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divendres, 21 de juny del 2019

Le Mont Saint Michel y la Bretaña francesa.


Quimper, Bretaña francesa, 14 de Junio de 2019   

Me había quedado pendiente esta entrada sobre los últimos días por el Noroeste de Francia, visitando Normanía y Bretaña.

Tras las visitas por las playas del Desembarco, le tocó el turno a Le Mont Saint Michel.

Es una visita obligada si se está en un radio relativamente asequible porque es, simplemente, una maravilla. De hecho es el monumento más visitado de Francia y razones justificadas lo avalan. Hay que aparcar el coche a unos kilómetros y te llevan en bus lanzadera gratuito (la otra es caminar desde el pueblo más cercano unos 45 minutos).
El día amanece gris. Llueve. Es desapacible. Pero cuando se recorta la silueta de Mont Saint Michel al fondo, empiezas a asumir que vas a visitar un espacio singular, lleno de historia, magia y que ha sido fuente de disputa entre normandos y bretones a lo largo de los siglos, pues está prácticamente en la frontera entre unos y otros. Ha sido lugar de culto, prisión política (de qué me suena esto en la Españistán del siglo XXI?), centro religioso, concilios, etc. y recorrerlo (recomiendo encarecidamente en este caso alquilar la audioguía, porque es una maravilla todo lo que te explican) es un regalo.

                        Le Mont Saint Michel

De ahí las visitas fueron hacia Bretaña: Fougeres, Dol de Bretagne, Cancale, Saint Suliac, Saint Malo, Dinan, Locronan, Quimper y Rochefort en Terre.

Fougeres es una ciudad pequeña con un castillo conservado en unas muy buenas condiciones con vistas al valle, torres defensivas enormes y donde me encontré a grupos escolares que hacían actividades relacionadas con las tradiciones medievales: bailes tradicionales, tiro con arco, cuentos… Junto al castillo está el centro histórico de la ciudad, con callecitas empedradas, casas encaladas con fachadas de madera pintadas, ritmo tranquilo. Una pequeña delicia, vamos!

                                  Fougeres

Dol de Bretagne fue el lugar escogido para pasar una noche, muy cerca de Fougeres y Le Mont Saint Michel. Se recorre en apenas una hora, pues son dos calles de casas tradicionales, una iglesia enorme y espectacular que bien merece una visita y poco más. Si os pilla de camino, se puede visitar, pero desplazarse expresamente con poco tiempo, igual es prescindible.

Al día siguiente, hacia la península donde pasar el día. Desayuno (ostras) en Cancale, que es un pequeño puerto pesquero en la bahía de Saint Michel. Ves Le Mont Saint Michel al fondo, mareas bajas, ritmo pausado. Las ostras de Cancale son famosas y gran parte de su economía se basa en el cultivo de las mismas, aprovechando los sedimentos y las mareas, que suben y bajan. De inicio lo normal es ir directamente al puerto, ver los cultivos de ostras al lado y lo que hice después fue subir al centro histórico y hacer un trocito de camino de ronda que va por los acantilados. Desde ahí la vista sobre los cultivos es sorprendente, con la bahía a los pies, los pequeños pesqueros que se mecen suavemente en el agua. Supongo que en fin de semana esto debe estar mucho más movido, pero entre semana estaba muy tranquilo, incluso pocos turistas.

                                    Cancale

Como iba a hacer noche en Saint Malo, de Cancale me dirigí a Saint Suliac, muy cerca. Y esta es otra de esas pequeñas perlas que casi es obligatoria su visita. Ciudad con puerto en el río, medieval, empedrada, con otra iglesia muy bonita, flores en todos los rincones, medio desierta un día entre semana. Bajo al puerto, me siento en un banco. Dos mujeres mayores pasan por delante junto a la que, deduzco, es la nieta de una de ellas, que arrastra a duras penas un carrito. Sonríen y me dicen algo, que no alcanzo a entender, así que les digo que no hablo francés, sonríen y se despiden. Es algo que quería destacar: la amabilidad, la hospitalidad, la educación que me estoy encontrando en esta zona de Francia. Es cierto que la mayoría de personas no hablan nada de inglés y se te ponen a hablar en francés aunque se den cuenta de que tú no les entiendes. A decir verdad, algunas cosas vas pillando al vuelo, pero si hablan muy rápido cuesta. Eso sí, no pensaré que son maleducados por hablar en su idioma, que es la tendencia de algunos: si no te entiendo y no hablas mi idioma eres un maleducado (nota: un español cuando visita Catalunya, por ejemplo. Y no entro más, que seguro que hay quien lo lee y se molesta. Es tu problema, amigo/a).
Sentado junto al río, me dejo ir un rato admirando la calma, la paz, la tranquilidad. Comienza a chispear. Se intensifica la lluvia. Vuelvo pausadamente, busco cobijo en el dintel de algunas casas, mientras voy, poco a poco, volviendo al coche.

                                 Saint Suliac

De ahí ya hacia Saint Malo. Duermo a unos 3 km. de la fortaleza y paso la tarde en la ciudadela. Encaro por el paseo marítimo y se ve la fortaleza al fondo y el Fort National enfrente, rodeado de agua. El paseo es agradable, con el mar batiendo a un lado y las casas bretonas, elegantes, coloridas, majestuosas al lado. La primera impresión es que me recuerda a Essaouira, en Marruecos: ciudadela fortificada junto al mar, con torres de vigilancia, muros espesos, trazado externo similar. Esta impresión se desvanece a los pocos minutos: la ciudad marroquí es auténtica, huele a mar, a historia, a esencia. Saint Malo es… es… es… Saint Malo es francesa, vamos. El interior acaba siendo como muchas otras ciudades, con calles impolutas, comercios, tráfico… y pocos rincones que te acaben de sorprender. De hecho, el interior de la ciudad decepciona un poco, aunque la catedral es impresionante. También pasear por lo alto de sus murallas, con la ciudad a un lado y el mar al otro. Subo y bajo de las murallas, me pierdo por la ciudad, la recorro, busco su esencia, pero me cuesta encontrarla, tan despersonalizada ha quedado o esa impresión tengo. Entro en un café que bien podría estar en Montmartre, colorido, pintado en cada centímetro, carteles. Más tarde, ceno mejillones típicos de la zona y salgo a recorrer el último tramo de murallas para ver el anochecer. La marea ha bajado tanto que puedo ir caminando hasta el Fort National y, entonces sí, observar la ciudad de Saint Malo desde el Fort con los tonos rojizos de los últimos rayos de sol son una auténtica gozada. El sol se pone, se difumina, se apaga. Las murallas cambian sus colores y se produce cierta magia…

               Saint Malo desde el Fort National

A partir de aquí, comienza el descenso progresivo hacia el sur. La primera parada, de paso, es Dinan, con un casco histórico muy bonito, una zona amurallada en la parte alta con unas vistas sobre el río, el puente y el pueblo preciosas. Dinan es otra de esas joyas que bien merece una visita, ni que sea por unas horas, para recorrer sus calles empedradas, su carácter bretón, sus casas encaladas, las vistas magníficas. Como curiosidad, me dio un buen apretón y tuve que acudir urgentemente a un baño público (cerca de la iglesia) y estaba más limpio que muchos de los que he visitado en mi vida, vamos.

   
                                       Dinan

De ahí, hacia Locronan y Quimper.
La primera es un minúsculo pueblo con una plaza central empedrada, con otra iglesia (no sé la cantidad de iglesias y catedrales que he visitado estos días) en una de las esquinas. Son apenas 3 calles, pero es bonito e interesante.
Quimper es una gran ciudad con un centro histórico recogido, que no lo presientes cuando estás entrando en ella, pues parece más un suburbio de París, sucio, con un ambiente sospechoso, gris, desaliñado… pero a 5 calles de la estación, entras en la zona histórica y todo cambia, con creperías, terrazas, pequeñas plazas recogidas, etc. Lo de las creperías es todo un misterio, porque yo no sé si tienen espacio para que todos hagan negocio. La sublimación máxima era en Saint Malo, que debe tener la concentración de creperías mayor del mundo. Brutal! Pero bueno, como lo visitable está muy junto y no es mucho, me siento en una agradable plaza peatonal a comerme un buen crep junto a un café delicioso. Ya estoy acabando el viaje y es momento de degustarlo, pausar, asumir, interiorizar.
También es cierto que Quimper es prescindible si tuviérais que pasar expresamente, pero si os pilla de paso, tampoco sobra.

                                   Locronan

En el camino de vuelta, aprovecho para pasar por Rochefort en Terre, uno de los pueblos más bonitos de Francia en 2016: calles empedradas, flores, medieval, con un encanto brutal… aunque hay que desviarse, bien merece esta visita relámpago de apenas una hora.

Desde ahí, algo más de 10 horas de vuelta a Barcelona, con la sensación de que había tardado demasiado tiempo en hacer este viaje. 
De aquí a unos años recordaré Le Mont Saint Michel, las sensaciones visitando las playas del Desembarco de Normandía, las otras en Cancale, el anochecer en Saint Malo, la delicia de Honfleur, el puerto maravilloso de Saint Suliac, las casas encaladas, el carácter normando y bretón, lo mucho que he disfrutado conduciendo por estas carreteras comarcales entre prados, bosques, la lluvia constante…


dijous, 13 de juny del 2019

Las playas del Desembarco

Point du Hoc, Lunes 10 de Junio de 2019

Tras visitar Deauville, Honfleur y Caen, tocaba  uno de los platos fuertes del viaje: las playas del Desembarco de Normandía, testigos siniestros de miles de muertes de jóvenes a partir del 6 de Junio de 1944 y las semanas siguientes.

Brevemente (si quieres ampliar datos y conocimientos acerca de aquel 6 de Junio, hay miles de webs que te lo explicarán mejor que yo): los franceses habían sido incapaces de frenar el avance nazi y aunque los rusos ya habían derrotado a la Wermacht en Stalingrado, para vencer al fanatismo fascista, hubieron de ponerse de acuerdo varias potencias para hacer pinza desde el oeste junto a los rusos, que detenían y hacían retroceder las tropas de Hitler al este.

Así, desde varios meses antes, se gestó la denominada Operación Overload: el Desembarco, que no consistía en otra cosa que en tomar al asalto las playas del norte de Normandía y sus puntos estratégicos. Para ello, miles de soldados británicos, canadienses, estadounidenses y rebeldes franceses que estaban en el Reino Unido, cruzaron el Canal de la Mancha, construyeron puertos artificiales para gestionar la Logística y arremetieron contra baterías antiaéreas, bunkers de observación y nazis que custodiaban la costa francesa, además de producirse intensos bombardeos por parte de la aviación.

Estas playas de este a oeste, pasaron a denominarse Sword (donde desembarcaron británicos y rebeldes franceses), Juno (canadienses), Gold (británicos), y Omaha y Utah (estadounidenses), esparcidas en varias decenas de kilómetros desde Sword a Utah.

Las dudas era cómo visitarlas, qué priorizar, etc. Finalmente, descarté las dos de los extremos, porque distaban mucho entre ellas y a mi parecer, eran las menos emblemáticas. Así que hago un recorrido por Juno Beach (Courseulles-sur-Mer), Gold Beach (Arromanches), baterías antiaéreas en Longues-sur-Mer, Omaha Beach (Colleville-sur-Mer) y Point du Hoc.

Comienzo la visita en Juno Beach Centre, gestionado por jóvenes canadienses que vienen desde su país, un año, a conocer parte de su Historia y a que perviva el recuerdo de aquellos que dieron la vida por las libertades. Hice, también, el Tour guiado, donde te entran en dos búnkers, uno de ellos de observación, pero poco preparados para lo que vendría aquel 6 de Junio, porque jamás supusieron que habría tal cantidad de soldados aliados allí. Es curioso ver cómo la propia orografía ha cambiado y lo que era un búnker a apenas 3 metros de la orilla, ahora se encuentra a unos 70-80 metros del mar, con dunas creadas por el paso del tiempo. El centro de visitantes está bien, pero es modesto, en comparación a los siguientes.

                 Búnker alemán en Juno Beach

La siguiente era Arromanches y debo decir que fue, de largo, la que más me impresionó, más cosas tiene a ver, experiencias 360 grados, documentales, maquetas, tanques, etc. Aquí se construyó uno de los dos puertos artificiales que se tuvieron que construir para aquella proeza bélica y construir un puerto artificial, con barcos mercantes, piezas de hormigón, las mareas que suben y bajan, etc, debió ser toda una proeza hace 75 años. El otro se intentó construir por los estadounidenses pero fue un fracaso por las tormentas y se desestimó finalmente, por lo que la importancia de Arromanches fue aún mayor.

                   Arromanches, Gold Beach

En la playa aún hay restos de aquellas plataformas, desde el Museo del Desembarco, con unas amplias ventanas, videos y maquetas, te explican perfectamente lo que se hizo, la logística que comportó aquello, los miles de hombres que se necesitaron, etc. Bajo hasta la misma orilla, rodeo alguna de las plataformas que yacen, aún, en la arena, que dan fe de que aquello fue cierto, aquel día pasó, aquel día que el fascismo comenzó a ser derrotado (podían haber estirado un poco el camino y haber limpiado España, de paso, aniquilado al Dictador y a toda la purria que aún sigue en los puestos de poder de ese país).

Más arriba, en la colina junto al Museo, hay un cine 360 grados. Si has entrado al Museo del Desembarco, te hacen aquí un descuento de 1€... Y debo decir que este "Arromanches 360°" es de lo más emocionante que he vivido en los últimos años. Entras en una sala redonda, con 12 pantallas a unos 3 metros de altura que te rodean por completo. Yo entré casi el último y todo el mundo estaba apoyado en las barras metálicas del centro del cine mirando en la misma dirección. Tanto es así, que en las primeras no había nadie... Así que me fui para allí y me coloqué de cara a todo el mundo de tal modo que veía pantallas que, claro, ellos no veían y al revés.
      Arromanches, Gold Beach, desde la colina

El sonido comienza a envolverte, el ascenso del nazismo, la invasión de Polonia y Checoslovaquia, el pacto de los aliados. Las imágenes se suceden a un ritmo vertiginoso, muchas a la vez... De pronto, una pausa. Y comienzan los bombardeos. Las ametralladoras. Las explosiones. Los gemidos de dolor. Los sollozos. El Desembarco. Soldados que mueren nada más poner un pie en la playa. Malheridos. Caras de horror. La música, épica, te atrapa, te emociona, te eriza la piel. Y observo las caras de los allí presentes. Gente llorando al ver y sentir todo aquello. Caras desencajadas. Miradas incrédulas. El horror. Poco a poco, va pasando a una sensación de alivio, de esperanza, de alegría... Los aliados van acorralando a los nazis. Se libera París... Las emociones desbordan este rincón de Normandía... Qué duro revivirlo ni que sea en la comodidad de esta sala.

Aún tocado por lo vivido, cojo el coche y me dirijo a las baterías antiaéreas nazis de Longues Sur Mer. Son curiosas de ver, pues están en muy buen estado y al final hay una visión bonita de los acantilados de esta parte de la costa.

Finalmente, voy hacia Omaha Beach. Aquí, lo realmente impresionante es el Cementerio Americano, con más de 9.000 soldados americanos enterrados tras morir aquellos meses en su lucha por la libertad y la Democracia. Aquello sí era loable y no las mierdas que han hecho con dictaduras en Latinoamérica, en África o en el Oriente próximo, o como están haciendo ahora con Venezuela o Irán...

En fin, como decía, pasear por ese campo plagado de miles de cruces, con los nombres inscritos, su lugar de origen y la fecha de su muerte es impactante. Como impactante es que algunas tumbas no identifiquen por imposibilidad en su reconocimiento en aquellos años, imagino, a decenas de soldados. Algunos no eran más que adolescentes...

   Cementerio estadounidense en Omaha Beach

El cementerio está un poco antes de lo que es en sí la playa de Omaha y esta sí decepciona porque apenas hay un par de monumentos que recuerdan aquel día. La playa es inmensa, kilométrica, abierta por completo... Y allí, sentado, pienso en qué debían pensar y sentir aquellos jóvenes que desembarcaron los primeros y cuya muerte era casi con total certeza: descender de los barcos y ponerse a correr a merced de las ametralladoras nazis... Aquellos, los primeros, fueron los verdaderos héroes de toda esta historia.

Finalmente, me voy a Point du Hoc, que era un bastión en un acantilado, donde los alemanes tenían un control estratégico máximo de la zona. Y la toma de aquel emplazamiento fue encomendado a los rangers estadounidenses. Cuando estás allí y miras el empuje del mar, el acantilado, los búnkers... Entiendes cómo de 225 rangers sólo sobrevivieron 90. Otros héroes...

                            Point du Hoc

Las expectativas sobre este día, mucho más que satisfechas y con la sensación de que he aprendido mucho de lo que significó aquel día.

Por cierto, en algunos centros o en el Cementerio Americano, había muchas tarimas, flores, recuerdos, etc. puesto que hace tan sólo 4 días se congregaron altos mandatarios de todo el mundo para conmemorar aquella hazaña. Casualmente, del país vecino no fue nadie, no sea que vayan a molestar a los fascistas que copan tribunales, partidos políticos, prensa y empresas del IBEX35, o al Rey Bufón, heredero del golpista fascista.
A todo esto, Angela Merkel vino aquí y sus palabras muestran muy bien lo que es aprender de la Historia, asumir los errores y conmemorar la derrota del fascismo. En Españistán, en cambio, aquel golpista sigue enterrado en el Valle de los Caídos. Las diferencias son sonrojantes y es lo que pasa por enganar a la gente con la falsa "modélica transición" y que yo llamo "suprema traición".

En fin, que me voy del tema...
Las playas del Desembarco bien merecen una visita, sin duda.

dimarts, 11 de juny del 2019

Paseando por Normandía...

Caen, domingo 9 de Junio de 2019

Después de salir de Rocamadour, quería llegar a Rouen, pero sobre la marcha cambié de planes varias veces. Decidí que no visitaba Rouen, que ya sería en otra ocasión y que me dirigía directamente a la costa, a Honfleur. Y cuando vi los precios tuve que volver a cambiar, así que me dirigí hacia Deauville, muy cerquita y que quería visitarla al día siguiente. Y el viaje desde Rocamadour se hizo largo, pero bueno, la tirada ya está hecha.

Pues nada, a Deauville se ha dicho... Es una ciudad costera, pija, de clase, con yates amarrados, Casino, lugar de veraneo de actores franceses, un centro histórico muy coqueto y tranquilo, una playa kilométrica con una puesta de sol en la playa impresionante, una gastronomía más que interesante... En definitiva, merece la pena pasar una tarde aquí, especialmente si vienes desde Honfleur (que fui al día siguiente) y vas hacia las playas del Desembarco (que iré más adelante). 

Atardecer en la playa de Deauville


Hoy he visitado Honfleur por la mañana, viaje luego a Caen y visita a la ciudad.

Honfleur es una maravilla. Un atractivo en sí misma, con un puerto típico normando, veleros, casas de fachada de madera encaladas, pintadas de colores que aparentemente no guardan una secuencia lógica y todo el pueblo tiene un aire de distinción, no sé, algo que se palpa en el ambiente... Es como la sensación de estar en un lugar con clase, seguro de sí mismo, con personalidad, decidido, diferente. Paseas por sus calles, repletas de galerías de arte, pintores al óleo, casas encaladas de madera, calles empedradas, parsimonia disimulada, restaurantes seductores, carácter afable... Sí, esto me está confirmando lo que sospechaba: los franceses son gente amable en general. Quizás que también haya coincidido con la fiesta de los marineros estos días ha ayudado al ambiente.

El puerto de Honfleur


Una calle de Honfleur


Tras pasar la mañana en este pueblo encantador y bucólico, me dirijo a Caen, la ciudad importante de esta zona de Normandía. Y Caen, para qué engañarnos, tampoco es que mate. O quizás sí... paso la tarde del domingo visitando la Abadía de los Hombres, la de las Damas, la Iglesia de Sant Pierre y su Castillo, o más bien lo que queda de él. De hecho, las vistas sobre la ciudad es lo más apreciable de subir hasta aquí. También es cierto que alberga la tumba de Guillermo el Conquistador, pero si no eres un poco mitómano, pues... eso... Además, al contrario que en Honfleur, pasear la tarde de domingo por el centro de Caen debe ser algo similar a hacerlo por Cadaqués un martes de invierno... No he contado ni cuatro gatos, vamos.


La tumba de Guillermo el Conquistador en Caen

Me recojo pronto, que mañana toca uno de los platos fuertes del viaje: las playas del Desembarco de Normandía!

dissabte, 8 de juny del 2019

Tres pasiones en una.

Rocamadour, Francia, 7 de Junio de 2019

La pasión es una de las cosas que nos toca el alma, nos hace temblar, nos emociona, nos motiva... Y motivarse proviene del latín, motio: movimiento... así que si juntas tres pasiones en una sola experiencia, la conjunción es una multiplicación exponencial de las sensaciones.

Y eso, justamente eso, es lo que vivo en este momento.
Si a viajar le unes la fotografía, genial. Pero es que si, además, le añades un tercer componente a la ecuación, ya es un cóctel explosivo y difícilmente mejorable. Y ese tercer componente es "conducir". Anteriormente ya he hecho viajes conduciendo: 8.000 km en un mes por Europa en 2005; 5.000 km por la West Coast el pasado verano en 16 días... Y ahora este que serán poco más de 3.000 km en 10 días.

La idea es subir hasta Normandía desde Catalunya (hoy he salido de Olot, de hecho), recorrer la costa y aprovechar el 75 aniversario del Desembarco, luego ir hacia Mont Saint Michel y de ahí recorrer la Bretaña francesa.

Es un recorrido aproximado que tenía en mente hace 3 años pero se postpuso y ahora ha llegado el momento.

Pasó algo parecido con Japón (recordais al principio del blog?) y es muuuuyyyy probable que pase con Perú, que quería ir en Septiembre. Me he dormido un poco con otros temas y cuando quise reservar para hacer el trekking de 5 días del Camino Real Inca, ya no había plazas hasta finales de Octubre. Putada!!
La alternativa se presenta avanzando la idea de Irán: ir en Septiembre y aplazar lo de Perú. Will see...

Además, el viaje llega en un momento de ciertos movimientos internos. Llega en el momento justo para dedicarme estos días a estar sólo, tranquilo, disfrutar del viaje, de esas 3 pasiones, al mismo tiempo que ir ordenando algunas ideas que tengo en mente, reorientar algunos proyectos personales e ir esbozando el camino 

Cruzar la frontera desde Puigcerdà y por una carretera comarcal hacia La Tour de Carol,  sin darte cuenta de que has cambiado de país, de Catalunya a Francia, recorrer esas carreteras pirenaicas de pueblecitos bucólicos, praderas verdes, cielo encapotado, paisajes de postal ... En total, unas 6 horas desde Olot, parando unos 20 minutos al sur de Toulousse y disfrutando como un enano con el coche nuevo y su conducción. 



He llegado sobre las 22 h a Rocamadour, última habitación individual libre en el único hotel con precio asequible y mañana, visita y camino a Rouen, ya en Normandía.

Apa, fins demà!