Flagstaff, 5 de Agosto de 2018
Estos últimos días han sido frenéticos, con muchas visitas a parques nacionales, kilómetros y kilómetros de carreteras, moteles, casualidades, imprevistos...
Voy a intentar explicar algunas cosas en dos entradas separadas, que si no se haría esta larguísima.
Desde que salimos de Las Vegas dirección a Zion NP, todo ha sucedido muy rápido. El mismo día hicimos el camino a Zion NP (3 horas de coche), la visita al parque y llegada a Jacob Lake.
En Zion NP yo quería hacer el Angels Landing Trail, que es de cierta dureza, con vistas maravillosas, salvaje... Pero dos condicionantes lo impidieron. Como la noche anterior estuvimos paseando por Las Vegas y yo me entretuve haciendo fotos (espectaculares) nocturnas de la ciudad, llegamos tarde al Excalibur (donde nos alojábamos). Así que despertamos a una hora prudente, más el camino a Zion, total que ya era muy justo para que hiciera el Angels Landing. Pero la puntilla viene por el hecho de que he comenzado a tener molestias en mi pie izquierdo. Empiezo a cojear. Y no tengo ni idea de qué ha pasado: no recuerdo ningún golpe, torcedura, mala postura del pie... Así que es algo que me limita un poco ahora mismo.
Por cierto, Las Vegas es la Sodoma y Gomorra de nuestros tiempos. Todo vale, aquí. La ciudad de los excesos. Los pecados capitales en cada esquina: gula, avaricia, lujuria, pereza, ira, envidia y soberbia. Hay lugar para todos ellos en esta ciudad de excesos.
No dejas de ver estampas realmente increíbles y contrastes chocantes. Igual ves una limusina que un homeless (sí, también los hay en Las Vegas). Igual unas chicas despampanantes vestidas de policía y escotadas para hacerse fotos contigo (y que les pagues, que ya me dirás qué mérito tienen esas niñas a parte de llevar poca ropa) como un tipo embutido en un traje de La Guerra de las Galaxias (debes estar a punto de entrar en combustión, chaval). Alcohol en la calle, granizados enormes de todos los sabores posibles, personas con el taka-taka, abuelos y abuelas jugando a las máquinas tragaperras, mujeres buscando clientes ("esa no nos sonríe porque seamos guapos, Valdi"), casinos donde pierdes la noción del tiempo, calor sofocante, escaleras mecánicas y pasarelas para cruzar las calles, espectáculos de todo tipo (de magia, de circo, conciertos...)... En definitiva, ya sé qué es Las Vegas. Sin más.
Las Vegas, sin más.
Vuelvo a los parques nacionales, que son mucho más interesantes.
Tras Zion NP, el siguiente destino era el Grand Canyon en su vertiente norte. Tras conducir algo menos de un par de horas, sólo nos quedaba Jacob Lake para encontrar alojamiento. De lo contrario, yo ya sugería dormir una noche en el coche (no es broma). Y resultó que en Jacob Lake hay un alojamiento para hacer acampada o con cabañas en un bosque precioso. Pudimos descansar lo justo para pegarnos el, hasta ahora, madrugón del viaje: despertar a las 3:45 para ir a ver el amanecer en Grand Canyon, que sería sobre las 5:35. Desde Jacob Lake hasta el North Rim de G.Canyon hay casi una hora de coche, que siendo en medio de bosques, de noche, sin luces en la carretera y con ciervos cruzando a cada instante, pues es entretenido. Y Valdi se me duerme en el coche (no ha dormido mucho esta noche pero esa es harina de otro costal)...
Zion National Park
Llegamos al North Rim del Grand Canyon y tras coger el sendero detrás del lounge, empezamos a admirar lo que nos espera: una auténtica maravilla de la naturaleza. El sol se intuye tras una loma, comienzan a tomar color y forma las aristas del cañón, sus caídas verticales, los cortes en la tierra. El cielo torna en naranja, en rojizo... El azul se apodera más allá. Hay poca gente, cuento unas 15-20 personas... Hacemos fotos, nos encaramamos a riscos, salientes. Silencio. Luces. Sombras. Preparo el trípode y disparo una y otra vez tratando de captar la esencia, la inmensidad, la dimensión de esto que es muy cercano a la magia. Realmente, un momento especial en el viaje.
He amanecido en muchos sitios en mis viajes: frente a la cordillera de los Himalayas, en Petra, en una faluca en el Nilo, en la sala hipóstila del templo de Karnak, frente al Taj Mahal, en una playa paradisíaca de Koh Phangan,... Pero sin duda alguna, amanecer en el Grand Canyon formará parte, desde ya, de las experiencias más bonitas que he vivido en mis viajes en cuanto a amaneceres se refiere.
Y de aquí, camino a la Nación Navaja: Horseshoe Bend, Page, Antelope Canyon y Monument Valley...
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