirando en la misma dirección, cantan al unísono y se golpean de manera sincronizada sus pechos. Hipnótico, sorprendente, casi mágico. Pregunto a dos hombres diferentes si puedo hacer fotos y cuando ambos me confirman que sí, discretamente hago algunas. Es un auténtico privilegio vivir esto, aunque modifique mis planes.
Ceremonia de la Ashura en Masjed-e Shah
Salgo de allí y me lanzo en la búsqueda imposible de algún lugar para comer. Tras caminar casi una hora en dirección al río, me compro unas galletas y me siento en una ladera de césped junto al río Zayandeh. Una pareja de hermanos, de unos 5-6 años, se ponen a jugar a mi lado, reímos... Más tarde, se acerca uno de los hombres y me ofrece sandía recién cortada en un plato. Me preguntan de dónde vengo, se hacen fotos conmigo, me piden mi Instagram... Iran's different!
Y aquí paso la tarde, esperando que caiga el sol para volver hacia la plaza, para la ceremonia nocturna.
Como curiosidad, un chico que lleva una identificación como guía, me explica algunas cosas de la ceremonia y al final me pide que lea unas frases para una especie de spot antiyankee que está grabando. Leo por encima y veo nombres de Sadam Hussein, USA, etc. Sí, Hussein era iraquí, no iraní, pero acaba siendo un justificante, junto a muchos otros, de su odio americano. No en vano, en la misma plaza, hay pancartas que explican motivos para la guerra contra USA. Total, que declino amablemente formar parte de un spot que vete a saber dónde acaba llegando.
Y es que, además, aquí hay una gran multitud de grupos étnicos, influencias árabes, persas. Es una amalgama de pueblos, tradiciones, culturas, idiomas, etnias... una auténtica riqueza de la que habría que aprender.
Seguiré mi camino hacia Shiraz...
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